Los días sin Lito

In Justicia, Nota de portada -
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Hace un año Néstor Ramón Costilla murió en una calle de Tolosa en un episodio que en un primer momento fue planteado como un incidente de tránsito. La lucha de la familia orientó la investigación hacia un posible homicidio con policías involucrados.

Por Pablo Spinelli

La noche en que murió, el 7 de octubre de 2020, Lito Costilla cenó con familiares y dos amigos en su casa del barrio El Churrasco, en 525 entre 119 y 120. Fue un reencuentro en medio de un aislamiento que empezaba a flexibilizarse un poco durante la curva descendente de la primera ola de coronavirus. Pasadas las 11 de la noche salió con la moto a llevar a uno de los invitados. No más de 40 minutos después, su hermana Daiana Rodríguez -quien había estado en esa cena- recibió a través del WhatsApp un mensaje que desarmaría la vida de todos en la casa: el cuerpo de Lito yacía sin vida en una calle cercana.

Casi en ese mismo instante, hace exactamente un año, comenzaba la lucha de quienes conocieron a Lito y sostienen que el joven que estaba a un mes de cumplir los 29 años, padre de tres nenes y dos mellizas y repartidor en una casa de comidas del barrio, fue víctima de un homicidio y no de un accidente de tránsito como impuso en un primer momento la versión policial y publicaron las crónicas periodistícas del día siguiente aduciendo que el conductor había perdido el control al pasar por encima de un gran bache que hay en la zona. Sostienen que quienes están involucrados son tres efectivos que lo persiguieron durante al menos diez cuadras y lo habrían emboscado provocando los golpes que le causaron la muerte.

Fueron pasos lentos y requirieron sacar el pedido de justicia a la calle varias veces. Durante los primeros diez meses el expediente tramitó en la fiscalía N° 10 de culposos con la carátula de “averiguación de causales de muerte”. Las últimas páginas se escribieron hace menos de un mes, cuando pasó a la fiscalía de delitos dolosos y dejó de considerarse un accidente. Todavía no hay una imputación para los involucrados, quienes sin embargo están suspendidos y no se presentaron a declarar ante la requisitoria de Asuntos Internos. El abogado de la familia aspira que la investigación avance hacia un “homicidio agravado” por ser funcionarios policiales, “falsificación ideológica” y “encubrimiento”.

Hace menos de un mes la causa pasó a la fiscalía de delitos dolosos y dejó de investigarse como si hubiera sido un accidente

El cambio de fiscalía es un aliciente para la familia porque significa que las pruebas recolectadas (fundamentalmente las imágenes de las cámaras de seguridad y algunos testimonios) y las pericias realizadas sobre la moto y el cuerpo del joven tienen el peso suficiente para que el hecho se investigue como un crimen.

Las sinrazones de ese supuesto ataque constituyen el gran interrogante. En diálogo con La Pulseada Daiana lo relaciona con la violencia y persecución cotidiana que sufren los pibes de los barrios periféricos y que -recuerda- su hermano padecía cuando salía a trabajar en el reparto de comida de la parrilla de 120 y 530. Habla de recurrentes encuentros con retenes policiales que iban más allá de controles de rutina y siempre terminaban con alguna intimidación. Situaciones que muchas veces lo llevaron a discutir con su propio padre, también policía.

“El hijo de cualquiera”

Una semana después de la muerte fue la primera marcha y desde entonces las pintadas que imploran “Justicia por Lito” son una postal común en las paredes de Tolosa, especialmente en la zona cercana al tramo final de la autopista que conecta con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A esta altura casi todos los vecinos saben o tienen una idea de quién era Lito y por qué es el reclamo. Pero muchos lo conocían desde antes, porque él nació y se crió en el barrio. Como muchos en la zona fue a la Escuela Nuestra Señora del Carmen y a la Media 5 que están en 116 y 530, detrás de la vía que divide en dos a la localidad.

