“Creamos la resistencia con teatro comunitario”

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El grupo cultural Los Okupas del Andén, que ensaya en la Estación Provincial, cumplió 14 años. Solidaridad, militancia, transformación, son algunos de los lemas del colectivo que es uno de los pilares del circuito cultural Meridiano V. Sus integrantes, que ahora son también vendedores de la revista, cuentan a La Pulseada cómo fueron sus inicios.

 

“Tengo en mí todos los sueños del mundo”
Fernando Pessoa

 

Por Leo Coda
Fotos: Luis Ferraris

El grupo de teatro comunitario Los Okupas del Andén festejó los 14 años desde su primer encuentro. Surgido en el seno de la Estación Provincial recuperada por los y las vecinas, sus integrantes se reunieron como cada sábado en 17 y 71, epicentro del Circuito Cultural del barrio Meridiano V de La Plata. Banderines de colores, juegos, risas y personas de todas las edades fueron los protagonistas de una tarde de conmemoración, diversión, tortas y mates. Del gazebo que les protegía del sol primaveral surgía un reclamo: que Santiago Maldonado aparezca con vida.

La Pulseada dialogó con cinco miembros del grupo, que hace unos meses comenzó a vender nuestra revista. Los Okupas recorrieron parte de la historia del teatro comunitario, de sus propias trayectorias y de los objetivos que se plantean. También trazaron un paralelismo entre la situación del país y la forma de hacer cultura que representan. Coinciden en que nos encontramos en un período de crisis y por eso se reafirman en conceptos que además son inherentes al teatro comunitario: resistencia, solidaridad, militancia, transformación, pluralidad.

Irene Vega manifiesta que “como grupo estamos atravesados por la actualidad” y que “lo que estamos viviendo es un tiempo de ajuste, falta de trabajo, despidos y persecución política”. Por su parte, Miriam Quevedo Peña agrega que “tenemos un compromiso con el trabajador, con la mujer y con los viejos”. “Es que lo que pasa en el país repercute en el grupo. Si el país está bien, el grupo está bien. Pero cuando el país está mal, eso nos golpea”, plantea Ulises Moyano .

Alicia: «Se nos retacea la ayuda del Estado»

Emilia Iacovino advierte que el teatro comunitario es un espacio de comunicación que alcanza su mayor dimensión en situaciones sociales complejas. Por eso cree que el “Argentinazo” de diciembre de 2001 dejó una huella para la dramaturgia popular. Las experiencias colectivas que surgieron, llevaron a que sectores que antes eran observadores pasivos se convirtieran en hacedores y crearan nuevas redes de organización. Esta mujer de 57 años afirma que en aquel tiempo “la gente empezó a tomar las calles y a ocuparse de sus propios problemas junto con el vecino y el resto de la comunidad”, y sugiere que “el teatro comunitario era el lugar ideal para eso, porque además de permitir reunirse para hablar sobre qué se quería contar a través de una obra, daba pie a establecer un compromiso desde lo ideológico y lo político a partir de un proyecto colectivo”. Es decir, el teatro comunitario “permitía argumentar desde una tribuna las cosas que le pasaban. Y era, además, un espacio de contención”.

Los Okupas comparten el análisis de que “durante el período kirchnerista se avanzó en la solución de problemas y el pueblo comenzó a sentirse más representado. La sociedad dejó de buscar espacios alternativos y empezó a militar en organizaciones políticas tradicionales”.

Emilia denuncia que el neoliberalismo vuelve a acechar bajo el rostro del cambio, aunque esa situación todavía no se traslada a una masiva participación comunitaria: “Creíamos que con la vuelta al individualismo y al defender el kiosco de cada uno, la gente iba a volver, pero no fue así. No sabemos si ha buscado otros canales o se escondió en su casa para que el televisor le diga qué hacer. Pensábamos que iba a haber una explosión otra vez. Quizá se esté gestando y explota dentro de unos años o quizá se transforme en otra cosa”.

 

Herramienta de transformación

El teatro comunitario es una práctica artística con 34 años de desarrollo en el país. Catalinas Sur fue el primer grupo que surgió, tras el terror y la censura. A mediados de los ’90 se construyó El Circuito Cultural Barracas y fue luego de 2001 que los grupos se multiplicaron y hoy son más de cincuenta. La dramática situación que transitaban los argentinos abrió un resquicio en la percepción que las personas tenían sobre la participación, y el teatro comunitario permitió adscribir a una idea de cambio asociada a los lazos comunitarios y a la construcción en conjunto.

