Una docente trans en territorio católico

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132-KristinaCon las redes sociales se fue animando y con la ley de Identidad de Género renació. Kristina Eva comparte con La Pulseada su proceso de transformación de hombre a mujer y las repercusiones en el mundo laboral y familiar.

Texto y fotos Lucía Medina

Kristina Eva nació en febrero de 2014, a los 47 años. Desde 1968 hasta entonces había sido Alejandro Ernesto, padre de dos hijos, licenciado en historia y geografía, profesor desde 1999 en el Instituto Arzobispo Juan Chimento, de Los Hornos, y titular de la materia Sociopolítica en el profesorado de Historia y Geografía del Instituto Superior Juan. N. Terrero; dos instituciones privadas y católicas que pertenecen al Arzobispado platense. Amparado en la ley nacional de Identidad de Género (Nº 26.743), que rige en nuestro país desde 2012 y entiende al género como “una vivencia interna e individual tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento”, Alejandro Ernesto se convirtió legalmente en Kristina Eva Espinosa.

Ese proceso se inició con su último divorcio, pero fueron años de trabajo con ayuda de su familia, con terapia y con amigos. Hacerlo público y definitivo significó para Kristina un desafió a la hora de ocupar sus cargos docentes en instituciones eclesiásticas y también en el Ministerio de Seguridad bonaerense, donde trabajaba como empleada administrativa. Con La Pulseada, conversó sobre esta transformación y su experiencia en el mundo público a partir de su decisión.

Red social

“Siempre digo que a mí lo que me salva y lo que me hizo decidirme fueron las redes sociales, como Facebook, Badoo y Skype”, asegura Kristina mientras camina por el living de su casa ayudada por muletas. A fines de enero, por un accidente doméstico terminó con una fractura de cadera, pero no pierde el estilo y lleva puestos unos zapatos taco chino que le compró su hermana, porque los bajos no le gustan.

Después de su segundo divorcio, Kristina se sumergió en las redes sociales. A través de un falso perfil de Facebook con nombre y foto de mujer, accedió a un universo de géneros, sexualidades y estilos de vida diversos. Todo un mundo nuevo y alejado de su cotidianidad de padre de familia, docente y administrativo, por medio del cual conoció a muchas personas e hizo amistades. Entre ellas Noelia, una chica paraguaya que forma parte de un grupo político de lesbianas y es dueña de un centro cultural en Paraguay. Fue la primera en abrirle una puerta real a ese mundo.

En enero de 2013, Kristina estuvo un mes en Asunción organizando ciclos de cine-debate y charlas sobre la Patria Grande en el centro de Noelia, y en ese contexto se encontró con su identidad. Por primera vez, a los 45 años, se animó a salir a la calle vestida de mujer durante el día, algo que hasta ese momento solo hacía a escondidas de su familia y en boliches porteños.

“En Paraguay nadie me conocía. Estaba todo el día vestida de mujer. Iba por la calle y me encantaba que me vieran. Soy una persona muy tímida, pero como mujer me sentía   cómoda y hablaba con todo el mundo. Ahí de verdad supe que quería eso para mí”, explica, sobre ese viaje que define como “de realización personal”.

El regreso a La Plata significó el regreso al rol de padre, profesor y empleado, y sobre todo, a mostrarse como un varón heterosexual. La vergüenza y las explicaciones que tendría que dar a su entorno si decidía cambiar de identidad la llevaron a pensar en pedir un traslado a Capital o mudarse a Paraguay. Continuar con su vida de varón la deprimía.

La transformación

Kristina llegó a terapia cuando todavía era Alejandro. Fue su psicóloga la que la convenció de que podía seguir su vida como mujer, sin la necesidad de mudarse o cambiar de trabajo. En 2013, después de su primera intervención quirúrgica, empezó a prepararse para lo que ella llama, entre risas, “salir a la pista”.

El primer paso fue cerrar su Facebook de varón con una breve explicación a sus contactos en la que decía que se mudaba al perfil “Kristina Eva Espinosa”. Hoy recuerda que varios contactos —entre ellos, alumnos— le dejaron mensajes alentadores.

Dos semanas antes del comienzo lectivo de 2014, se acercó a la Dirección Provincial de Escuelas para explicar su situación. La inspectora que la atendió le aseguró que en las escuelas no podían objetar nada sobre su decisión ni apartarla de sus puestos, porque a partir de la implementación de la ley nacional de Identidad de Género ya existía un protocolo para casos como el suyo. Kristina había redactado una nota invocando esa norma, donde expresaba que por razones personales cambiaría de género, y adjuntaba una fotocopia de su nuevo DNI. De mujer. El que dice Kristina Eva Espinosa.

Ocupar los espacios

“Cuando fui a la escuela el primer día durante las mesas de examen fue como que entraba la profesora Kristina —recuerda con una sonrisa las repercusiones en el Instituto Juan Chimento, donde tiene alumnos de 14 y 15 años, que cursan segundo y tercer año del secundario—. Mis compañeras se sorprendían de mi maquillaje y me decían lo linda que estaba. Algunos chicos en las mesas de examen se sorprendieron un poco, sobre todo los que no me conocían. Pero el resto no, fue todo muy natural”.