Su hermana lo describe como un chico de barrio que puede ser el “hijo de cualquiera”. Amigo o conocido de todos en las manzanas que se extienden a un lado y otro de la avenida 120. Una zona de frontera social que divide las casas del populoso barrio El Churrasco del sector donde en 2004 fue levantado el Plan Federal de Viviendas donde se relocalizaron cientos de familias que vivían en la villa “de la bajada”. En una de sus calles -524 entre 120 y 121- Lito murió.

“Siempre fue muy tímido y le costaba mucho socializar, pero una vez que tomaba confianza era super amiguero y se juntaba con todo el mundo”, dice su hermana y cree que por eso se lo juzgaba mucho. “Porque podía estar con el más careta o con el pibe más humilde del barrio, no tenía problemas con nadie y se adaptaba a quien sea”.

Lito trabajaba en doble turno en el reparto de una parrilla del barrio

Fue papá apenas egresó de la escuela secundaria, a los 18 años. Tal vez por esa circunstancia familiar o porque tenía una mirada distinta, no siguió la carrera de policía de su padre. Y en nueve años, junto a Sofía su mujer, tuvieron cinco hijos. Las más chiquitas son las mellizas Mía y Maite que hoy tienen tres años. El más grande es Thiago, tiene 10 y sufre tanto la ausencia que apenas puede emitir palabras. Los dos del medio Milo de 7 y Noha de 5, tampoco encuentran explicación.

Desde aquella noche oscura de octubre, los domingos son los más dolorosos para la familia, porque era el día en que Lito y sus tres hermanos lo pasaban juntos en la casa de su madre. “Aprovechábamos porque era el día en que él estaba libre, porque después trabajaba doble turno todos los días en el reparto”, recuerda Daiana. Lito vivía en una casa que está detrás de la de su mamá, lugar que Sofía tuvo que dejar por la tristeza que le provocaban los recuerdos.

Minutos fatales

Lo que se sabe con certeza es lo que está visible en las cámaras de seguridad, fragmentos que motivaron el golpe de timón en la investigación. En las imágenes que están en la causa, a las que tuvo acceso La Pulseada, Lito conduce la moto Honda Wave de regreso a su casa -aparentemente despreocupado- después de dejar a su amigo. Lo hace por diagonal 74 hacia la rotonda de 120, desde donde toma esa avenida en sentido hacia Tolosa.

A contramano por la rotonda y a por lo menos 50 metros, aparece una moto con dos policías a bordo. Bastante atrás la sigue otra, con un tercer policía. Lo perseguirán a lo largo de siete cuadras. En la esquina de 525 el joven dobla hacia 121, en sentido contrario al que tendría que haber ido (su casa estaba entre 119 y 120), tal vez ya percatado del seguimiento de la primera de las motos que casi le había dado alcance. Los dos efectivos que viajaban en ese rodado esperaron al tercero, que llegó unos segundos después, para perderse por la misma calle que había tomado Lito.

120 y 525, el momento en que Lito va a doblar y una de las motos policiales ya está cerca – Imagen: captura de video de cámara de seguridad

Los movimientos posteriores que muestran las cámaras son de las motos policiales, una de ellas con las luces apagadas, en una de las calles internas. Y luego de nuevo en la avenida 120, ejecutando algunos movimientos de ida y vuelta hacia el interior del barrio. La hipótesis de la familia es que para ese momento Lito ya estaba muerto y que los policías buscaban el modo de montar la escena que los exculpara apareciendo como los primeros en llegar al lugar del supuesto accidente, aduciendo que un transeúnte que circulaba por la avenida 120, cuya existencia nunca pudo comprobarse, los alertó sobre la presencia de un cuerpo.

El abogado de la familia, Fernando López García del Estudio Burlando, explica que esa versión fue cambiada por los efectivos después de que se comprobara que ninguna cámara de seguridad registró el momento del encuentro con el supuesto testigo. “Adujeron que en realidad fue en otra calle lateral, sin registro fílmico, pero sin explicar por qué no contaban con ningún dato filiatorio de ese N.N”, explicó a La Pulseada.

