El hambre es un crimen

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El 29 de septiembre se realizó en La Plata la marcha «El Hambre es un crimen», convocada por un colectivo de organizaciones que trabajan en temas de Niñez y Adolescencia, entre los que se encuentra Revista La Pulseada.

(Más info en la edición impresa de octubre)

Después de que la columna encabezada por los y las chicas entrara a plaza San Martín para llenarla de color, fueron ellos mismos los que leyeron un documento con sus reclamos:

“Marchamos porque en nuestros barrios falta más y mejor trabajo, porque los servicios públicos funcionan mal, porque aumentan los precios de los alimentos y, con eso, nuestra pobreza y la desigualdad. Porque la policía abusa de su poder y nos etiqueta, y porque no queremos que nos saque de nuestras esquinas. Porque en los barrios se consume mucha droga. Y los que se benefician a costa nuestro están arriba y son unos pocos. También marchamos para que haya mejor salud: mejor atención en los hospitales y las salitas.

Además, en nuestro barrio muchas de nuestras casas están a medio terminar, somos muchas personas en un mismo lugar, no nos llega el gas, faltan cloacas y agua para tomar. Nos gustaría tener una casa con un patio bien grande, para juntarnos con amigos y amigas. Hoy marchamos porque queremos vivir en un barrio sin basura y con calles de asfalto para que podamos salir, aunque llueva. Nos faltan más plazas para encontrarnos y canchitas para jugar, son esos los lugares donde nos sentimos cómodos y cómodas. ¿Saben por qué nos damos cuenta que no se interesan por nuestros barrios? porque las plazas del centro están mejor cuidadas que las nuestras. Y en el centro siempre hay ferias y cosas para hacer.

También marchamos para que entiendan que necesitamos que haya más trabajo para nuestras familias. No trabajo en negro: que es sin contrato, donde el patrón paga lo que quiere, sin obra social, sin sueldo fijo y sin tener vacaciones. Un trabajo piola.

Marchamos además para que nos reconozcan a los chicos y chicas que, además de estudiar, salimos a trabajar para llevar un plato de comida a casa. Queremos que la escuela se adapte a nuestros horarios y a nuestra realidad.

Marchamos para que se fijen que hay muchos pibes y pibas que no vamos a la escuela, a veces, porque no tenemos zapatillas. Y para que se fijen que las escuelas están en mal estado y que con frío no podemos pensar. La escuela es un lugar de contención zarpado, a muchos y muchas nos encanta nuestra escuela, pero muchas veces sentimos que no tenemos los aprendizajes que más nos gustan y disfrutamos más la educación que tenemos en nuestras organizaciones.

Marchamos porque en nuestros comedores queremos recibir mercadería de calidad, y porque además necesitamos productos frescos. Queremos lo que todo el mundo quiere: una mesa siempre llena, y también mucho más postre.

Salimos a la calle porque los medios de comunicación muestran una realidad que no es, nos etiquetan, nos discriminan, nos muestran vagos, malos o delincuentes. Por eso después la gente te ve pasando en moto y dice “ese pibe va a robar”. O a los pibes grandes los ven fumando un cigarro y ya piensan “esos pibes se están drogando”. Queremos que nuestras voces se escuchen también en los medios de comunicación.

Marchamos porque nadie nos tiene que decir cómo nos tenemos que vestir. Nos vestimos como queremos. A ustedes les molesta que seamos de barrio y que usemos visera, pero cada ropa pertenece a una época, la ropa es parte de nosotros/as y nos identifica.

Marchamos también porque los grandes nos enseñan a competir desde muy temprano, sobre todo en la escuela y también en los juegos. Pero nosotros y nosotras descubrimos que podemos cambiar las reglas de los juegos. Los juegos no tienen género ni colores. Basta de juegos para nenes y juegos para nenas. Un chico puede jugar a las muñecas y una chica a la pelota. Un chico puede usar el rosa y una chica el azul. Elegimos los colores que nos gustan.

Todas estas cosas que venimos a contar nos afectan, nos hacen sentir olvidados y olvidadas, inservibles, como sin valor. A veces, nos sentimos con las manos atadas, sentimos que nos manipulan y nos usan. Todo esto nos da bronca y odio. Afecta nuestros vínculos, y a veces juntamos tanta rabia que nos maltratamos entre nosotros y nosotras y hasta dejamos de valorar la vida. Pero hoy, no.
Hoy marchamos porque todos y todas participamos en la política y nos gusta saber de qué se trata. Nos gusta hablar de qué vamos a hacer con los gobiernos que gobiernan para que estemos peor. Porque los gobiernos dicen que, como somos chiquitas y chiquitos, no tenemos derecho a saber de política. Y cuando vamos a los municipios a pedir para que hagan una plaza en el barrio, no nos dan bolilla.
Por eso es importante romper eso, y defendernos resistiendo. Primero hablando y escuchando, que es como resolvemos los problemas. No a los golpes. Y Si tenemos un problema nos tenemos que juntar, no tenemos que ir solos ni solas. Y si después de hablar no nos escuchan tenemos que ir a hacer quilombo.

Hoy salimos a la calle porque no queremos que nos manejen la vida ni que nos elijan el futuro. No queremos que los adultos nos culpen por todo, no queremos que nos encierren ni castiguen. Queremos que no nos griten, que no nos insulten, que no nos reten, que no nos juzguen y que no se enojen. Porque cuando hacemos las cosas bien, tampoco lo reconocen. Que nadie nos quiera explicar nada, mejor que nos pregunten, que nos escuchen, que nos apoyen, que nos alienten. Queremos que nos acompañen y que nos cuiden.

Los pibes y las pibas tenemos sueños, proyectos, deseos y esperanzas. Queremos juntarnos para luchar por lo que queremos, porque los pibes y pibas no somos peligrosos ni peligrosas, estamos en peligro.
Si no abrís la cabeza, no te crece el corazón.

EL HAMBRE ES UN CRIMEN”.
(Documento elaborado por pibas y pibes de la Asamblea de Organizaciones de Niñez)

Fotos: Gabriela Hernández y Francisco Martínez

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