Legalización del aborto: Un mar de fuegos verdes

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Relato en primera persona desde la plaza del Congreso durante la histórica madrugada en que los diputados dieron media sanción al proyecto que legaliza la interrupción voluntaria del embarazo. De las historias mínimas marcadas por el frío a la explosión de alegría cuando la votación se dio vuelta. Una aproximación al “poroteo” en el Senado.

Por Ayelén Vázquez

Fotos Fuega

Un pallet arde sobre la esquina de Rivadavia y Rodríguez Peña. Adelante la cúpula del Congreso se recorta apenas sobre el cielo. La noche está cerrada. A unos diez metros, otro fuego empieza a subir. Decenas de fogatas improvisadas se rebelan contra la temperatura bajo cero de esta madrugada del 14 de junio. Las calles son un desfile de mantas, brillos, botellas y termos. En la esquina de Callao y Rivadavia una maraña de chicos y chicas se acurrucan entre sí sobre cartones y plásticos que trajeron o consiguieron. Son las 4.25 de la madrugada y es el momento crítico de la vigilia: hace tanto frío que, aunque el fuego toque los pies y queme las zapatillas, no alcanza a devolver el calor al cuerpo. Los celulares no tienen señal, y los que tienen se están quedando sin batería. De vez en cuando alguien rescata una noticia y la cuenta, y otro escucha y pregunta y difunde, armando una red de información que se mantiene mientras en la pantalla gigante colocada sobre la mampostería eterna de El Molino cientos de personas siguen la discusión de diputados y diputadas.

“Escúchenme bien, necesitamos que nadie se mueva de las calles. Estoy en el Recinto, acabamos de hablar con las compañeras y la opereta que quieren es descomprimir. POR FAVOR QUE CADA VEZ VENGAN MÁS Y MÁS PIBAS, VUELVAN, NO SE VAYAN”. Desde adentro la periodista Florencia Freijo escribe desesperada en su cuenta de Twitter. Como contarán luego las colegas acreditadas, adentro del Congreso esta noche se vivió con la misma intensidad que afuera. Se repiten los pedidos de ocupar las calles, de no dejarse ganar por el frio.

A las 3 de la madrugada es el turno de Facundo Garretón, el último indeciso. Había hecho una encuesta on line para definir su voto, cuyo resultado fue a favor del proyecto de ley. Pero Garretón contradice a las personas a las que él mismo consultó y vota en contra. Y entonces ya no quedan indecisos. El panorama es el peor. A las 4.30 el resultado es 128 en contra, 126 a favor, 1 abstención. A las 6.30 sólo se habla en términos épicos. Desde adentro los malos augurios no paran de llegar. “La única chance es que llamen de Casa Rosada y saquen a dos”, “estamos en el peor momento de las últimas 24 horas”. Y encima falta para que amanezca. Pero las pibas no se van. De acá no se va nadie.

Laura Salomé es periodista y feminista. Forma parte de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, y desde su lugar como comunicadora fue una de las encargadas de describir la marea con palabras. Durante los dos meses de debate en la sala 2 del Anexo C de la Cámara de Diputados, cubrió todo lo que pasó. “Relacionarse con el periodismo hegemónico nunca fue tan sencillo, cada pedido por WhatsApp terminaba en un corazón verde. Siempre tuvimos a trabajadoras y trabajadoras de prensa de nuestro lado. Durante los dos meses de audiencias fuimos la hinchada que abortó la neutralidad: las cámaras llevaban nuestros pañuelos”, cuenta a La Pulseada. El 13 de junio Laura no paró de trabajar. “La noche anterior me temblaba el cuerpo y hasta pensé que me iba a enfermar”. Trece años de militancia habían, por fin, llegado al momento en el que todo cobra sentido. Faltaba tan poco.

“Para ese día pensamos un espacio para la prensa –recuerda–. En la carpa de transmisión, donde además los colegas iban a poder ver a las compañeras de todo el país escuchar atentamente a diputados y diputadas argumentar sobre nuestro derecho al aborto. Y sobre todo contagiarse y relatar la pasión que hace a esta ola verde algo imparable. Sin embargo, ninguna empresa pudo asegurarnos la conexión de wi-fi que necesitábamos. El espacio colapsó porque todos queríamos estar en esa carpa. Y el 4G no funcionó. Improvisamos bunkers, caminamos varias cuadras y hasta fuimos a algún bar cercano a cargar baterías y robar conexión”.