Otro de los elementos al que apelan los familiares de Lito es el testimonio de una vecina que llamó al 911 cuando sintió un golpe seco y comprobó lo que hasta ese momento parecía un accidente. En el momento en que aún hablaba con el operador de la línea de emergencia ya llegaban los efectivos motorizados, sin que hubiera habido tiempo para el alerta. En la causa se suma la voz de otro testigo que habría visto alejarse a las dos motos en el momento posterior al impacto.

Lo que no se ve en las cámaras -o se ve con imágenes menos claras- y el abogado de la familia cree haber reconstruido, es que Lito se dirigió por 525 hasta 122 – donde la calle se corta porque está la laguna de la Autopista- y por esta hasta 524 para conducir los 200 metros que le demandarían volver a la 120. Nunca llegó porque poco después de cruzar 121 se produjo el episodio que la causó la muerte.

El recorrido que se reconstruye en la causa

A la hipótesis del accidente por el bache se le contrapone la de la familia que cree que habría recibido un golpe lateral que lo desvió de la trayectoria. La escena final a la que accedieron los peritos muestra a la moto rebotando contra un poste de madera y tirada sobre la vereda y el cuerpo de Lito a varios metros de distancia, tendido con su cabeza y torso sobre la vereda y las piernas en el asfalto.

Uno de los elementos que genera interrogante es la razón por la cual Damián Aquino, Mauricio Rodríguez y Sergio Martínez, los tres efectivos señalados, pertenecientes a la Seccional Segunda (38 entre 7 y 8), se alejaron tanto de su jurisdicción para ingresar en la correspondiente a la Sexta (1 entre 527 y 528) sin notificar por radio que estaban en una persecución. Y por qué iban con las luces apagadas, sin balizas ni sirena, y posiblemente sin dar la voz de alto.

El cuerpo que habla

La autopsia y las pericias sobre la moto en que viajaba Lito son los otros factores que fueron decisivos para que la hipótesis de la acción criminal empezara a competir hasta prácticamente descartar la del accidente.

Tanto la pericia de parte como la oficial aportan conclusiones que son incongruentes con el modo en que los elementos quedaron en la escena final. El perito oficial, ingeniero mecánico Daniel Eguiguren, afirma que en el momento en que la moto colisiona con al poste de madera “se deduce que su conductor no ocupaba el asiento, pues su pierna y cadera derechas tendrían que haber colisionado contra el poste y no se reportan lesiones”.

No es lo único. Dice a su vez que la inercia en ese momento, “al desprenderse del biciclo sin golpear contra el poste, habría seguido la dirección aproximada de donde reposó la motocicleta”, cosa que no ocurrió porque el cuerpo quedó varios metros más adelante y en un ángulo aparentemente inverosímil: “No existe justificativos físicos, para que el cuerpo de la víctima reposara donde se registró, con la inercia que presentara el vehículo”.

Las cámaras de seguridad y las pericias sobre la moto y el cuerpo de Lito son los elementos que cambiaron el rumbo de la investigación

Plantea además un interrogante inquietante que pone sobre el tapete la posibilidad de que el cuerpo del joven hubiera sido movido de la posición en la que tendría que haber quedado: “Si quedó en cercanías de la posición final del biciclo por su propia inercia, las manchas pardo rojizas en su asiento y carenado podrían esclarecerlo”. Se refiere a dos manchas de sangre que con posterioridad al informe del perito se comprobó por prueba de ADN que pertenecen a Lito.