Una de las características del teatro comunitario es que refleja situaciones que están en la memoria de los protagonistas y de los espectadores. Recupera historias específicas de grupos de personas pertenecientes a un barrio o pueblo. Se trata de una manifestación cultural realizada por vecinos y para vecinos, de todas las edades y condiciones sociales.

Irene tiene 35 años y se siente orgullosa de ser parte de esta construcción. “Tenés que transitar por estos espacios para comprender lo que significa el teatro comunitario. Yo estaba buscando hacer teatro. Llegué acá pensando que me iba a encontrar con talleres y cuando conocí a Los Okupas del Andén no me quise ir más. Nosotros somos una familia, tenemos nuestras diferencias, discutimos, pero todos queremos lo mejor”. Esto permite que “siempre haya un crecimiento personal, además de colectivo”.

En el teatro comunitario, los propios vecinos se representan en una obra creada en conjunto. “Con esto buscamos incidir en la constitución de una identidad en el barrio”, resalta Ulises. Y es que lo que se recupera no es el pasado en sí mismo sino un sentido sobre ese pasado. Además, este estilo artístico parte de la idea de que es una práctica de transformación social. En ese cúmulo de situaciones, los vecinos se convierten en historiadores y analistas de la realidad, en la medida en que indagan una visión de la historia y del presente para pensar un futuro posible.

Ulises: «Lo que pasa en el país, repercute en el grupo»

Ulises tiene 11 años y apareció por primera vez en escena con su mamá cuando tenía apenas meses. Explica que “a diferencia del teatro tradicional donde hay un director que organiza la obra y establece todo lo que tiene que hacer cada persona, el teatro comunitario permite que haya democracia en el grupo, tiene una organización horizontal, todos discutimos todo, somos todos iguales y aportamos todos”. El teatro comunitario incentiva los lazos sociales en el seno de la comunidad de la que es parte, y apunta a que el barrio sea una unidad comunitaria, en la que el arte no está escindido de la vida de la gente.

“Los personajes de estas calles, van poniendo color”

Alicia Erregue recuerda que, junto a su compañero de toda la vida, fue la primera persona que se acercó a la convocatoria lanzada por vecinos de Meridiano V a la construcción de un grupo de teatro comunitario. Lo soñaban como parte de la gesta de recuperación histórica y cultural que se había iniciado en 1998 en la vieja estación provincial del ferrocarril bonaerense.

Ese día se sintió engañada. Caminaron por el barrio que aún conserva sus caserones antiguos, sus grandes farolas y calles de adoquines y llegaron al encuentro del primer piso de la estación. “Creía que éramos muchos porque se juntaron catorce personas. Sin embargo, solamente habíamos ido nosotros y los coordinadores del espacio, ya que el resto eran amigos suyos que habían llegado para que no nos asustáramos y nos fuéramos. Eran soportes”, dice Alicia, de 71 años, en términos teatrales. Se fueron de la reunión con una tarea: convocar a más vecinos.

Entonces, se les ocurrió invitar al espacio a gente del barrio que hubiera trabajado en el ferrocarril o lo hubiera usado como medio de transporte, para que contara sus recuerdos. Así nacieron las jornadas Mates con Historias. “Vino muchísima gente. Las señoras venían con pastafrolas y sus termos. Mientras ellas hablaban nosotros tomábamos nota sobre las experiencias que contaban y con esa información se pudo escribir la primera obra que tuvimos: Historias Anchas en Trocha Angosta”.

Irene: «Estamos viviendo un tiempo de ajuste»

Irene indica que con Historias Anchas “hablamos de la inauguración del ferrocarril bonaerense y de su cierre, de los pueblos que quedaron desolados cuando dejó de pasar el tren, de los pobres y de un montón de gente que se quedó sin trabajo, en el marco de un contexto tremendo”. Con esa propuesta “tratamos de mostrar lo que pasó con un poco de humor para que el público sienta lo triste que fueron esos tiempos pero a la vez pase un buen momento”.

Actualmente, Miriam vive en Villa Argüello, Berisso. Hace 64 años nació en un pueblo del interior bonaerense por donde pasaba el ferrocarril de trocha angosta. Recuerda que “cuando era chica nos acercábamos a la estación a ver si llegaba o salía el tren. Sólo esa situación era una fiesta para todos nosotros”. Ahora se lamenta porque “esos pueblos quedaron a la vera de Dios”.

En ese marco, Irene analiza que con “el gobierno anterior se avanzó mucho en la recuperación de los trenes y creíamos que nuestra obra se había agotado”. Sin embargo, se indigna porque “los viejos problemas se vuelven a repetir”. Y, en ese marco, repudia el decreto presidencial que delega en el Ministerio de Transporte “la facultad de clausurar ramales ferroviarios en forma definitiva y proceder al levantamiento de las vías y demás instalaciones ferroviarias”. Por ese motivo, plantea que “vamos a seguir manifestando nuestras demandas con la obra y nuestras presentaciones. El arte, es la forma de hacer política que tenemos nosotros”.

