Marcela y Felipe

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Nota principal: La píldora roja

Sobre el cierre de esta nota, las Abuelas recibieron una noticia que las alborotó: Marcela y Felipe se habían decidido a tomar la píldora roja. Sus abogados expresaban en una presentación judicial que los jóvenes accedían a dar una muestra de sangre para que sea comparada con todas las familias del Banco Nacional de Datos Genéticos. La primera reacción de las querellas fue una gran sorpresa: la defensa brindaba por motus propio lo que había negado, echando mano a cualquier artilugio, los diez años anteriores. Después primó la cautela. La novedad, presentada como una decisión personalísima de los jóvenes, se capitalizaba como un hecho político dándola a conocer a la opinión pública casi antes que a los jueces, con un titular rimbombante del diario Clarín: “Para terminar con la persecución, los hermanos Noble Herrera confrontarán su ADN con todo el banco genético”. La Pulseada consultó a las Abuelas y nietos de esta crónica para saber cómo habían tomado la noticia. La tónica, en todos los casos, fue idéntica a la de las querellas: mucha cautela.

Hace más de treinta años que Chicha cree que Marcela Noble puede ser Clara Anahí. Atesora los diarios y las revistas del corazón en las que aparece, para comparar en esos destellos de frivolidad cuánto se asemeja a ella y a su propia nieta. Y sin embargo, siente menos alegría que sospecha. “Me sorprendió la noticia como a todo el mundo. Sobre todo porque estamos acostumbrados a amargarnos la vida con cada paso que dan. Lo primero que surgió en mi mente fue: qué hay detrás de esto. Algo que nosotros no percibimos, no vemos, no sabemos. Porque con tantas mentiras y patrañas terminé por no creer en esta gente. Quisiera que fuera cierto: ojalá se decidieran a hacerse los análisis sin trampas ni malas intenciones. Pero sería un panorama idílico. Dudo de la decisión, no de los chicos sino del emporio”.

Para Leonardo Fossati los hechos están ahí. Los secuestros de las madres embarazadas, sus desapariciones, el robo de él, de Marcela y de Felipe: de sus hijos. “Cuando te enterás de todo eso, si tenés libertad de pensamiento, no hay otra manera de verlos”. Pero mantiene la duda de que Marcela y Felipe los estén viendo. “La sensación fue de sorpresa, y en algún punto hasta desconfianza: por dónde viene la mano. Qué información tiene, que la opinión pública y Abuelas no, para tomar una decisión contraria a los diez años de poner todas las trabas posibles para que se conozca la verdad. Más allá de que se intenta presentar el caso como una disputa entre un grupo monopólico y el Gobierno, para mí es un caso más. Ojalá sea genuino, ojalá les haya llegado ese clic también a ellos que en mayor o menor medida, nos pasó a todos. Nosotros vamos a estar, sea cual sea el resultado, para darles una mano en lo que necesiten”.

Bajo el nombre falso de María Sol Tetzlaff, Victoria Montenegro fue durante 25 años Marcela Noble. Pudo correr a su secuestrador del rol de padre hace sólo dos años, después de un sueño: llegaba a un departamento con su esposo y éste desaparecía. Ella abría la puerta para irse, pero atrás había otra, y otra. Al final había un muro, y la palabra pared escrita. Victoria se asfixiaba. Su psicóloga le hizo un comentario que fue como un cachetazo: “qué raro, con la palabra pared se forma la palabra padre”.

Mientras la Justicia investigaba el delito de Tetzlaffg, ella fue su mejor abogada. “Yo estuve en ese lugar, de sentir que era yo quien tenía que proteger a mi familia. Y veo que sobre todo Marcela, se pone su familia al hombro y la defiende. Y es lógico: para ella es su familia. Pero ella es la víctima. No se da cuenta, no puede verlo. Lo que para mi era una guerra ideológica, para ella es una guerra económica, o política. Lo importante es recuperar la verdad, más allá de que te hayan tenido entre pétalos de rosas o te peguen. Después hacés lo que puedas o lo que quieras con ella. Nadie te puede juzgar si te quedás con tu apropiador o te vas. Porque tu vida y tu experiencia es tuya sola. Pero creciste fuera de tu familia y de tu verdad”, le dijo a La Pulseada en la primera entrevista.

Cuando fue el segundo llamado, Victoria estaba volando rumbo España. La acompañaba a Estela a ver al embajador, y después a Ginebra, donde ambas se presentarían ante las Naciones Unidas. “Fue un logro muy importante para ella”, contó Guti, su esposo, al otro lado del teléfono. Ahora Victoria tiene una verdad que contar.

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