Educadores y educadoras de las casitas que conforman su Obra junto con pibes y pibas que egresaron del Hogar lo recuerdan y cuentan cómo retoman todos los días sus enseñanzas. Algunos lo conocieron y trabajaron codo a codo con él y otros se sumaron después de su muerte ocurrida el 22 de octubre de 2005. Sus testimonios coinciden en que el cura está presente en el trabajo junto a los chicos y las chicas.
«El legado de los pibes de Cajade de hoy en día es levantar las banderas de cada vez más alto. Yo creo que Cajade nos dejó su bandera, que era que los pibes sean escuchados, que no sean vulnerados, que podamos brindarles ese amor de familia que la vida les robó, eso es. Y que no son sólo un expediente, que son personas que tienen sentimientos, que tienen una historia y que hay que abrazarla para que puedan salir adelante y hacer su camino. Amasar ese futuro para que sean alguien. Cajade está presente en cada acto que hacemos, en cada espacio y eso nos llena de alegría cuando vamos viendo los frutos. También tenemos frustraciones y eso nos aplaca, nos entristece, el no poder sacar algunas cosas adelante, cuando esa historia los tira atrás y no los deja avanzar. Para eso estamos, para que puedan avanzar, ayudarlos a llevar esa mochila que a veces les pesa bastante y los hace más vulnerables».
Lidia Cantero, educadora del Hogar Madre Tres Veces Admirable
«El legado que nos deja el cura a los Pibes de Cajade es el compromiso con el Hogar, con los pibes y las pibas, con las familias, con el barrio. Ese compromiso que él tenía de que al que menos hay que darles una mano, apoyarlos y darles oportunidades. Creo que eso son los Pibes de Cajade: con esos mismos valores e ideales que él nos supo contagiar. Personalmente también me deja un legado que es sacar del diccionario eso de que no se puede, siempre se puede».
Oscar «Pinino» Suárez, educador del Hogar Madre Tres Veces Admirable.
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«Me incorporé en 2009 a la Obra de Cajade, por ese motivo no he tenido la oportunidad de conocerlo personalmente, pero el legado que ha dejado en las casitas se puede percibir en el compromiso, que excede el cuidado cotidiano de los niños y las niñas. Es un compromiso que está atravesado por valores de orden social y político: es un compromiso ético y militante. Tiene que ver con no naturalizar la desigualdad, no ser indiferentes ante el padecimiento de los otros, en fomentar la solidaridad y la construcción colectiva. En una de las casitas hay una frase que dice ‘Si el mundo no se piensa desde el pobre se construye contra Dios’. Más allá de la connotación religiosa que cada uno pueda imprimirle, es un manifiesto bien claro que marca un horizonte, una guía de esta gran obra. Muchas veces cuando nos sentimos agobiados, cansados o decepcionados con la tarea diaria es cuando recuperamos las palabras de Cajade como un estímulo para no aflojar, para seguir adelante poniendo lo mejor de cada uno y cada una de nosotras donde la niñez es la protagonista indiscutida. Recupero las palabras de Carlitos: Con ternura venceremos».
Ezequiel Castro, coordinador de las casitas de la Obra de Cajade y parte de la Casita de los Bebés.
«Recuerdo de él que siempre decía que los adultos teníamos que aprender a ver con ojos de niño. Era una persona muy positiva. Aprendo mucho en la casita, cuando veo a los chicos ellos demuestran mucho lo que sienten».
Yiyo, educadora de la Casita de los Bebés.
«Recordamos a Cajade en el día a día con amistad, acompañando todo el proceso de la infancia de los más chiquitos, una estrella, que tenemos que enseñar a descubrirlo. No permitamos que la exclusión, el encierro y el analfabetismo tape esa estrella. Y si está tapada tenemos que enseñar a descubrirla. Con ternura, devolviendo el trabajo digno a los padres, la salud y como diría él: el guardapolvo y el trabajo para la familia. Sin trabajo no hay dignidad para llevar el pan a la mesa. El futuro se construye con la verdad y la verdad más grande es la que trata de construir un país para todos, un país mejor distribuido, donde ser niño sea un privilegio, ser trabajador sea un derecho y donde ser anciano sea una bendición. Para nosotros eso hoy es utópico. Desde la utopía podemos empezar a construir. La manera de tener presente a Cajade es eso: hacer realidad la utopía, desde nuestro lugar, empezar a juntarnos es lo que hace grande y seguir trabajando la memoria de él».
Isabel Benítez Osuna, coordinadora de la casa de los Bebés desde su creación, hace 22 años.
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«El mayor regalo, más que legado, que Cajade nos ha dejado es que nos ha permitido transitar y estar convencidos de que la construcción de otra realidad con y para los pibes y las pibas es posible. Esta obra fue el lugar donde muchos de nosotros crecimos, nos criamos, nos formamos, donde aprendimos desde muy chiquitos sobre la ternura como categoría personal, colectiva y política. Este Hogar fue nuestro hogar, fue ese proyecto y esa lucha. Esa que hoy elegimos transitar con nuestros pibes y pibas. Siento que Los pibes de Cajade -como proyecto que da batalla cada día en pos de una infancia digna- también somos su obra. Es la forma que encontramos de construir identidad y comunidad, de fortalecer esos lazos que nos permiten dar la apuesta cotidiana con cada uno de los pibes que llegan al Hogar, y también al pibe como actor político y transformador de su propia realidad y la de otros, como decía Cajade, de un pibe que el día de mañana piense un país para todos».
María Agustina Iafolla, coordinadora de los pibes de Cajade
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«Empecé como coordinadora del taller de murga en el Hogar, se llamaba desafiando el futuro, carlitos venía a veces a bailar con nosotros. Él sembró en mí una semilla que ahí sigue. Con los años fui parte del armado de Casa Joven y sigo vinculada a la obra así. Su legado es estar con los pibes, es estar en el barrio, estar con los trabajadores, es buscar un país con mayor justicia social, nunca dejar de abrazar, nunca dejar de reís, preocuparse y ocuparse dl otro y saber que una es parte de una gran comunidad. Carlitos acá estam,os, seguimos de pie y te seguimos extrañando»
Mariana Chaves, educadora de Casa Joven
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«Mucho recuerdo de Carlitos no tengo, lo debo haber visto una o dos veces, pero sí lo conocí porque todo el mundo tenía algo bueno que decir de él. Recuerdo su gran compromiso con los pibes y con las familias de los pibes. Recuerdo verlo en marchas, su voz en las notas que advertía sobre la maldita crisis del 2001, 2002, nos hacia ver lo que nadie veía, yo valoré mucho sus palabras. Cuando yo llego la casita funcionaba para que las mamás pudieran ir a trabajar dejando a sus hijos en un lugar seguro, donde estuviera contenido. Él siempre decía que los pibes deberían comer en sus casas y no en comedores, y eso hasta el día de hoy lo venimos aplicando y lo venimos diciendo, o intentando. A veces no se puede, pero es la esperanza que él nos dejo. Que el pibe coma en su casa, que ojalá un día no le falte nada, que sea valorada la infancia, la educación.
Y bueno, una lo intenta hablándole a los chicos todos los días, hablando con los compañeros de trabajo, esto Carlitos nos enseñó, a estar presentes todos los días. Lo que él transmitía acá en Chispita todos los días lo intentamos llevar a cabo, es el legado que nos dejó y transmitimos esto, para replicarlo hasta que estos lugares no sean necesarios».
Mónica Auge coordinadora de Chispita, la casa de los niños