Cantar en portuñol

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Los niños del norte uruguayo hablan la lengua fronteriza, nacida del cruce del español y el portugués, aunque la escuela actual y la dictadura hayan querido borrar esa habitualidad identitaria (y libre). Ea es una de las reivindicaciones, no la única, en la obra de Ernesto Díaz que se expresa en sus canciones del mismo modo en que se habla en el lugar donde nació y creció.

.Por Fredy González

Fotos Martín Lalinde, Camilo dos Santos y Andrés Wels

 ernesto-diaz

 

Tiene 43 años, es cantor, compositor, músico multiinstrumentista, escritor e investigador sobre literatura y lingüística fronteriza. Pese a su extensa labor en todos estos ámbitos recién en 2014 presentó su primer disco solista Cualquier uno, que asombró a los montevideanos, quienes lo consideraron el trabajo más novedoso de los últimos años. Antes de cerrar esta nota, escribió un correo para contarnos sobre la última canción que está escribiendo para su segundo álbum, que comienza diciendo “Urca solidón de barro seco, baita seca inrriba de la inshente”, es decir, “Bruta soledad de barro seco, harta sequía encima de la creciente”. Ernesto Díaz dialogó con La Pulseada, también de música.

 

-¿Por qué te venimos a conocer recién ahora, después de tantos años de creación?

-Hay varias razones. Primero porque soy lento para trabajar, segundo porque no estaba muy convencido de que tenía que grabar y tercero porque yo nunca le di mucha pelota a los medios o a tener un disco como quien tiene un pasaporte, hasta que al final accedí a grabar. Y me llamó la atención cómo presentaron el disco, así, como una novedad. Pienso que eso se debe un poco a usar esa forma de hablar de la frontera, que para nosotros no es novedoso porque lo utilizamos de una forma natural. Pero hay una industria del gusto a nivel mundial, y yo siempre escuché a muchos músicos que no están de moda, y siempre he tocado pero en escenarios chicos con amigos, y esa música ya formaba parte del acervo ese, yo siempre estuve tocando y donde voy toco, pero nunca masivamente porque tampoco me interesaba ni lo pienso así. Entonces cuando salió el disco pensé que también era una forma de que gente a la que le pudiese gustar lo escuchara sin saber ni quién soy yo.

– ¿Hay otros aspectos de la vida en los que te sientas antisistémico?

– Yo creo que sí, inclusive para la negación de eso. ¡Yo tomo Coca Cola, loco! Como el fenómeno del rock, que termina siendo patrocinado por las multinacionales en la gran mayoría de los conciertos grandes, o la murga que de repente termina siendo un espectáculo for export, y todo eso de pronto rompe un poco el motor principal que hizo a ese fenómeno. Forma parte de la evolución, y a veces uno no lo entiende o no lo comparte o demora en asimilarlo; yo hay muchas cosas a las que no les doy pelota porque pienso en la atemporalidad de la música como arte. Por ejemplo me crié escuchando cumbia de charanga y admirando a los músicos de Artigas que tocan eso, que son unos capos, y después hay gente que desprecia esa música, pero es música para bailar nomás, si nosotros íbamos a un baile y faltaba eso para nosotros no era un baile, y los propios músicos que tocaban eso también tocaban otras cosas, porque yo los veía en los pubs. Creo que se subestima mucho a los músicos. Yo conozco gente del folklorismo argentino que nació tocando chacarera y todo eso y que si tiene que tocar cuarteto toca también, que para nosotros acá es como inconcebible, pero forma parte de su cultura. Hay una cuestión un poco intelectual del asunto y uno prejuzga muchas veces y subestima el gusto y el conocimiento de la gente que escucha la música y conoce. Yo le digo a mi hija, que escucha a Luis Fonsi y esas cosas, “cambiá, que todos esos tipos bajan la luna y las estrellas a cada rato, van a generar un cataclismo”, ella se ríe y me dice “¿cuántos estadios llenaste vos, que lo estás criticando?”, y es eso, uno tiene que tratar de ser honesto con lo que hace y nada más.

-Algo similar ocurre con la cumbia uruguaya, que es básicamente la plena, y que desde la intelectualidad fue siempre catalogada de distractiva de la problemática social, sobre todo a partir de su auge en la dictadura.

-Claro, y también es entendible, pero hay que observar muchas cosas a partir de ahí. Yo pienso que los hijos de la dictadura que hicieron lo que se llamó después “cantopopu”, que fue un poco una derivación de lo que habían planteado Los Olimareños, José Carbajal, Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, entre otros, esos tipos cuando componían en los ‘60 su música era bailable, era mucho más bailable que la música que hizo después la gente de los ‘80, que se quedó con una postura mucho más seria, entre comillas, más combativa y rígida, y ahí, en el sur de Uruguay sobre todo, como que era un sacrilegio bailar, aunque fuera un candombe lo que estaban tocando.

-Pero se bailaba sobre todo lo que partía de ritmos importados de Argentina.

-Bueno, pero en los discos de Los Olimareños ya empezó a aparecer lavcanción carnavalera, ya tenían candombes José Carbajal y Zitarrosa, no tenían un complejo con el tema, y Viglietti no era bailable porque era trovador pero no creo que fuera en contra del baile como expresión. Entonces todo eso hizo que la gente desde los ‘70 y pico identificara baile con distracción y no con reivindicación. No digo que sea un error, es una postura, y eso en el norte no ocurrió. Son todos contextos que hacen que esa música adquiera un valor, por ejemplo vos ahora escuchás una canción sesentista de Quilapayún y suena descontextualizada porque habla de un espíritu que hoy no está más, era música de resistencia, y cuando estuvo instalada una dictadura militar de derecha la resistencia era directamente el opuesto.