“Si corresponden a la víctima y a este hecho, no se explica su posición final”, especulaba el perito respecto de esa mancha. Tampoco lo explicaba el estudio de las fracturas en la cabeza y el tórax, que fueron las causa de la muerte, ya que fueron provocadas con “una trayectoria transversal al eje de la calzada”, un ángulo distinto al que se hubiera registrado tras ser despedido de la moto. En otras palabras, la hipótesis que maneja la familia y su abogado es que pudo haber recibido el golpe en la cabeza estando sobre la moto. Y él mismo por sus propios medios pudo haber caminado hasta desvanecerse en el lugar donde luego fue hallado.

La pericia de parte es naturalmente más determinante a la hora de sacar conclusiones. Al describir el instante previo al choque de la moto con el poste afirma que “ocurre un acontecimiento por el cual su conductor y el rodado se separan por lo que esta última se desvía hacia la izquierda ascendiendo a la vereda (…) En tanto que el conductor es proyectado hacia adelante por su propia inercia una distancia aproximada de 12 metros”.

Carteles que los familiares de Lito usan en las marchas

Pero agrega el factor “velocidad” como otro elemento importante de sus conclusiones. “La mínima velocidad de circulación del motociclista al momento de salir proyectado es de aproximadamente 28,25 km/h. En tanto que la motocicleta para desplazarse los 6 metros luego del impacto contra el poste necesita una velocidad mínima post impacto de alrededor de 25 km/hr.”. Lo que intenta desbaratar  ese dato es la versión de que la moto viajaba a alta velocidad y que su conductor perdió el control al tomar contacto con el bache. “Ni las trayectoria ni las lesiones son compatibles con una velocidad tan baja”, explicó López García.

Sobre las manchas concluye que la única forma de que se proyecten sobre la motocicleta “es que la víctima se encontrara sobre ella, por lo que sería previo al evento que sucede donde la víctima se separa de la motocicleta”.

El perito de parte también “descarta que los baches existentes en la calzada previo al evento tuvieran un mínimo de causalidad del mismo”. Y consecuentemente afirma que “necesariamente debió haber actuado una fuerza externa ajena a la motocicleta, para que físicamente sea posible el evento que separa al conductor de la motocicleta cambiando la trayectoria de ambos”.

El reclamo de la mamá y la hermana de Lito – Foto: Gabriela Hernández

EL MENSAJE

El reclamo de justicia volverá a hacerse oír este jueves 7 de octubre, al cumplirse el aniversario de la muerte. Será desde las 16.30 con una marcha desde Plaza Moreno a Plaza San Martín, donde están previstas una radio abierta, la presentación de dos bandas y una competencia de freestyle, entre otras actividades.

Estarán la familia de Lito, sus amigos y las organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas que los vienen acompañando. Entre ellos Daiana menciona a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y a la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que se presentó como particular damnificado institucional en su calidad de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura.

“Son días difíciles estos, pero es una caricia al alma que la Justicia nos haya dado la razón al pedir que se investigue porque evidentemente algo pasó”, dice Daiana en medio de los preparativos para la actividad con la que buscan darle más visibilidad al caso. “Puede pasarle a cualquiera y es lo que más me interesa explicar”, dice y sigue interrogándose: “¿Lo mataron por placer, por diversión?”.

Daiana siente que la experiencia de este año sin Lito le permite dar un mensaje: “Si viene tu hijo y te dice que le pasó algo en la calle créele, tratá de ponerte en su lugar para ver de qué manera ayudarlo. Debería ser que la policía está para cuidarte, pero no pasa siempre. No digo que no hay gente honesta en la policía pero lamentablemente siento que ganan los otros”.

Y cierra: “Yo puedo salir mañana y me puede pasar lo mismo, es como que ya no sabemos en quién podemos confiar. Quiero salir tranquila y no que me digan que porque uso una visera soy un chorro o porque uso un short soy una atorranta. Siempre se está juzgando. Hay que tener empatía y no quedarse con la primera versión, porque si nosotros hubiésemos hecho eso, ya está, Lito está en un nicho y listo. Ellos apostaron a que nos quedáramos con esa versión”.

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