“Estamos demostrando que sí merece la pena luchar”

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Desde comienzos de este año, otro pueblo argentino se plantó contra el proyecto megaminero. En La Rioja, la trasnacional Osisko Corporation planea volar el cerro Famatina para extraer oro y plata, pero con el lema “No pasarán” el corte de ruta que se transformó en pueblada se defiende del envenenamiento y el saqueo de su territorio. “Podemos vivir sin oro, no podemos vivir sin agua”, resume ante La Pulseada una de las primeras mujeres llegadas al acampe en Alto Carrizal. Y tres especialistas analizan un conflicto que marcó el verano y trasciende lo ambiental.

Por María Soledad Iparraguirre

2 de enero de 2012. Seis y media de la mañana. Cuatro mujeres llegan a Alto Carrizal, en Famatina, provincia de La Rioja, e inician un corte de ruta que impide a la minera canadiense Osisko Mining Corporation comenzar con la exploración y explotación del cerro. Cuatro mujeres que, acompañadas luego por todo un pueblo, comienzan a escribir otra página de una historia marcada a fuego entre saqueos y resistencias.

Los departamentos riojanos de Chilecito y Famatina resisten pacíficamente la depredación agresiva de sus recursos naturales. En el corte se alza un grito cordillerano único y experimentado: “¡El Fama no se toca!”, “¡Somos la vida, somos la paz, somos el pueblo! ¡No a la megaminería!”.

La megaminería, lo saben, provoca contaminación ambiental y humana. Saquea los recursos naturales. Devasta los territorios. La modalidad “a cielo abierto” implica dinamitar los cerros con miles de toneladas de explosivos y extraer el mineral con cianuro (un proceso denominado extracción por lixiviación con cianuro). La resistencia popular a este proyecto no es reciente. Los asambleístas buscan despertar conciencias desde hace más de siete años. Hoy lo han logrado y es el pueblo el que se defiende en las calles, como viene ocurriendo en otras localidades, a lo largo y a lo ancho del país, desde 2003.

El 16 de enero pasado, el “día D”, vencía el plazo para que la Osisko comenzara con la exploración. Se temió por la anunciada militarización de la zona y un desenlace represivo. La empresa dio un ultimátum al gobierno provincial y trabajadores mineros se presentaron en el lugar para intentar arrancar con la exploración. Así como llegaron debieron marcharse. Se vivieron momentos de extrema tensión —de hecho, muchos se acercaron para garantizar la seguridad de la pueblada— aunque primó la cordura de un poder político que se siente acorralado.

Desde este pequeño rincón del mundo…

Gabriela Romano es una de aquellas cuatro mujeres. Docente de historia, a través de su lucha cotidiana pone a prueba el lema que la identifica: “Si la vida que vivimos no es digna, la dignidad es luchar para cambiarla”. En diálogo con La Pulseada, señala: “Desde este pequeño rincón del mundo, sabemos que podemos luchar contra lo que quieren hacernos ver como causas perdidas: nuestra digna resistencia, nuestra digna rabia. Estamos demostrando que sí merece la pena luchar”.

Una bandera extendida de lado a lado en el camino hacia el cerro Famatina demarca el territorio. Por allí no pasarán ni mineros ni funcionarios. Setenta carpas componen el paisaje del corte en Alto Carrizal. La carpa mayor oficia de despensa; allí se acumulan el pan, la carne y las verduras que cada día les donan comercios y huertas locales. Una olla gigante mantiene el agua lista para las mateadas infinitas, los almuerzos y las cenas de quienes permanecen firmes al pie del cerro. Y durante el día hay apoyo escolar, mesas de dibujo y talleres de canto y danza para los locos bajitos que están allí con sus padres.

A los que llegan de visita a acompañar la medida les cuesta irse. Esa energía, esa mancomunión gestada en la convivencia diaria entre hombres y mujeres que se conocieron en la batalla contra la trasnacional y un gobierno entreguista invita a quedarse. A defender al cerro y la vida. Los que no pueden prolongar su estadía en el campamento se marchan con el sabor amargo de la despedida de un ser querido.

Por quién doblan las campanas

En aquel pequeño rincón del mundo la Iglesia está con el pueblo. Garantiza y refuerza la mancomunión. El cura párroco Omar Quintero se mantiene al frente de la protesta y, si la empresa o las fuerzas de seguridad intentan ingresar al corte, comienzan a sonar las campanas para que todos salgan de sus casas o trabajos, a la hora que sea, a defender su cerro.

El 2 de febrero, al cumplirse un mes de corte, una multitud marchó hasta los pies del Cristo del Portezuelo. En plena movilización comenzó el repiqueteo: la Policía había llegado al Alto. A pie, en coches y en colectivos, seis mil almas subieron de inmediato al corte e impidieron otra represión.