-¿Esa lógica que engendró la canción de la resistencia es la misma que hoy engendran cantores que ya no cuestionan nada porque ideológicamente coinciden con el gobierno de turno?

-Siempre hay cantores oficialistas, y no veo que eso sea una cosa deleznable. Yo no estoy de acuerdo, yo no lo haría, difícilmente esa música a mí me interese porque cuando la música tiende a ser oficialista deja de ser inventiva. Pasa eso en todos los regímenes, hay regímenes que históricamente han sido muy revolucionarios y su música era muy reaccionaria. Pero si vos me decís acomodados, siempre hubo, y sigue habiendo y los habrá.

-¿Cuál es tu concepto de la ética en la obra artística?

– Capaz que me tengo que remitir a Mick Jagger, cuando en los ‘80 Caetano Veloso le preguntó “¿Qué pensás del rock?”, y él le dijo: “El rock para la música es como la ilustración de libros para la pintura, hay gente que dice que la ilustración de libros no es arte y gente que dice que el rock no es arte, que es música pero no artística, pero es lindísimo, a mí las ilustraciones de libros me cuelgan y el rock me cuelga mucho”. Yo cambio rock por música popular, y hay gente que dirá “la música popular no es arte, arte es el arte noble que tiene una tradición erudita”. Yo no estoy ni ahí con esas definiciones, yo pienso que el artista es aquel tipo que de repente logra trascenderse a sí mismo buscando ahondar con un lenguaje, devolverle a la vida o a su contexto un qué decir ahí, pero también una cosa pasa, que generalmente el arte que después se cataloga como arte nunca vendió.

-Fijate en Van Gogh.

– Claro, y hay muchos, pero tampoco vamos a decir: bueno, está, para hacer arte voy a hacer una cosa que no se venda y ya con eso es arte. Tampoco es así de fácil. También te puedo decir una cosa, yo sé la diferencia entre alta cocina y comida chatarra, pero a mí me encanta comer comida chatarra y hay cosas de alta cocina que no me gustan.

– No me interesa definir estilos, pero en el caso de que a vos sí, ¿en qué región estilística se mueven tus canciones?

– No, yo tampoco le doy pelota al estilo, pienso más bien en qué lenguajes voy a utilizar dentro de lo que yo puedo hacer, y por momentos con euforia, con mucho goce de lo que hago, pero en otros momentos también con estrés, con preocupación, por eso también demoré tanto en grabar el disco. Hay tanto lenguaje conviviendo, tanta identidad atraviesa la identidad uruguaya que, más que estilo, uno tiene que pensar en las estéticas que están coexistiendo y que vienen de atrás y se proyectan para adelante.

– Es como una relación de pareja con sus diversos momentos.

– Sí, pero yo creo que me va mejor con la canción.

– ¿Qué tanto te importa trascender y hacia qué a través de lo que hacés?

– ¿Hay que ser sincero, no? Mirá, creo que todo el mundo en algún momento quiere ser jugador de fútbol y tribunero, pero no, si hubiese sido así creo que yo antes hubiese… desde los veinte años estoy haciendo canciones, las estoy tocando porque me gusta, y mi público se forma espontáneamente por gente a la que le gusta y entiende lo mismo o parecido de lo que escucha y se junta para escucharlo y está, más allá de lo que uno quiera forjar. Yo me debo a mi gente, me debo a mis amigos, me gusta hacer música y hago música con mi gente y nada más.

-Dos preguntas en una: ¿cómo se recibe tu obra en Artigas o en el norte en general, cómo en Montevideo, y cuál creés que es tu público?

-Mirá, yo soy un exiliado, yo vivo en Artigas a veces y a veces en Montevideo, y es otra cultura. En Artigas sé que hay gente que le gusta, que escucha, y sé que hay gente que está totalmente en contra de que se use el portuñol, una mistura idiomática que en Montevideo es exótica y en el norte no, entonces hay gente que no lo entiende así y que inclusive discute la forma de hacerlo, se plantean posturas políticas sobre lo estético que me parece que está bien. En Montevideo es donde yo tengo más conciencia de que hay un público al que le está gustando lo que yo hago, porque en Artigas todavía no he podido presentar el disco y si nadie me llama voy a ir solo a cantarlo en el barrio, no hay problema con eso. La música después que uno la hace ya no es más de uno, por eso creo que era por egoísta que yo no grababa.

-Un amigo tuyo me decía que vos tenés material como para sacar ya cinco discos más, pero me acotaba que lo que pasa es que sos extremadamente autocrítico.

-Tengo material sí, porque yo siempre estoy haciendo canciones, pero no sé si es que soy tan autocrítico, él pensará eso de mí, yo creo que no, no sé, capaz que soy medio cagón nomás.

-¿Qué otras tareas desarrollás además de tu labor solista?

-Yo he tocado con mucha gente, a mí me gusta tocar, y como buen músico soy perezoso, viste que el músico no trabaja, sólo toca, pero hoy estoy tocando sobre todo con Braulio López (de Los Olimareños) porque tenemos mucha afinidad con él y con los gurises de la banda, pero siempre he tenido la suerte de trabajar con gente con la que yo me siento hermano, y cuando hay peleas también peleas de hermanos, y son bravas eh.

-¿Para cuándo el segundo disco?

-Ya estoy ideando y entrando a maquetear el segundo disco que, como yo demoro mucho, va a demorar, pero ya estoy haciendo. El otro día estrené dos canciones que van para el segundo disco, que no sé si van a ir, son de la tanda eliminatoria, porque para el primer disco fue así, había 45 temas, después 25 y quedaron 15, y ahora estoy haciendo unas tantas como para hacer eso también, y a alguna de la que quedó eliminada le voy a dar una chance ahí.

 

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