La pelota que los pibes necesitan

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SONY DSCA Jorge Flores le robaron más de 50 veces en su almacén de Los Hornos pero asegura que eso lo llevó a trabajar más por los chicos del barrio. Lo hace desde el club Capital Chica, lleno de pibes en movimiento, donde dialogó con La Pulseada.

Por Cristina Pauli y Gabriel Di Battista

“Todo el mundo me dice: ‘Vos estás loco, cerrá, meté candado, atendé por una reja’ —cuenta Jorge Flores, que tiene un almacén en Los Hornos—. Tengo 50 robos. Muchos han sido chicos del barrio, por el problema del consumo droga y alcohol, y todas esas porquerías que hay hoy en día”. Sin embargo, Flores asegura que sigue trabajando con las puertas abiertas y que esta realidad incluso lo llevó a trabajar más por los pibes del barrio.

Lo hace desde el club barrial Capital Chica, ubicado en 66 entre 156 y 157, del que es vicepresidente tercero. Un puesto desde el que insiste, por ejemplo, en la importancia de poder continuar con el fútbol en las categorías juveniles y mayores para darles una oportunidad a los chicos mayores de 12 años, una edad muy vulnerable cuando el contexto social no garantiza una buena contención.

A las 6 de la tarde Capital Chica está que arde. En el gimnasio cubierto, los pibes del básquet gambetean una fila de conos tratando de que la pelota no deje de picar. Al costado, un grupo de madres comparte unos mates. Y en el patio las chicas del hockey se entrenan: no tienen cancha pero comparten un espacio con los chicos de fútbol, que son la mayoría. Grupos de chicos de diversas edades trotan a las órdenes de los entrenadores. Jorge Flores llega apurado, como todas las tardes. Lo están esperando en la Liga para una reunión, pero igual se hace un ratito para mostrarle a La Pulseada, con orgullo, cada rincón de Capital Chica. En la biblioteca de este club hornense encontramos algo de silencio. Mientras encarga una nota para llevar a la reunión, Jorge pregunta: “Lo que no entiendo es por qué me vienen a hacer una nota a mí”.

Capital chica, problema grande, apuesta enorme

Flores cuenta que tiene un almacén en 142 entre 69 y 70, donde le robaron en más de 50 oportunidades, pero que esa situación lo ha impulsado a trabajar con más fuerza en el club: “Yo creo que hay que ayudar a los pibes porque por ahí mucho la sociedad no se ocupa, el Estado no se ocupa, el gobierno no se ocupa —evalúa, y recuerda entre lágrimas—: Quizás también lo hago porque mi infancia ha sido muy dura, no en el aspecto de tener el cariño de mi madre y de mi padre, pero sí en las necesidades que pasamos. Uno busca progresar, hacer cosas mejores, darles a los hijos algo mejor. Y ves que mucha gente no lo ha podido dar. Es un barrio complicado, entonces uno siempre trata de ayudar en lo que puede”.

Los hijos de Jorge ya son grandes, están en la Universidad y le dan una mano con el negocio para que le pueda dedicarse al club: “Con mi señora estamos a full con esto. Ella fue la que arrancó y me impulsó a mí. Llegamos a Capital Chica con nuestros hijos, lo traíamos a hacer deportes. Cuando ellos empezaron a jugar al fútbol acá yo me dedicaba exclusivamente al negocio y mi señora los traía, pero siempre me decía: ‘Venite al club, venite al club’”, reconstruye Jorge.

“En un momento llegué a estar bastante loco porque me robaban tres veces por mes y mal, con armas y todo. Y venir al club hizo que me tranquilizara. Andaba armado y dejé las armas. Traté de contener a los chicos de este lado, decirles que se acercaran al club; trabajar para que todos los pibes tengan las mismas posibilidades, las mismas chances de salir, y que disfruten lo máximo que puedan de la infancia”.