La escuela también es uno de los escenarios del conflicto: el gobierno provincial especula con que el corte se debilite cuando empiecen las clases y tiene programado ofrecer, a través de “equipos técnicos”, material para que los alumnos comprendan el desarrollo económico y social que traería la mega explotación minera.

La entrega de cartelería, folletería y juegos didácticos sobre estas bondades es una estrategia estatal y empresarial ya usada —y denunciada—, durante conflictos similares, al menos en Andalgalá y Chubut. Pero Gabriela Romano asegura: “En el aula estamos nosotros y los chicos, y los docentes están comprometidos con la defensa de la vida, si bien hay muchos que le temen al ingreso de ese material. Pueden entregar lo que quieran; los chicos, sobre todo en la escuela media, nos interpelan permanentemente. Por más que ingrese material del oficialismo, tenemos el programa Conectar Igualdad y eso les juega en contra: internet es una fuente de divulgación de conocimiento que se le escapa de las manos al poder político”.

De espaldas a su pueblo, Luis Beder Herrera, gobernador de La Rioja desde 2007, parece desconocer la pacífica rabia de famatinenses y chileciteños, que cuentan con el antecedente de haber permanecido dos años en un corte ininterrumpido por el que otra minera canadiense, la Barrick Gold Corporation, decidió recular. “La idea que se planteó en la asamblea es mantener el corte en el Alto Carrizal hasta que se anule el convenio con la Osisko. Tenemos experiencia y resistencia, y vamos a continuar acá hasta que Beder Herrera confirme la anulación”, se enorgullece Carina Díaz Moreno, otra referente del corte.

Lo harán “cueste lo que cueste”, reafirman los vecinos, por si quedan dudas.

Dios y la Patria te lo demanden

En marzo de 2007, una crisis institucional sacudía a La Rioja producto de la interna del Partido Justicialista y un creciente conflicto ambiental. El entonces gobernador, Ángel Maza, estaba acusado de corrupción por la firma de un convenio para que se explotaran los yacimientos del Famatina. Herrera evaluó el convenio entre la Barrick y la empresa local Yamiri S.A como “el despojo más grande que ha sufrido el pueblo riojano, porque se entregaron minas que eran del Estado” y, con un control casi absoluto de la Legislatura, logró la destitución de Maza.

Ya como gobernador, un proyecto que él había impulsado para prohibir la minería a cielo abierto y con uso de cianuro y otros tóxicos se convirtió en la ley 8.137. Pero ésta no duró demasiado: él mismo la derogó para permitir la explotación a cielo abierto en toda la provincia. Casi 3.000 personas se movilizaron a la plaza Caudillos Federales al grito de “¡El Famatina no se toca!”, pero Herrera continuó con su activa política pro minera.

En agosto de 2011, Energía y Minerales Sociedad del Estado, un organismo provincial creado en 2008, firmó un convenio para que la Osisko explotara a cielo abierto el Famatina. Desesperado por torcer la voluntad popular y continuar con el proyecto, el gobierno apeló a medidas que rozan lo grotesco. Por ejemplo, el envío de mensajes de texto sobre los beneficios que traerá la voladura del cerro; entrega de remeras con leyendas pro megaminería (prendas rechazadas por los vecinos de Vichigasta); publicación de suplementos mineros en medios de comunicación oficialistas; amenazas de quita de subsidios, planes o cobertura social a beneficiarios de éstos que acudan al corte de ruta.

En otra jugada para socavar la protesta, la provincia canceló el envío de fondos a Famatina, cuyo intendente, Ismael Bordagaray, se pronunció del lado de los asambleístas pese a haber llegado a su cargo por el Frente para la Victoria. “Hay leyes que deben ser cumplidas; más allá de que yo tenga una forma de pensar, no se puede tener de rehén al pueblo”, sostuvo el jefe comunal, aislado en su provincia y con intenciones, al cierre de esta nota, de ser recibido en el Ministerio del Interior.

Cada día más voces, en el pueblo, en los medios y en las redes sociales, repiquetean: “Beder Herrera, Dios y la Patria te lo demanden”.

Somos todos Famatina

Este verano, la visibilidad de la protesta fue la punta de lanza para que emergieran otros conflictos, latentes, de la megaminería y los sistemas de extracción de recursos en nuestro país. En Belén, Catamarca, un bloqueo a camiones que trasportaban cianuro y explosivos hacia bases de la Barrick en otros puntos de esa provincia y San Juan terminó con treinta detenidos. Los muchos vecinos que esperaron su liberación frente a la comisaría de Belén son otra muestra de fraternidad entre pueblos.

En tanto, las balas de goma y los gases lacrimógenos disparados contra ambientalistas anti megaminería que defienden sus recursos con el cuerpo, con la vida, en Tinogasta (Catamarca) y Amaicha del Valle (Tucumán), y un particular estado de sitio planteado al cierre de esta nota en Andalgalá (ver aparte) confirman dicha fraternidad, el vigor de la defensa popular de los territorios y, sobre todo, la magnitud de la cuestión minera.

 

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