El descuido: ¿qué pasará con los jardines maternales?

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El paso del aislamiento al distanciamiento no trajo novedades para un sector que se vio seriamente afectado por las medidas para enfrentar la pandemia. En La Plata cerraron al menos 15 espacios de atención infantil y el resto pelea por evitar la quiebra. En el debate público suenan voces sobre cómo y cuándo deberían los chicos y chicas volver a la escuela pero los jardines maternales aún no aparecen en la agenda.

Por M. Soledad Vampa
Fotos: Gabriela Hernández

Padres, docentes, gremios y funcionarios participan en la discusión por el regreso a las aulas en un escenario de mucha incertidumbre. Teletrabajo, clases por zoom y brechas digitales mediante hay un sector sobre el que poco se habla ¿Qué pasará con los y las menores de tres años ante este camino paulatino a la nueva normalidad?

En La Plata 60 Centros de Atención y Desarrollo Infantil (CADI) y 10 jardines maternales sostenían espacios de cuidado y educación para bebes a partir de los 45 días de su nacimiento. Es lo que se conoce como “pre-jardín”, lugares desde donde se acompaña a las familias, guían, estimulan y forman parte de la crianza junto a los entornos afectivos. Al menos 15 de estas instituciones tuvieron que cerrar sus puertas durante el cese de actividades que se impuso en el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) frente a la pandemia de COVID 19.

¿Quiénes cuidan hoy a los hijos e hijas del personal de salud, de quienes trabajan en comercios o en actividades que de a poco vuelven a funcionar? La mayoría de las licencias por maternidad son de tres meses ¿cuáles serán las redes de crianza para quienes nacieron durante el aislamiento? Los CADI están entre los establecimientos más afectados por las medidas que se desprendieron del ASPO, y en nuestra región todavía no tienen perspectiva de cuándo ni cómo podrán retomar sus actividades, ni siquiera parcialmente.

Victoria Uranga abrió las puertas de Kinder House en 2019 en lo que fue la casa de su infancia. Su proyecto tiene la calidez de lo familiar y la fortaleza de lo profesional, un equipo y filosofía de trabajo que fue construyendo a partir de su formación como docente y de la experiencia en distintos maternales. “En marzo teníamos plantel completo para recibir un jardín completo en sus vacantes, en abril entraban las últimas tres familias y ya estábamos con lista de espera. Y a 20 días de marzo con dos maestras que habían ingresado ese mes se activa la pandemia”, cuenta. Hoy el CADI que dirige es uno de los que aún puede sostenerse, pero mes a mes el pago de las cuotas va cayendo y la energía se va en encontrar las formas de no ir a la quiebra.

Patricia Rey es docente y directora de un maternal. Ahora además se volvió una referente de los espacios de La Plata que comenzaron a organizarse para buscar una salida a la crisis y solicitar ayuda estatal. De acuerdo a lo que pudieron relevar en cada maternal sólo un 10% de las familias sigue pagando y muchos sólo lo hacen con el 50% de la cuota o lo que el trabajo cubre. “Ante este panorama nos reunimos en un espacio con un representante de cada lugar y empezamos a tener reuniones” cuenta Patricia.

En cada maternal sólo un 10% de las familias sigue pagando y muchos sólo lo hacen con el 50% de la cuota o lo que el trabajo cubre

Quienes gestionan los CADI explican que los gastos son muchos y exceden a los del personal: hay impuestos municipales, seguros del personal y de los niños, servicios de emergencias médicas, alquileres. Son instituciones privadas que se sostienen a través de los aranceles, tienen ciertas características de PYME y de economía familiar con objetivos más amplios y complejos que lo meramente comercial.

Es difícil calcular la cantidad de personas que emplean o de bebés que asisten a estos espacios, Patricia indica que se puede estimar que los equipos de trabajo tienen, en promedio, entre 8 y 10 integrantes por maternal –que pueden ser más– con una media de 50 niños y niñas a su cargo (ya que los espacios varían en su capacidad entre 10 y 100 cupos).

Al ser consultado por La Pulseada, el secretario de Cultura y Educación de la Municipalidad de La Plata, Martiniano Ferrer Picado, asegura que el municipio está colaborando con estas instituciones “pero no se puede emancipar una decisión que depende de otra esfera. Es educación independiente del nivel. La temática responde a las directivas de la DGCyE, que es quién define la puesta en funcionamiento en todos los niveles educativos. Nos hemos reunido con representantes del sector para escuchar sus necesidades y evaluar posibles protocolos para un regreso seguro. Pero siempre se respeta el diagrama de aperturas de la provincia, y es lo que se está aguardando en este momento”.

