DelFines en Casa Joven

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LPradioEl emprendimiento de la Obra de Cajade para adolescentes se acaba de sumar como sede del programa nacional para completar la Secundaria. En barrio Aeropuerto, vecinos, pibes, madres y educadores ya cursan juntos esos estudios que por diferentes razones debieron abandonar. Los entrevistamos en los primeros días de clases.

¿Cuándo dejaste la escuela?

—Ezequiel: Hace un año.

¿Por qué la dejaste?

—Por un lado, para laburar. Por otro lado, por la vagancia.

¿Hasta dónde llegaste?

—Hasta Noveno. Tengo el papelito ahí, todo. Quiero terminar el secundario para tener un laburo bueno, un futuro bueno. Con secundario completo es otra cosa, otra movida.

¿Sin el título no podés encontrar laburo?

—En la mayoría de los lugares te piden el título secundario. En el 80% de los trabajos es así. Si no, son laburos que no tenés beneficios, no estás en blanco…

¿Haber sido papá te ayudó a decidirte?

—Sí, no tira nada que te pregunte algo de la escuela y no saber nada y decirle “no, no tengo el secundario completo”; sería una experiencia muy fea para mi hija ¿o no?

¿Hay mucha gente en el barrio que no terminó la escuela?

—Sí, la verdad que sí… Mucha gente. Y todos por lo mismo, por la vagancia, algunos por laburo. Prefieren más laburar que estudiar.

¿Te gustaría terminar el colegio también por tu vieja?

—Sí, olvidate. Eso es lo bueno, decirle “tomá, acá lo tengo” el título. Colgarlo en algún lado y limpiarlo todos los días.

Ezequiel tiene 19. El año pasado, cuando Baruyo, el espacio de comunicación para pibes de La Pulseada, fue “suple”, fue uno de los que aprendieron a diseñarlo de la mano de nuestro amigo, compañero y primer diseñador de la revista, Damián Demaro.

Hace tres años, El Viruta, como le dicen, también salió en tapa (La Pulseada 102), tocando el redoblante, como protagonista de una nota donde chicos y chicas de la Obra discutían sobre “violencias”. Hoy vuelve a ocupar un lugar en la revista, sentado en la puerta de Casa Joven del barrio Aeropuerto. Acaba de anotarse en el Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios para Jóvenes y Adultos (FinEs), el programa nacional que este año comenzó a desarrollarse en nuestro emprendimiento para adolescentes. Dos palabras se repitieron varias veces en el acto de apertura y en las clases inaugurales: metas y sueños. Salieron de boca de vecinos, vecinas, madres de los chicos de Casa Joven, educadores del Hogar convivencial de Villa Garibaldi… Todos flamantes alumnos.

Ezequiel, Micaela y Juan Pablo (todos de 19 años) salieron a la puerta a fumar, y junto al paso de camiones, motos explosivas y algún perro basurero, pusimos el grabador de La Pulseada Radio.

¿Y vos, Micaela, cuándo dejaste el Secundario?

—Hace tres años. Dejé Cuarto a la mitad.

¿Por qué dejaste?

—Por el tema de ser vaga… Olvidate, sí. Y ahora yo me anoto porque mi mamá se anotó y le estoy haciendo la gamba.

—Ezequiel (E): O ella te está haciendo la gamba a vos.

— Mica (M): Las dos cosas, sí.

Y eso debe ser re loco, ir a clase con tu vieja.

—M: Sí, saber que vengo con ella, por ahí me pone más pilas. Estoy vigilada, ja. Ahora me va a ser difícil, pero espero poder terminar, porque ya perdí tres años y tengo 19 y ya debería haber terminado el colegio. Es una meta que quiero cumplir porque sin el Secundario no tenés trabajo en ningún lado. Es fijo, si terminás tenés un montón de cosas por delante.

¿Una cuestión de orgullo también, no?

—Sí, yo quiero que llegue el día de terminar y decirle a mi vieja, ‘bueno, terminé. ¿Contenta?’. Porque siempre me recrimina lo mismo. Ahora que me anoté con ella espero que sea diferente.

¿La escuela te parecía aburrida?

—No sé si aburrida, pero ahora creo que va a ser diferente porque es otro tipo de gente. Se que voy a tener más apoyo, con gente más grande. No va a ser lo mismo.

¿Te gusta estudiar?

—Como gustarme no, pero si me pongo a estudiar soy inteligente.

¿Tenés pensado qué laburo buscar?

—No.

“Laburar, laburar y fue”

128-Fines¿Y vos, Juan, en qué año dejaste la escuela?

—J: Hace un año.

¿Por qué dejaste?

—Por la vagancia, como yo —interrumpe Ezequiel.

—J: Sí, bueno, también, pero tenía que laburar porque en mi casa no alcanzaba la plata y empecé a laburar, laburar y laburar y fue… perdí el año.

¿Querés terminar ahora por la cuestión laboral?

—Claro, por la cuestión laboral y para que me vaya bien. No es lo mismo laburar con el secundario, que sin el secundario. Obviamente que lo precisás.

—M: Teniendo el secundario tenés privilegios

¿Y le hacen críticas a la escuela?

—Es problema es que estaba lleno de pendejos en el colegio cuando íbamos nosotros y ahora estar con gente más grande… Ella está con la madre, yo también me anoté con mi vieja. No podemos faltar, tenemos que hacer la tarea.

—E: No podés meter excusa.

—M: Mi vieja se quería copiar de mí, ja.