En la primera reunión docente del año, muchos de sus compañeros se acercaron para brindarle su apoyo. Cuando Kristina reflexiona ahora sobre la naturalidad con la que se dio la situación en ese colegio no descarta que la directora haya tenido una charla previa con docentes y alumnos para comunicarles que iban a tener una compañera y profesora trans, y subraya la importancia de la buena relación y el respeto que sintió siempre de sus compañeras mujeres tanto en los colegios como en el Ministerio.

En el Terrero, durante las mesas de examen de febrero, vestida con un solero corto de verano, Kristina soportó las miradas de varias compañeras y el saludo lejano y tímido de sus compañeros. Sin embargo, en ese clima de sorpresa también dos profesoras de psicología se acercaron para felicitarla.

Al margen de la mayor o menor aceptación de compañeros y alumnos, hoy Kristina Eva ocupa los mismos espacios que supo ocupar como varón y disfruta de su oficio y de trabajar con adolescentes. La lucha de colectivo LGBT (sigla que incluye a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) en Argentina está hecha de pequeñas y grandes conquistas, y en La Plata una de ellas se llama Kristina Eva.

 

Ser padre trans

Kristina tiene dos hijos varones: Juan, de 21 años, y Facundo, de 10, fruto de dos matrimonios. Tanto en la intimidad del hogar como en la calle ellos siguen llamándola “papá”. “A mí no me molesta. Está bien, soy su papá. Ellos ya tienen mamá”, dice con naturalidad, y agrega que a su hijo menor le gusta pasar tiempo con ella, salir a pasear o de compras.

En su renacer como mujer trans también aparece la posibilidad de adoptar un hijo. “En mi experiencia en el rol de padre, las mujeres siempre tuvieron mayor control sobre los hijos y esto muchas veces fue un factor de roce. El día de mañana, si quiero adoptar una nena o un varón, nadie me lo va a sacar. Va a ser solo mío”, le dice Kristina a La Pulseada.

Karina no descarta someterse a una cirugía de “reasignación” de sexo” para adecuar el cuerpo a la “identidad autopercibida” (la que cada persona siente, y no la que le fue asignada al nacer), derecho contemplado en la ley 26.743, de identidad de género. Aunque debe estar incluido dentro del Plan Médico Obligatorio, usualmente quienes desean someterse a esta operación en un hospital público pasan años en una lista de espera.

 

De Antonella a Kristina Eva

Un día, mientras repasaba la lista de alumnos, Espinosa leyó “Antonella” y pensó que era un lindo nombre. Durante dos años llevó una doble vida con ese nombre, que usaba en las redes sociales y en boliches porteños. Atrás quedaron las épocas en que salía a escondidas de su familia y se cambiaba arriba del auto antes de agarrar la autopista. Cuando llegó el momento de hacer su nuevo DNI, ese nombre representaba un pasado casi adolescente de experimentación y descubrimiento ya superado. De madre peronista, sabía que si la biología le hubiese dado un sexo femenino al nacer la hubiese llamado Eva. Esa idea, sumada a su identificación con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner la llevaron a elegir su nombre actual. Así nació la profesora, licenciada y activista de la asociación Civil Otrans.

 

Otrans

La asociación civil Otrans trabaja sobre la problemática de esta comunidad en La Plata. Kristina empezó a participar de las reuniones a comienzos de 2014. En esa época, cuando recién comenzaba a transitar su vida como mujer trans, el portal Agencia Nova publicó “una nota sin firmar, con fotos mías que habían sacado de mi Facebook”, titulada: “Profesora de día, prostituta de noche”. En Otrans la ayudaron “a redactar una nota de repudio”, recuerda Kristina, que sigue activa en la asociación dirigida por Claudia Vázquez Haro y, entre otras cosas, compitió en La Plata en 2014 en la segunda edición del concurso Miss Latinoamérica Trans, que tenía el lema “Argentina exporta igualdad”. En este renacer, para Kristina el futuro es incierto y todo está por suceder.

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5 commentsOn Una docente trans en territorio católico

  • Hermoso todo lo que dice , soy una de las alumnas de ella y es la mejor profesora del mundo no importa lo que digan de vos pero por suerte ahí mucha gente que no te falta el respeto como lo hace muy bien eso por suerte sos una profesora buenísima & la gente no tiene que hablar mal de nadie & muchos prefesores tuve asi como vos y ninguno era como vos te re quiero profe y me gusto mucho las palabras 🙂

  • GRACIAS IARA!!!! TE EXTRAÑO MUCHO!! BESITOS!!!!

  • Yo fui alumno de alejandro y la verdad q lo odiabamos! Seguramente q su no coincidencia cn su identidad sexual habrá tenido q ver las malas relaciones que tenia cn padres y alumnos.
    No tuve el agrado de conocerla como kristina, pero he visto sus fotos y la verdad q la veo muy feliz.
    La felicito y celebro su valentia, profe! Muy linda historia!

  • Gracias Kristina !!! Tu testimonio es muy importante para todos!

  • VALIENTE!!! BIENVENIDA COMPAÑERA!!!

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