En zona gris

Al no estar incluidos en la enseñanza oficial los CADI no son reconocidos por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires como sí lo son los jardines maternales. La normativa que los rige son dos leyes nacionales (la 26.233 y 27.064) y una Ordenanza Municipal, la N° 11.387, que dispone que su habilitación sea otorgada por la Dirección de Desarrollo Territorial del Comercio y la Industria y establece los requisitos para su funcionamiento. Y esa zona gris hoy es parte del problema.

“En los incorporados por la DGCyE las maestras son reconocidas como tales y así su sueldo, ellos reciben pauta por convenio, en los CADI son empleadas de comercio, de ahí también las diferencias de cuotas. Somos jardines abiertos para otro público, con posibilidades diferentes. Todos los meses hay un par que cierra y es muy triste, ayer nos enteramos de un jardín que hace 40 años que está por cerrar”, dice Patricia.

Al no estar incluidos en la enseñanza oficial los CADI no son reconocidos por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires como sí lo son los jardines maternales

Del municipio a la Provincia y viceversa aún siguen pidiendo respuestas. “En general no conseguimos más que cartas y expresiones de apoyo y dar el paso a la ley Carrizo que nos declara actividad esencial y nos permitiría cobrar subsidios complementarios al ATP”, agrega la docente en referencia al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción que ofrece ANSES, la única ayuda que recibieron –aunque no todos– los espacios.

En el caso del Kinder House no pudieron ser beneficiarios de esa ayuda porque son un jardín nuevo y como requisito para el subsidio se compara la facturación en relación al año pasado. “Claramente nosotros tuvimos más facturación en el 2020 que en 2019 porque empezamos la actividad promediando el año pasado y los primeros meses fuimos a pérdida, los ingresos fueron muy bajos, entonces lo que se ve es que hay mejor facturación. Pero el jardín el año pasado tenía menos de la mitad de personal y este año éramos 14, sin contar más gente que trabaja para el jardín: estudio contable, redes, más personas que son parte del equipo”, cuenta Victoria sin lograr entender la lógica inflexible de ese requisito “en la relación de facturación de marzo con lo que fue la de mayo ya hay un abismo importante”, señala.

Para organizarse y exigir ayuda estatal otro problema que se les suma es que con la variedad de fases en que se encuentran las distintas localidades en la provincia, sumado a la multiplicidad de reglamentaciones que rigen la actividad en cada municipio hay lugares donde han podido abrir sus puertas, otros donde se les permite sostener talleres o algunas propuestas alternativas y otros, como en La Plata, donde no hay posibilidad de nada. Si quieren reanudar el trabajo deben hacerlo sin estar oficialmente habilitados. Algunas docentes de maternales empezaron a trabajar como niñeras, otras intentan volcar sus conocimientos en emprendimientos como juegos didácticos que van poblando las redes sociales.

“Lo que pasa en los maternales es que al no ser obligatorio muchos padres dejan de pagar la cuota. Y falta una visión social, no se tiene reconocido al maternal, su importancia en la primera infancia de los niños y el acompañamiento de todas las familias, del cuidado de sus hijos cuando tienen que ir a trabajar”, considera Victoria.

“La realidad es que abrieron hasta los casinos, todos menos nosotros”, lamenta Patricia Rey, docente y directora de una maternal

“El problema es que no tenemos proyección de nada, no tenemos respuesta. El secretario de desarrollo de la Provincia nos dijo que eran pocas las actividades que quedaban sin activar nada y que lo poco que había para repartir iban a darles a estos espacios, pero seguimos sin nada concreto”, señala Rey.

A través de todas las reuniones que fueron concertando al menos pudieron instalar el tema en la agenda legislativa. Después de plantear el tema ante diputados y diputadas de diversas fuerzas políticas comenzaron a trabajar en un proyecto que implica la apertura de un registro único de instituciones de primera infancia que les permitiría regularizar esta heterogeneidad. También podrían quedar incluidos en otro proyecto más amplio que busca un apoyo extraordinario a escuelas de gestión privada y ya cuenta con media sanción del senado.

Mientras tanto llega fin de año y siguen esperando alguna habilitación para no perder también las inscripciones para 2021. “No se da la importancia que tiene al jardín maternal, ni a los profesionales porque todos los que trabajamos en los maternales somos personas que nos hemos formado para esto, yo hablo al menos por mi jardín, hay un equipo con título habilitante para hacerlo, son maestras, es un trabajo y también cuando una da una vacante se plantea anual, por eso existe la matrícula”, señala Victoria.

Desde los jardines, tras cada reunión, se fueron preparando y capacitando para aceitar protocolos y ajustar todos los criterios sanitarios que fueran necesarios. Cuentan que fueron muchas las veces en que salieron esperanzadas de reuniones con el municipio, o les llegaron noticias de posibles aperturas que nunca se concretaron. “La realidad es que abrieron hasta los casinos, todos menos nosotros”, lamenta Patricia. Hoy siguen buscando estrategias entre el cierre y la clandestinidad para sobrevivir a la pandemia//LP

 

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