¿Hay gente que se anota en los Fines para aprender y poder ayudar a sus hijos con las tareas?

—J: Claro, eso es lo que siempre me decía mi vieja. Ella me decía que yo termine el secundario para enseñarle a ella porque ella estaba complicada con el laburo, no se podía anotar. Ahora está esta posibilidad que le dieron, de poder estudiar, y estaba re contenta. Me dijo que estudie con ella y joya.

—E: Sería re feo no tener el papel… Quiero terminar para decirle a mi hija, ‘mirá, yo terminé el secundario’ e incentivarla para que estudie.

Las clases en Casa Joven —ahora una de los 16.500 sedes del Fines— son dos veces por semana. En este primer cuatrimestre las materias son Informática, Biología, Historia y Geografía, Inglés y Lengua y Literatura. Los profes son todos integrantes de distintos talleres de la Obra de Cajade o personas cercanas al barrio y la organización, que tienen un vínculo de años con los estudiantes. “¿Qué hizo Belgrano?”, dice Ángel, otro de los alumnos, que pasa cerca de la charla y se ríe, asociando esa pregunta con la educación.

¿En tres años terminan?

—E: Esperemos. Ganas hay un montón

¿Se hubieran anotado en una escuela común?

—M: Yo iría, pero sería lo mismo que antes.

—E: A mí me daría vergüenza…

—M: Claro, porque entrás y son todos guachines y sos el más grande del salón y te tratan como el burro. Acá sabés que hay gente grande, estás más cómodo.

Otra crítica que se le hace a la educación formal es la imposibilidad de ir con hijos en caso de tener bebés.

—J: Claaaro, a mi hermana le pasó. Agustina tiene 15 y tiene un hijo y para comenzar el colegio tiene que conseguir sí o sí una niñera, porque no lo puede llevar al colegio. Con 15 años no puede hacer el Fines como nosotros. Se complica. Además tiene que darle la teta, todo.

¿Inglés, matemáticas… qué es lo que más les gusta?

—E: Inglés no… Desde que arranqué en séptimo, me saqué uno, uno, uno. Y no sé si hasta cero. Malísimo. Inglés, el peor. Necesito demasiada ayuda. Matemática, bueno, ahí te la piloteo piola porque me gusta.

—J: Literatura. Leer no me gusta, pero… Después historia, biología, naturales.

—M: Literatura me gusta. Leer tampoco me gusta, pero la materia está buena. Me gusta escribir, me encanta.

—E: Leer en voz alta no porque te ponés nervioso y empezás ta-ta-ta… ja.

María

Es mamá de varios pibes y pibas que pasaron por Casa de los Niños y Casa Joven. Ahora se anotó en el Fines, junto a uno de ellos: Juan Pablo.

¿Te gusta la idea de estudiar con tu hijo?

—Está bueno, porque así yo voy aprendiendo y les sigo enseñando a los chicos.

Decía Ezequiel que cuando su bebé sea más grande le gustaría mostrarle que terminó la escuela. ¿Te pasa algo parecido?

—Sí, porque ellos también me dicen “a vos también te falta la escuela”, y quiero ser el ejemplo para ellos, de que puede uno siendo grande. Me pasó lo mismo. Tuve siete, lo pospuse y después no lo pude hacer. Está buena la oportunidad que me dan.

¿Por qué crees que ahora muchos chicos del barrio dejan la Secundaria? Algunos dicen que es por “la vagancia”.

—No es tanto por la vagancia: es que les cuesta que les den una oportunidad. Algunos ayudan a la familia y no pueden pagar a alguien que les explique bien y entonces dejan. En la escuela no le dan mucha oportunidad. Les da vergüenza y abandonan. Le pasó a Juan Andrés, que decía que se equivocaba y ya no quería seguir, como que no podía ir para adelante. Yo le quiero demostrar que se puede, empezando por mí. Mi mamá también terminó a la noche porque tuvo que trabajar y entonces no quiero que se repita lo mismo, de generación en generación… No quiero que se repita que estemos atrasadas las mamás.

¿Te gusta que el Fines esté acá, en Casa Joven?

—Sí, que sea cerca, que también Juan Pablo quiera ir. Eso está bueno, así se alienta Juan Andrés también porque medio que no se tiene fe, que tiene su autoestima por abajo. Piensa, que el estudio, la vagancia… A veces lo hablamos y le falta ser constante, porque él mismo ve todas las injusticias que hay. Y bueno, te tenés que defender aprendiendo, no podés cortar siempre la calle para reclamar algo. Eso le dije. Te podés defender sabiendo, aprendiendo cuáles son tus derechos, por ejemplo. Para no necesitar cortar una calle. Cuando iba a la escuela, pasaba algo y cortaba la calle, ja.

Bueno, volviste a la escuela.

—Una asignatura pendiente. Estoy contenta.

Conceptos

“Oportunidad” y “desafío”. Con esas dos ideas, Nicolás Fonseca, docente e integrante de Casa Joven y promotor de la incorporación del Fines en este emprendimiento de la Obra de Cajade, fundamenta la iniciativa. El proyecto busca el “protagonismo de los estudiantes, para un crecimiento grupal”. Propone una “educación con otras lógicas y con una construcción mucho más cerca de las realidades que se viven en los sectores que quedaron totalmente postergados en su formación educativa”. El Fines es “educación, desde el barrio y para el barrio —agrega— para lograr una verdadera transformación educativa”.

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