Mientras Laura y las periodistas que estaban acreditadas intentaban registrar cada momento de la noche histórica, afuera la multitud se movía entre la euforia y la desolación. “Perdemos” y “ganamos” fueron las palabras que más se escucharon durante las últimas tres horas de esa noche donde el tiempo se desdibujó. Cada argumento en contra se parecía a “El día de la Marmota”, con falacias y motivos “religiosos y personales” que se repetían sin descanso, mezclados con momentos inolvidables como cuando la diputada radical Estela Regidor Belledone comparó a las mujeres con perras.

Durante dos meses el Congreso fue escenario de cuadros que para muchos pasaron desapercibidos, pero que hablan del poder, la magnitud y la potencia que este debate trajo a la escena pública de nuestro país. Desde el grupo de diputados y diputadas que formando parte de distintos bloques se juntaron para impulsar la ley con una mirada transversal y democrática de la política legislativa –dato de color, se autodenominaron “L@s Soror@s” y salieron juntos a la calle la madrugada del #14J–, hasta la legitimización de las nuevas generaciones de pibas y pibes que se meten en las discusiones con una fuerza que ilusiona.

El debate por el derecho al aborto seguro legal y gratuito es una pelea por lo que nuestra sociedad entiende sobre qué es ser mujer y por cómo el Estado va a posicionarse frente a esto.

El debate por el derecho al aborto seguro legal y gratuito es una pelea por lo que nuestra sociedad entiende sobre qué es ser mujer y por cómo el Estado va a posicionarse frente a esto. La exigencia de un sistema político que se ponga a la altura de la historia trae aparejada la posibilidad de empezar a mover el piso. Frases como “la maternidad será deseada o no será”, “mi cuerpo, mi decisión”, lejos de ser eslóganes propios de una moda, son ideas que estas nuevas generaciones vienen a plantearle al poder político. Cuando en un atril la estudiante de secundaria Ofelia Fernández les dijo a los diputados que “lo único más grande que la libertad es el odio a quien te la quita”, lo que les hizo ver es que las pibas también van por ellos, por esa clase política rancia que defiende intereses de instituciones que cada vez están más alejadas de la realidad.

A las 7.59 del jueves 14 finalmente salió el sol. Los nudos de mantas se desataron mientras las y los que se habían ido a dormir o resguardarse del frío vuelven a la plaza. Ahora las banderas de los partidos políticos se agolpan en la esquina frente a la pantalla para escuchar las últimas exposiciones. Hace unas horas perdí a Pau, Cris y el resto. Me fui a buscar un baño y Nico, que vive en un edificio frente a la plaza y no puede creer lo que está pasando, me abrió las puertas de su casa para que pueda calentarme los pies, cargar el teléfono y tomar un té.

Cuando bajamos, la calle ya es otra. Los fuegos se están apagando y sólo quedan algunas brasas ardiendo. Me acompaña a buscarlas, pero ya no podemos avanzar. Nos abrazamos fuerte y él se vuelve. Estoy nerviosa. Intento pasar hacia donde sé que están, ahí con las banderas verdes de la campaña. Un trapo grande del MST se tiene que correr frente al pedido de un grupo de chicas que lo único que quieren es ver la pantalla. Mientras intento avanzar pienso que no puedo creer que se va a votar y no voy a tener con quién abrazarme, pero miro alrededor y pienso que me voy a terminar abrazando a todos los que tenga al lado. De repente levanto un poco la cabeza y veo el gorro de lana de Pau a 5 metros, que parecen 500 porque no cabe un alfiler en este nudo de brazos y piernas. Por lo menos ya no hace tanto frío.

Son las 8.13. Seguimos dos votos abajo y no sabemos qué va a pasar. “Mirá el tuit de Ziliotto”. Un amigo escribe desde adentro del Congreso en un celular que contra todos los pronósticos sigue con señal entre la multitud. Temblamos pero ya no podemos diferenciar si es el frío acumulado en más de doce horas a la intemperie o son los nervios inundando el cuerpo. A las 8.11 el diputado Sergio Ziliotto escribe en su cuenta de Twitter: “Junto a Melina Delú y Ariel Rauschenberger, los 3 diputados nacionales peronistas por La Pampa, votaremos a FAVOR de la despenalización del aborto”. Lo miro, se los muestro y nos agarramos de las manos. Vamos a ganar. Ya estamos llorando. Con 129 votos a favor, 125 en contra, 2 abstenciones y 1 ausente, la legalización del aborto tiene media sanción de Diputados.

