Fiesta de cumpleaños con la magia del teatro

In Edición Impresa, La Obra a diario -
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–  Bien

– Maravillosa

– Genial, preciosa

– Espectacular

– Bien, linda

– Requetebién

Así de fácil les resultó a los chicos del Hogar de Cajade contar qué les pareció la obra “Babilonia, una hora entre criados”. Rosa, Caracol, Abigail, Mariana, Gaby, Jairo, Erica, Samuel, Cata, Emanuel, Fede, Daniel, Chicho, Néstor y Valeria fueron algunos de los pibas, pibes y pibitos que el 9 de abril llegaron al Taller de Teatro de la Universidad Nacional de La Plata para ver el clásico de Armando Discépolo. La idea fue juntarnos para festejar los 9 años de La Pulseada y los 25 del grupo teatral que comanda Norberto “Colorado” Barruti. Ese día, la función fue exclusiva para chicos y grandes de la Obra de Cajade.

Nos sentamos en nuestras butacas a las 9 de la noche y durante más de una hora, nos emocionamos todos, cada uno con su edad y su forma de ver el mundo. “Es un privilegio tenerlos a ustedes acá-, dijo el “Colo” Barruti cuando el escenario dejó de ser ficción –mi agradecimiento de siempre a La Pulseada porque yo ahí veo siempre a mi viejo amigo Cajade”.

“Viendo la obra, pensaba que desde la revista también buscamos que no haya gente arriba y gente abajo, que no haya gente que se enriquezca a costa de la miseria de los demás –contestó Carlos Sahade por La Pulseaday tal vez por eso nuestros caminos se cruzaron para que hoy estemos en este lugar mágico con gente mágica que nos abrió sus corazones y nos emocionaron”. “Una obra muy linda, muy bien actuada -se sumó José Cajade, uno de los hermanos de Carlitos-. Nos hicieron emocionar”.

La noche siguió con aplausos, choripanes, gaseosa, vino para los más grandes y la cumbia de Gilda de fondo, como regalo de los dueños de casa. Antes de irse, los chicos recorrieron cada rincón de la escenografía. No dejaron pregunta por hacer a los actores y algunos se pintaron la cara con “sangre”. Detrás de ellos, atajando restos de choripanes de dueños anónimos, caminaba Mariano, que con sus 16 años ya decidió seguir Periodismo. Con grabador en mano, hizo de cronista para La Pulseada Radio. Cuando terminó de recoger testimonios, también dio su opinión. “Impresionante. Te atrapa mucho la obra. El final fue el aplauso bien merecido para todos. Es la primera vez que los chicos están todos callados, casi mudos. Los personajes te metían en el  papel y te transmitían esos sentimientos, primero de impotencia, ganas de llorar, felicidad en pocas ocasiones… Esta bueno venir al teatro porque es algo cultural y ayuda para darnos herramientas a nosotros para poder salir a pelear el día de mañana”.

Los actores y el director estaban fascinados con los chicos, pero no sólo porque se habían portado bien sino por los comentarios que hicieron después de la obra. Oscar Molinari, el gallego José de Babilonia, repetía lo que le había dicho Jairo: “’Vos robaste porque estabas desesperado’ y yo siempre trato de mostrar que estoy desesperado pero ni siquiera un adulto me había transmitido una lectura tan perfecta de mi personaje”. El cocinero, ya de civil, contaba que “antes de la función el director nos había dicho que disfrutáramos de la obra y la disfrutamos… Había un ambiente especial: nos sentíamos bien y sentíamos que era mutuo con el público… No sé por qué pero fue el día que más disfrutamos… Había algo especial”. El “Colorado” Barruti tenía una explicación: “Mañana vos, yo y todos vamos a seguir haciendo las mismas cosas de todos los días y Cajade seguirá muerto, pero hoy acá estuvo Carlitos”.

Antes de irnos de la sala de 10 entre 54 y 55, cantamos los merecidos “feliz cumpleaños”. 25 velitas para el Taller de la UNLP y 9 para La Pulseada. Con las bocas endulzadas con las tortas que hizo Mónica de Chispita, Mariano seguía trabajando de periodista y grabando opiniones.

– Me gustó cuando se puso sangre.

– Ja, cuando se puso a comer una naranja el chico loco.

– La parte en que las dos chicas lloraron… La última parte me gustó.

– Me gusto la parte que el chico se golpeó acá y se puso pintura, colorante.

– Me gustó el chef porque inventó cualquier cosa… La chica me gustó.

– La que se cayó el chabón ese, el chef, el ayudante del chef… Se pegó un porrazo ahí.

“Cada uno con su fantasía, entendieron muy bien el mensaje”, concluye el Horacio Martínez, un rato antes, chef italiano.

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