Arrancó el “Plan de Socios” de Cajade

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111-Maxi-PlanSociosMientras las deudas del Estado provincial con las organizaciones que trabajan para la niñez crecen, los emprendimientos de nuestra Obra siguen adelante atendiendo a más de 300 pibes y pibas. Para poder sostener esa ayuda hubo que reflotar una vieja idea del cura: una red de adherentes que colaborarán con una cuota solidaria. El armador del plan cuenta de qué se trata.

Por Daniel Badenes

Maximiliano Moreno todavía guarda la cartulina roja con papelitos pegados que llevó el año pasado a su primera reunión con integrantes de la Obra, cuando empezó a gestarse este proyecto. “Estaba todo relacionado: la administración, la gente, distintos conceptos… Me nació en el momento relacionar todo y presentarlo así…”, reconstruye. Menos de un año más tarde, con la decisión tomada y la colaboración de varias personas, el Plan de Socios es un hecho: el primer mes se sumaron 300 adherentes que ya hacen un aporte monetario, pequeño o grande, para sostener los 10 emprendimientos sociales y productivos que integran la Obra fundada por Carlos Cajade allá por 1984. Se calcula que para fin de año habrá unos 1.800. “Yo no estudié ninguna carrera, pero fui tomando lo que yo veía y creía que sería conveniente para llevar adelante un plan de socios. Para mí es un logro porque mucho de lo que yo creía lo aporto acá”, cuenta Maxi.

En este proyecto se cruzan la experiencia adquirida en empresas con las que ahora plantea un límite ético y su propia historia, en la que temprano aprendió lo que era el hambre. “Yo me crié en la calle, estuve desde los 7 años hasta los 13, y me siento en la piel de cada pibe, qué es lo que siente y qué es lo que quiere”.

Criado en Los Hornos, siendo el menor de seis hermanos, se pasó trabajando más de la mitad de sus 30 años de vida. Hizo de todo: vendió forrajes; distribuyó gaseosas; pasó por supermercados y carbonerías; fue canillita; repartió diarios en la madrugada; cargó y manejó camiones; fue cuidacoches y luego chofer; fue panadero y también pizzero.

—De una pizzería me echaron porque tiré una pizza que estaba caliente, sin querer. Tenía 15 años. Y la dueña me vio y me dijo: “¡¿Qué hacés, estúpido?!”. Yo tengo un problema con que me insulten… Me choca mucho que la gente no tenga sentido de la ubicación. Ese día me fui llorando de 149 y 44 hasta 47 y 170, que vivía mi abuela. Mi abuela me dice: “Quedate tranquilo, ya vas a conseguir algo mejor”.

Por ese tiempo, Maxi hizo tareas comunitarias con un grupo religioso que dependía de la iglesia San Cayetano. “Tenía muy buena relación con el padre. Por ahí no podía pagar la cuota del colegio y me la bancaba el chabón. ¿Me entendés? Y yo sabía las necesidades que tenía cada pibe. Trabajaba con 16 chicos. Hacíamos apoyo escolar… algo muy básico. Iba todos los domingos, durante dos años”.

Después lo echaron del colegio, dice, “por sindicalista”. “Decían que yo tenía ideas que no iban con el lugar”, cuenta ahora Maxi.

—¿Qué tenías de sindicalista?

—Creo que defender los derechos de los alumnos. Decían que éramos muy chicos para poner nuestra voz en alto. Según ellos, nosotros no podíamos superar el nivel intelectual ni el tono de voz ni la postura de las personas…. Yo siempre fui de decir lo que pensaba. Eso me pasó en el último trabajo que tuve. Así fue que un día llamé para retirar la cobranza y me dijeron que no había cobranza para mí. De un día para el otro. Ahora quiero tomar esas ideas para explotarlas en otro lado, con buenas intenciones.

Desde junio, Maximiliano está encargado del flamante Plan de Socios. Un proyecto mentado para lograr una fuente de sustento para los distintos emprendimientos de la Obra de Cajade, ante un ninguneo del Estado cada vez más preocupante. “Este emprendimiento yo lo quise hacer con otras instituciones y no tuve la oportunidad, porque… no les convenía mucho. Eran empresas. Y mis ideas, mis puntos de vista eran como más humanos, ¿entendés?”, explica Maxi.

La gran estafa

Entre sus tantos trabajos, Maximiliano fue cobrador en esas entidades comerciales que, dicho en pocas palabras, hacen negocios con la solidaridad de la gente. Estuvo cuatro años en una que vendía bonos en nombre de la Asociación de Padres de Ayuda al Cardíaco (APAC) y del hospital San Martín. “Íbamos todas las mañanas a dejar dinero. Nos daban unos troqueles, con todos los detalles de la gente para ir a cobrar. Yo llegué a tener 2.500 personas. Era el que más tenía en la historia de la institución. Los promedios de cobradores son de 800 personas. Yo le dedicaba mucho tiempo: ¡2.500 personas es una bestialidad para una persona que labura en 22 días!”, se enorgullece Maxi antes de narrar el lado oscuro de esas empresas: trabajaba en negro, tenía que poner su propia moto, no podía chistar si sufría un robo y le restaban “puntos” por cualquier inasistencia. Incluso, por ejemplo, cuando faltó un día para ir al velorio de su hermana. Y lo peor: la estafa a instituciones de bien público y a personas solidarias, de la que fue cada vez más consciente.