Van a pasar los años, los gobiernos, los derechos ganados y peleados, y esta madrugada quedará para siempre como la que no queremos olvidar. “Todas las que estábamos ahí sabíamos que teníamos que comunicar lo que estábamos viviendo. Así pasamos la noche hasta que nos encontramos en el momento inmortal: frente a la pantalla, minutos antes de la votación, con nuestras banderas, al lado de las pioneras, y frente a las cámaras. Sabiendo que los números nos daban, que sólo nos quedaba disfrutar”, dice Laura.

Una hora después seguimos caminando por Callao hacia Corrientes. Sabemos que si nos desviamos unos metros podemos avanzar mucho más rápido, pero nadie quiere irse. La sensación de estar viviendo un momento histórico se siente en el cuerpo. Como flotar en un mar de fuegos que encendimos entre todas.

Lo que sigue: el Senado

¿Y ahora? La pregunta por cómo avanzará el proyecto en el Senado es la prioridad de las integrantes de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. El miércoles 20 los principales diarios nacionales publicaron una nota en la que se hacían eco de una versión: la vicepresidenta Gabriela Michetti, quien deberá dirigir la discusión en el Senado y es una declarada militante antiabortista, podría trabajar junto a otros sectores en una propuesta de “despenalización moderna”, y así evitar que se apruebe el proyecto aprobado por la mayoría en Diputados.

El jueves 21 de junio fue la primera reunión informativa con senadores y senadoras para definir cómo será el tratamiento en la Cámara Alta. “Lo primero que se discutió es que como Campaña estamos exigiendo que se trate el tema sin ningún tipo de dilaciones ni trabas. Queremos que se trate con la mayor celeridad posible”. Mientras decía esto Celeste Mac Dougall, referente del espacio feminista que impulsó el proyecto, se conocía la noticia de que Michetti había girado el proyecto a cuatro comisiones, entre ellas la de Presupuesto, presidida por el célebre ex ministro antiaborto Esteban Bullrich. Este hecho activó rápidamente los mecanismos que con gran eficiencia la Campaña ha puesto en marcha desde hace meses. Uno de ellos es el grupo de actrices argentinas que, aprovechando su visibilidad y reconocimiento, solicita reuniones con los distintos sectores políticos para generar presión en los legisladores. El viernes 22 Dolores Fonzi tuiteó “salimos de una reunión privada con @gabimichetti donde quedó clara nuestra preocupación por legalizar y no despenalizar, y por la dilación q las 4 comisiones pudiesen provocar. Gracias por recibirnos y por mostrar apertura en que se cumpla la voluntad de la mayoría”. El mismo día, Fundación Huésped publicó una nota firmada junto a otras organizaciones en la que sostenían que “girar el proyecto a 4 de las 27 comisiones (casi el 20 por ciento de las comisiones, integradas por más de la mitad de los Senadores) entre las que se incluyen las de Presupuesto y Hacienda y Asuntos Constitucionales, no parece más que una maniobra dilatoria para el tratamiento de una ley que apunta a mejorar la salud de las mujeres”.

Esta decisión –que la misma vicepresidenta tuvo que justificar en sus redes, algo inédito en la vida legislativa de nuestro país–, se interpretó como un recurso sin fundamento. Tanto durante las audiencias públicas con más de 700 expositores, como en las casi 24 horas de debate en la Cámara de Diputados quedó claro que no existen cuestiones constitucionales que discutir en este tema. Como en nuestro país el aborto es legal por causales desde 1921, no se entiende por qué se giró a la Comisión de Asuntos Constitucionales. Además, y este es el tema que mayor polémica generó, el proyecto no implica erogaciones presupuestarias que deban resolverse en forma distinta del tratamiento del presupuesto nacional. Y es por esto que el giro a la Comisión de Presupuesto y Hacienda sólo puede leerse como un intento de poner obstáculos. “Nosotras exigimos que el tratamiento sea cuanto antes porque las mujeres y las personas con capacidad de gestar siguen abortando en la clandestinidad”, expresó Celeste Mac Dougall.

Al cierre de esta edición, el “poroteo” impulsado por el portal EcoFeminita a través de un trabajo colaborativo, informa que a partir de declaraciones públicas chequeadas de senadores y senadoras, el proyecto de aborto legal pierde por un voto. Pero, como ya sabemos, nunca hay que subestimar la potencia de las mareas // LP

 

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