Otras obras

Miriam: «Los viejos problemas se vuelven a repetir»

Los Okupas del Andén construyeron tres piezas teatrales. Miriam recuerda La fiesta electoral: “Formamos dos candidatos con su grupo de colaboradores y asesores. Cada uno tenía su programa de gestión, y la gente después votó”, sostuvo. “Esa vez el público votó bien -dice Alicia- porque ganó mi marido que era un hippie”. Por otro lado, Ulises indica que también hicieron Postales Barriales, que mostraba cómo se reconstruyó el barrio Meridiano V tras el cierre del ferrocarril. “Pero no nos terminaba de convencer y la dejamos de hacer”, cuenta. 

En otros momentos, Los Okupas contaron con otros medios de difusión, como una revista y un programa de radio. Todos los años participan del espacio Teatro x la Identidad, creado en 2000. Se trata de un movimiento de actores, dramaturgos, directores, coreógrafos y productores que se inscribe dentro del marco del teatro político, y es uno de los brazos artísticos de Abuelas de Plaza de Mayo. Irene suma que “la mayoría de las veces adherimos a actividades que nos atraviesan, como las movilizaciones por los Derechos Humanos, el Ni Una Menos, como así también articulamos con otras organizaciones, grupos de teatro, visitamos otros pueblos”.

Pero además, como el teatro comunitario es autogestivo, Los Okupas del Andén se financian haciendo un sinnúmero de actividades. Pasan la gorra en los espectáculos que llevan adelante, hacen rifas, mesas de dulce, buscan subsidios del Estado. Pero a veces todo eso no alcanza y Alicia recuerda que “una vez estábamos sin nada de guita. Entonces se nos ocurrió hacer un desfile en el barrio. Convocamos a los vecinos, pusimos una alfombra roja en la estación y contamos con un locutor que hacía de presentador. Con la ropa que actuamos hicimos una feria americana”.


Nuevos desafíos

Cuando La Pulseada les consultó cuáles son los desafíos que se proponen de cara al futuro, Ulises no dudó en tomar la palabra: “Estamos trabajando para terminar una nueva obra”. Tiene la ilusión a flor de piel. Es que este niño de 11 años es quien lleva adelante el guión del proyecto. Adelanta que la nueva propuesta “no se va a referir a la historia del barrio ni del ferrocarril sino a las dificultades que tenemos en la actualidad” y, en ese sentido, puntualiza que “la problemática de género va a estar presente”.

También, en esta etapa, buscarán sumar a más compañeras y compañeros al grupo. “Nos gustaría llegar a los 50 que éramos antes”, dice Alicia, quien plantea que en la actualidad son cerca de 25. En tal sentido, Irene reconoce que “estamos saliendo de una crisis grupal, pero somos resistentes y confío que vamos a poder atravesar este proceso hasta llegar a nuestros objetivos”.

Además, plantea que con el nuevo escenario político, “los espacios culturales y sociales quedamos solos”. Alicia ratifica la afirmación y plantea que “se nos ha retaceado toda la ayuda del Estado que deberíamos tener” como espacio cultural. Emilia agudiza el análisis e indica que “con los defectos que ha tenido el gobierno de Pablo Bruera , teníamos una relación de ‘te doy’ o ‘no te doy’ pero con apoyo discursivo. Entonces no estábamos esperando la piña como ahora”. En estos momentos, sentencia que “nos están pasando cosas terribles, nos invaden nuestros espacios sin respeto, se prioriza lo comercial. Y todo eso es una agresión para el trabajo de los vecinos”.


Recuperado por vecinos

La destrucción del ferrocarril provincial en 1977 es uno de los ejes de las obras para Los Okupas del Andén. Para ellos, la cabecera de 17 y 71 donde funcionaba el Provincial se convirtió en “una vieja estación que alberga todos los fantasmas y un tiempo de esplendor. Aquellas filas infinitas, recuerdos sólo son…”. Y el barrio de Meridiano V, como tantos pueblos, perdió no sólo su fuente de trabajo y su medio de transporte, sino también los lazos afectivos y su identidad. Pero en 1998, un grupo de vecinos de la zona tomó el edificio y formó el “Centro Cultural Estación Provincial”, con la finalidad de preservar su historia y la del ferrocarril, apostando a la recuperación barrial a través de la cultura, la solidaridad y la memoria viva.

 

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