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Lucho Maldonado será el encargado del criadero de cerdos. «Va a ser un producto de calidad», promete

Los Pibes de Cajade, egresados y chicos que hoy viven en el hogar de barrio Villa Garibaldi, comenzaron a reconstruir la Chacra Acuña, el primero de los emprendimientos productivos lanzado en los ’80 por el creador de la Obra. El objetivo inicial es el criadero de chanchos. “No pretendemos igualar al cura jamás, porque Cajade era Cajade. Pero queremos llegar al ideal”, dice uno de los encargados.

Subnota > “Cajade nos hablaba a todos por igual”

 

Por Francisco Martínez
Fotos Luis Ferraris

Está ahí, enfrente del Hogar de la Madre Tres Veces Admirable. Hay tranquera, una pequeña vivienda para un casero, y hasta un camino de asfalto en perfectas condiciones para que entren los proveedores. En el fondo, intactas, las estructuras de hormigón de los criaderos de cerdos.

Es sábado a la tarde, hace frío, epieza esa brisa helada que anuncia el invierno, este año un poco tardío. Y ahí están, Los Pibes de Cajade, con integrantes de la agrupación La Barriada, rearmando la Chacra Acuña. O la Granja, como se la conoció. Porque había conejos, gallinas y chanchos. Y también verdura orgánica: tres invernaderos de 40 por 80 metros; acelga, espinaca, “toda hoja verde y más”. Todo funcionó hasta hace unos años. Ahora, no hay nada.

Cuestión de animarse, entonces, para levantar uno de los emprendimientos que el cura instaló, a fines de los ’80, junto a la panadería. En principio, para abastacer al Hogar. Después, para que los pibes tengan un oficio. La idea Carlos Cajade era además que los chicos crecieran en contacto con animales y plantas, aprendieran un oficio y pudieran vivir de sus frutos. Incluso, quería que fuera un imán para las escuelas de la región y aprovechar cada visita para hablar con los alumnos del trabajo de la Obra, los derechos de los niños y sobre el país con infancia por el que siempre militó.

“No podemos fallar”

Ahora, el primer objetivo para recuperar ese proyecto son los chanchos. “Lo vemos encaminado. Nosotros, los egresados netos del Hogar, venimos hace 4 o 5 años juntándonos en la casa de Juan Pablo. Los egresados netos somos egresados-egresados, porque también hay algunos que son hijos de algún educador. Sin desmerecerlos, digo. Con Miguel, Lidia, fuimos durante muchos veranos proyectando esto, pero no teníamos los recursos. Tener a los chicos Iaffolla, a Manuel, a Gusti, se nos abrió el panorama, la oportunidad y dijimos ‘es ahora’.”

Lucho Maldonado hoy tiene 32 años y es “egresado neto” del Hogar. Ingresó a los 15 años, dice, con una historia pesada. “Entré de grande, yo venía muy curtido de los institutos”, recuerda. A los 21 se fue, pero no por obligación porque “el Cura a nadie le decía que se tenía que ir”. Ahora tiene un trabajo fijo “y nada que perder”. Vuelve. “Con mi familia y mi señora soñamos siempre con ser parte de la vida del Hogar. Y nos gusta mucho el campo. Se dio lo de la Chacra y hay que ponerle el pecho”.

Prende un cigarrillo y se apoya en el paredón de uno de los corralitos. “La chanchería fue el primer emprendimiento puro del Hogar, productivo –cuenta–. El lechón es de venta rápida. Si lo hacía Cajade cuando no existían las redes sociales, nosotros no podemos fallar. Todos tenemos redes sociales hoy”.

 

Es cierto que al chancho hay que ponerle laburo también, que no sea virtual.
–Tenemos la ventaja de que la mamá de Gastón trabaja en la facultad de Veterinaria de Buenos Aires. Ella nos puede dar una mano con el tema de los animales. Además, tenemos quién sepa de matar el lechón, un chico que aprendió el oficio. La ventaja que tiene la gente que compre el chancho acá es que no va a comer un animal alimentado a suero. Se va a dar cuenta cuando lo pruebe.