“Si yo laburo para alguien, me pongo la camiseta —describe—. ¡Yo me ponía la camiseta del lugar! ¿Entendés? Entonces quería aportar puntos de vista y planteaba las cosas que me parecían mal… Pero nadie tomaba en cuenta lo que yo pensaba. Me decían que si quería cambiar la política de la administración que pusiera mi propia empresa. Eso a mí me dolió en el alma. Me acuerdo de que cuando tenía 15 un vecino de mi mejor amigo vino y de la nada me dijo que por mí no daba dos pesos. Y yo eso me lo acuerdo cada día de mi vida. Esto es lo mismo. Te clavan un puñal si vos estás aportando algo. Esas cosas te quedan”.

En esa época también trabajó —durante muy pocos días— en la cobranza de bonos que supuestamente beneficiaban a la Asociación Pro Rehabilitación Infantil La Plata (APRILP) y al Hospital del San Juan de Dios. “Después supe que el tipo que me había contactado ya se le había vencido el contrato. Él seguía cobrando lo mismo. Era una estafa”, resume Maxi.

El relato de los manejos turbios en este tipo de cobranzas no termina ahí: “Vos sos el director del hospital; yo soy la empresa, te ofrezco: ‘Mirá, yo te voy a dar el 15% de las ganancias que obtenga usando tu nombre. Vos no te preocupes por la modalidad de trabajo; a vos te va a llegar el 15%’. Pero ¿el 15% en base a qué? A lo que la empresa te dice que recaudó. Y es mentira. ¿entendés?”.

—Y la gente que colabora no se imagina nada de eso…

—¡No! ¡La gente está convencida de que está colaborando con el hospital de Niños! La gente, el 90%, me animo a decir el 95%, está convencida de que todo lo que entrega va para el Hospital. ¡Si supieran! ¡Que lean los diarios! Hay abrazos simbólicos porque no hay insumos. Hay paros porque los sueldos son bajísimos. ¿Dónde vive la gente? ¿Y quién hace algo para desmantelar esta empresa de estafadores, para que deje de hacer eso?

—Para hacerlo gráfico: un tipo que se asocia a APAC, a través de estas empresas, ¿cuánto paga por mes?

—Fue variando a lo largo de los años. Hoy la cuota mínima es 50 pesos… Si querés un número te lo digo: ellos recaudan 6 millones y medio de pesos por año. Entre las dos instituciones: APAC y el hospital San Martín. Eso es lo que recaudan. ¿Y no tienen una sábana para darle a una mamá que sale de la maternidad?

—De los 50 pesos que pone una persona, ¿cuánto llega al hospital?

—Un peso le llegará. Ponele.

Maximiliano alterna su indignación con la búsqueda de invertir el sentido de lo aprendido, para que la solidaridad sí llegue a buen puerto. Mientras se termina de montar el humilde local del plan de socios, en calle 50, con un escritorio y una computadora donados, recuerda cada engranaje de las empresas dedicadas a la estafa: “Más de 20 mujeres trabajando en horarios rotativos, llamando por teléfono. Esa es la parte de los telemarketers. Cuando ves en el diario ‘solicito vendedora para institución de bien público’… ¡no mientan más! De última, decí ‘necesito vendedor para empresa que trafica con los sentimientos de las personas’”.

—Y si uno decide colaborar con la Obra de Cajade, ¿qué diferencia hay?

—Tiene varias diferencias. La principal es la buena leche. La ética y la coherencia. Acá no hay una empresa. No hay fines de lucro. Aquellos son estafadores que estudian para que la gente no se entere de nada. Nosotros vamos a tener que mostrar esa diferencia. Entonces planteamos un boletín informativo. Ya con la primera cuota les estamos haciendo llegar uno, que en principio cuenta lo que se está haciendo actualmente, con direcciones y teléfonos. Luego tenemos que plantearnos objetivos: ir mostrando mes a mes lo que se va a haciendo y lo que queremos hacer, tanto para la gente como para nosotros. El boletín tiene que mostrar los avances e invitar a los adherentes a cada actividad que haga la Obra. Yo mismo quiero estar presente en todo lo que se haga: para poder estar más empapado y para poder transmitirlo a la gente… Otra cuestión a destacar es que nosotros no sorteamos nada, porque no estamos para eso. La plata que se recauda es para sostener los emprendimientos de la Obra, no para que alguien se gane un auto o cualquier otra cosa.

—Volvamos sobre la persona que pone 50 pesos. ¿Cuánto queda para la Obra?

—El 85%. Mi trabajo vale el 15%. Invertimos la proporción… Yo que fui cuatro años usado por una empresa, que me explotaron a mí como persona, te puedo decir: entre todas las empresas que trabajan para hospitales y otras instituciones de acá de la ciudad es muy difícil que se geste algo como lo que se está gestando acá en la Obra del padre Cajade.

 

Cómo funciona

El mes pasado arrancó la primera campaña para sumar socios adherentes a la Obra del padre Cajade. Los primeros se sumaron después de escuchar en su teléfono un mensaje pregrabado, enviado gracias al soporte tecnológico que brinda desinteresadamente la empresa Multifon. Quienes manifiestan interés en colaborar reciben otro llamado, al día siguiente, en el que Cecilia Cajade o Mariano Sasiaín les explican los alcances de la campaña y responden sobre cualquier duda.

La adhesión “familiar” tiene distintos montos, a la medida de las posibilidades de cada uno: pueden ser aportes de 30, 50, 100, 200 o 300 pesos mensuales.

Los interesados en ser “socios” de la Obra pueden llamar al 452-3087, de lunes a viernes de 9 a 18, o escribir a obradelpadrecajade@hotmail.com.

Importante: en simultáneo al inicio de esta campaña se terminó el contrato que una empresa tenía hacía tiempo para vender rifas en nombre de la Obra. Por eso cualquier rifa que se ofrezca en nombre del hogar de Cajade es falsa. La forma de colaborar con dinero es el Plan de Socios.

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