La comunidad

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Para caminar en la búsqueda de una sociedad más justa y fraterna, necesitamos construir colectivamente, ser capaces de “reciclar la vida” en medio del dolor y la injusticia, de resignificar los ideales continuamente. En definitiva, de darnos cuenta que la verdad no es algo revelado ni propiedad de nadie, sino que es una construcción comunitaria.

Desde hace casi un año, los educadores de la Obra del Padre Cajade venimos encontrándonos para pensar y repensar la práctica concreta en el trabajo con los pibes y las pibas de nuestro pueblo. El contacto con la miseria y con tanta falta de dignidad nos obliga a contenernos, a buscar respuestas conjuntas, a celebrar la vida que se escurre y aparece siempre en medio de la desesperanza. Analizamos nuestras fortalezas y debilidades, renovamos los ideales que nos dejó Carlitos y repensamos juntos esta Obra que debe dar respuestas nuevas a problemas viejos, que tiene que construir, desde los pibes, una sociedad para todos en donde sea posible la esperanza, la sonrisa, la infancia.

Esto que hacemos es la iglesia, la “ekklesia”, la asamblea en donde debatimos todo y consensuamos los caminos a seguir entre todos y todas. Donde no hay uno que manda y varios que obedecen, sino que decidimos colectivamente. Porque hoy Carlitos no está físicamente sino que vive en cada uno de nosotros. Todos y todas somos Cajade. Por lo tanto, nadie puede tomar decisiones absolutas, sino que todo debe ser consensuado. Aunque no nos hayamos dado cuenta, este es el Proyecto de Jesús de Nazaret, el Reino de Dios, una sociedad de iguales, una construcción desde abajo y entre todos, donde no hay jerarquías sino servidores de la vida, de la dignidad, de la justicia.

En este número de La Pulseada vamos a encontrar el testimonio de dos compañeros que construyen cada día este Reino, esta sociedad distinta: Cecilia Lee, hermana franciscana que desafía al dolor con los compañeros y compañeras de Villa Itatí, y Rubén Dri, ex sacerdote del Tercer Mundo que nos indica con claridad la hondura y la capacidad revolucionaria del proyecto de Jesús en este momento del país.

 

Construir juntos, desde y con los pobres de nuestro pueblo, es el camino para poder vislumbrar una Argentina nueva, en donde todos y todas nos sentemos a la mesa de la vida y de la dignidad. En donde, como decía Carlitos, “pensemos el mundo desde la Negri y no desde Macri”… Un país para todos y no para unos pocos.

También es necesario construir la iglesia entre todos los que crean que el poder viene de abajo, del pobre, aunque no crean en un dios. Esto contrasta absolutamente con una institución que se cree dueña de una verdad que no posee, que tiene la pretensión de dominarlo todo y a todos, con un discurso inhumano y antievangélico.

No dejemos de militar desde la periferia, desde el no-poder. No dejemos de posar nuestra mirada en cada chico al que le han robado la infancia por la miseria y la injusticia. Seamos capaces de hacernos uno con ellos, para que desde ellos y con ellos construyamos la liberación.

Antonio “Tony” Fenoy

 

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