Con otras armas

 

“Hasta los 12 años, más o menos, un papá te acompaña, bien o mal, poco o mucho, te trae al club, te deja, se va. Pero ya a los 12 los chicos quedan totalmente en la calle, a la deriva de cualquier cosa. Por eso hicimos un esfuerzo muy grande…—cuenta Flores—: estamos renegando muchísimo, nos está costando horrores, pero seguimos porque vale la pena —se enorgullece—. Hoy el club tiene más de 1.200 socios, hay básquet, taekwondo, vóley, hockey, escuelita de fútbol. Y estamos en dos ligas, este año con un proyecto bastante ambicioso: estamos armando la cancha de once y nos metimos en liga amateur, donde tenemos juveniles y mayores” (ver aparte).

Ofrecer la categoría juvenil y mayor requiere de esa cancha más grande. La están armando en un predio prestado por un miembro de comisión directiva, ubicado a tres cuadras del club, en 67 y 159. Hasta tener la habilitación necesaria alquilan la cancha del club San Martín, de Los Hornos. “De esta forma logramos retener a todos los chicos, no sólo los nuestros. Se acercan de clubes de la zona, como 19 de Noviembre, Siglo 21 y Olimpia que los contienen mientras están en el fútbol infantil. Pero cuando llegan a los 12 quedan en la calle, excepto los dos o tres que son de lo mejorcito y tienen la posibilidad de ir a Estudiantes o Gimnasia”, cuenta Flores.

Acá se trata de contención; después si los resultados futbolísticos vienen, mucho mejor. Lo que hacemos es tratar de retener a los chicos —continúa el dirigente—. Hay papás que acompañan mucho, otros que los acercan a la puerta y algunos que ni vienen. Por esos chicos trabajamos…”. Jorge aclara: “No trabajamos con los que estén dentro de la droga: hacemos más que nada prevención”. Y concluye: “Me pone muy contento ver que los chicos de una forma u otra siguen trabajando; algunos con el fútbol; otros estudiando. No veo chicos que hayan pasado por el club y hayan caído en el delito”.

 

Un club señero en Los Hornos

Capital Chica tiene 76 años de vida y siempre ha trabajado con chicos. Para poder mantenerse, la institución cobra una cuota social muy baja ($10 por mes) y otra cuota por actividades, salvo a los chicos cuyas familias no pueden pagarlo, que reciben una beca. Ofrecen varios deportes y también jardín de infantes.

El club tiene hoy unos 1.200 socios, de los cuales 900 fluctúan (están 6 o 7 meses, y en el verano dejan de ser socios porque cambian de actividad o se dedican a otra cosa).

Con esa matrícula no alcanza para mantener el club. “Por eso nosotros trabajamos con el kiosquito, alquilamos los dos salones. Ahora tenemos programado hacer un bingo como para poder recaudar fondos y solventar todos esos gastos”, anticipa Jorge Flores, vicepresidente tercero del club.

La comisión directiva está integrada por 30 personas, y para cada actividad trabajan con la Subcomisión de Padres. “Arranca el año y tenés 15 padres trabajando; termina y somos tres o cuatro —grafica Flores—. Pero bueno, siempre se intenta y se sigue adelante”.

“Garabatos” es el jardín de infantes que abrieron este año. “Era un jardín privado que había cerrado y conseguimos que se pasara la habilitación para acá. Compramos el predio, refaccionamos todo para que quedaran las aulas, y la directora se vino para acá con el subsidio y con todas las maestras”. Jorge asegura que “es un servicio porque aquí en la zona hay muy pocos jardines”.

¿Qué necesitan en Capital Chica? “Muchas cosas”, dice Jorge. Pero sobre todo materiales de deportes: pelotas de básquet y de fútbol, rodilleras, canilleras, guantes, etcétera.

Contacto: 66 entre 156 y 157 / Teléfono: 0221-456-0697. Más información en: http://capitalchica.blogspot.com.ar/ y http://www.clubcapitalchica.com.ar

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