 

–Acá también hay un mercado, vive más gente en esta zona que en la época en que vino Cajade.
–Sinceramente no apunto a la gente nueva de la zona. A Cajade también le pasó, que los vecinos creen que hay un Hogar y que los pibes son malos, malvivientes.

–Pero cuando demostrás que hay otra cosa…
–Si, si. Vos vendiendo un lechón por semana, cubrís la comida de cinco animales grandes. El maíz, que es lo más importante. Por mi trabajo puedo conseguir la comida, el descarte, que es el refuerzo de la tarde.

La Granja, hace muchos años. En la foto Diego Capelli y Cristian Villamayor

Juan Manuel Moreno se mete en la charla. Integra “

La Barriada” y da apoyo escolar en el Hogar. Él también es un Pibe de Cajade (ver aparte). “El emprendimiento productivo lo hacemos para pensar que va a funcionar. Por eso también los controles sanitarios. Vendés una comida, desde el vamos tenés que garantizar que eso sea comible”, dice.

Posiblemente hagamos una chanchería abierta –acota Lucho–. Que el comprador venga y diga ‘ese quiero’. Lo achurás y venís a buscarlo mañana. Cuando de la calle vean esto, ya está. No es una chanchería a cielo abierto donde al chancho lo tiran en el barro, esto va a ser de muy buen nivel. No encontrás algo de material como esto”.

Una estructura robusta

En el borde de lo que era un chiquero, y en medio de un barrial provocado no por animales sino por varios días de lluvia, Gastón y Francisco intentan sacar el palo de un viejo alambrado. Un pibe los ayuda con una pala pero descubren que, bajo la tierra y el pastizal, hay hormigón. La estructura de la chanchería instalada por Cajade era robusta, bien pensada. Tiene 6 “parideros” donde las chanchas criarán a los cerditos, y un total de 8 corrales de hormigón, cada uno con bebederos instalados para los animales. Durante los últimos meses, los pibes colocaron un techo nuevo para este sector y lo pusieron en condiciones. También desmalezaron y acondicionaron todo el terreno.

No pretendemos igualar al cura jamás, porque Cajade era Cajade. Pero queremos llegar al ideal, de a poco”, dice Lucho Maldonado.

La granja tuvo también su sector de hortalizas, con tres invernadores de 40 x 80 metros

A su lado, se suma el Chino, uno de los primeros educadores, que llegó al Hogar en el ’91. Él conoció a Juan Acuña, quien realizaba tareas agrícolas en el mismo predio y dio nombre a la chacra. Ahora, el Chino ayuda a los pibes a terminar la instalación eléctrica. Rememora lo que alguna vez fueron todos los emprendimientos y cómo, de a poco, se fueron cayendo. “A los chicos que se quedaron sin trabajo los junté y los llevé a una empresa de limpieza”, recuerda.

Lucho vuelve para pensar más en concreto: “La buena voluntad de los chicos, está. Somos todos pibes de Cajade”, afirma, y advierte: “La gente te pueda hablar de Cajade, pero si no lo viviste, no lo sabés”.

 

 

Lechones para fin de año

Si el emprendimiento de los Pibes avanza, es posible que este mismo año salgan los primeros lechoncitos. Lucho Maldonado, quien prevé instalarse con su familia para hacerse cargo del proyecto con la ayuda de los demás pibes, es también el encargado de hacer las cuentas: “A la chancha la hacés parir cada cuatro meses. Si en mayo queda embarazada, puede que para septiembre ya tengan, y para diciembre tenés un lechón lindo para vender”, pronostica.

 

Materiales que se necesitan

Para poner al punto el criadero de chanchos y seguir con el proyecto de recuperar la Granja, los Pibes de Cajade necesitan los siguientes elementos: un reflector, cables subterráneos, sogas, una motosierra y una desmalezadora, un machete, un serrucho, una amoladora, una agujereadora, alambre tejido, postes y una tenaza. Algunos materiales fueron donados, otros conseguidos a bajo precio gracias al ferretero del barrio. Más información, en el Facebook Los Pibes de Cajade.

 

 

 

 

Subnota > “Cajade nos hablaba a todos por igual”

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