La última colonia de África

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Protesters waving Western Sahara flags shout slogans during a protest against the Moroccan government, in Madrid, Saturday, Nov. 13, 2010.
Protesters waving Western Sahara flags shout slogans during a protest against the Moroccan government, in Madrid, Saturday, Nov. 13, 2010.
«El nuestro es un tema de descolonización pendiente que debe ser resuelto por Naciones Unidas. Marruecos es un ocupante», dice Salem Bachir

Desde hace cuarenta años Marruecos ocupa por la fuerza el territorio que le corresponde al pueblo de Sahara Occidental. Para impedir que los refugiados retornen a su suelo ha levantado un muro sesenta veces más largo que el que existió en Berlín. La Pulseada dialogó en exclusiva con Mohamed Salem Bachir, representante en la Argentina de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Por Carlos Gassmann

En uno de sus recordados textos, Eduardo Galeano se preguntaba: “¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos? ¿Será por los muros de la incomunicación que los grandes medios de comunicación construyen cada día?”. Se refería a que mientras hemos oído hablar hasta el hartazgo del Muro de Berlín -“que merecía caer y cayó”-, poco y nada se dice del muro de Estados Unidos en la frontera mexicana, de las alambradas de Ceuta y Melilla, del Muro de Cisjordania –que perpetúa la ocupación israelí de las tierras palestinas- y, en especial, del Muro de Marruecos -que perpetúa la ocupación marroquí del Sahara Occidental-.

Más adelante añadía el escritor uruguayo: “Quizás el pueblo del Sahara es culpable porque en sus largas costas reside el mayor tesoro pesquero del océano Atlántico y porque bajo las inmensidades de arena, que tan vacías parecen, yace la mayor reserva mundial de fosfatos y quizás también hay petróleo, gas y uranio”.

Y concluía el autor de Las venas abiertas de América Latina: “Los saharauis esperan. Están condenados a pena de angustia perpetua y de perpetua nostalgia. Los campamentos de refugiados llevan los nombres de sus ciudades secuestradas: El Aaiún, Smara… Ellos se llaman hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la lluvia. Desde hace 40 años persiguen, también, la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto”.

La Pulseada tuvo la oportunidad de entrevistar a Mohamed Salem Bachir, ex integrante del ejército de liberación saharaui llamado Frente Polisario y representante oficial en la Argentina de la República Árabe Saharaui Democrática. Si Salem Bachir no posee aún el estatus formal de embajador es porque nuestro país es una de las pocas naciones latinoamericanas que no han reconocido todavía el derecho a la independencia de la RASD.

-¿Cómo podría sintetizarse la historia del sometimiento del pueblo saharaui a manos de Marruecos?

-El Sahara Occidental (ex Sahara Español) -único país árabe africano hispano parlante- figura como el último caso de descolonización pendiente en África en la agenda de la ONU, junto con las Malvinas. Aún se espera la implementación de las resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad para que recupere la libertad que le corresponde conforme a la doctrina de Naciones Unidas sobre descolonización. Colonia española durante un siglo, hasta 1975, fue invadida por tropas del vecino Reino de Marruecos, perpetrando un acto de fuerza bruta sin precedentes en la historia de África. Los niños, mujeres y ancianos saharauis fueron expulsados por los invasores marroquíes hacia el exilio no sin antes ser bombardeados con napalm y fósforo blanco.

-¿Qué es el “muro de la vergüenza” y cuáles son las principales violaciones a los Derechos Humanos que el régimen marroquí ha cometido y sigue cometiendo en el Sahara Occidental?

-El pueblo saharaui sigue hasta hoy día separado por una muralla -el “muro de la vergüenza”- de más de 2.700 kilómetros, que divide en dos a nuestra tierra, sembrándola de millones de minas que causan a diario muerte y destrucción entre inocentes. Como todos los muros que lo precedieron en la historia de la humanidad, divide a las familias e incluye alambradas, sistemas sofisticados de radar y 150.000 soldados. El muro aísla las zonas ocupadas del Sahara Occidental, bajo un férreo bloqueo, del resto del mundo, con la vigilancia de un macabro aparato represivo que cuenta con decenas de miles de agentes de seguridad marroquíes. Los saharauis que viven en las zonas ocupadas sufren cada día, desde el 31 de octubre de 1975, la dolorosa experiencia de la violación sistemática de los derechos más elementales del hombre: represión, arrestos arbitrarios, desapariciones forzadas (según la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis, más de 660 saharauis aún siguen con paradero desconocido), secuestros, deportaciones,  intimidaciones, torturas, negación de las libertades de circulación y expresión y juicios sumarios. Estos hechos repudiables (tristemente similares –si no idénticos- a los acontecidos en la historia reciente de la Argentina), tantas veces documentados y condenados por el Relator de la ONU contra la Tortura, el argentino Juan Méndez, han sido denunciados por infinidad de organismos internacionales como Human Rights Watch, el Centro Robert F. Kennedy para la Justicia y los Derechos Humanos y organismos argentinos en la materia. Las autoridades marroquíes siguen negándose a esclarecer el paradero de más de 500 civiles desaparecidos, de 151 militares saharauis hechos prisioneros durante la guerra y de otros grupos de jóvenes que desaparecieron los últimos años. Además, mantienen en sus cárceles a decenas de presos políticos saharauis, víctimas de gravísimas e irregulares condenas, como por ejemplo la severa sentencia dictada por un tribunal militar marroquí contra los 25 jóvenes civiles, conocidos activistas saharauis de Derechos Humanos del campamento de Gdeim Izik. Fue luego de una protesta pacífica de miles de personas que reclamaban mejoras en sus condiciones sociales. Las fuerzas marroquíes irrumpieron de noche, durante el descanso de jóvenes, ancianos, mujeres y niños, incendiando las carpas y arrasando con todo lo que había a su paso, dejando como saldo muertos, desaparecidos y detenidos.

-¿En qué situación se encuentra en el presente el conflicto y en qué se basan las mayores esperanzas de que la RASD alcance por fin su independencia?

-A 40 años de la proclamación de la RASD, estamos en situación de guerra y en un cese temporal del fuego. El ejército marroquí ocupa una buena parte del territorio y nuestro ejército controla otra parte importante de la región. A nivel internacional, la RASD y la legítima lucha del pueblo saharaui están amparadas por una gran red internacional de solidaridad, concentrada principalmente en África, Latinoamérica y Europa. Esta solidaridad otorga más ánimo y fuerza moral a la resistencia saharaui. Hemos conseguido importantes logros como dejar en claro que el del Sahara Occidental es un tema de descolonización pendiente que debe ser resuelto según las resoluciones de Naciones Unidas encaminadas a la autodeterminación y que Marruecos es un ocupante. La República Saharaui ha logrado un inestimable éxito diplomático al ingresar como Estado miembro en la Organización de la Unidad Africana (OUA) y como miembro fundador de la Unión Africana. El Reino de Marruecos, por su conducta colonial, es hoy el único país africano que no pertenece a esa organización continental, como antes ocurrió con la Sudáfrica del apartheid.

Nuestro deseo es que el conflicto se resuelva por la vía de las Naciones Unidas y el respeto a la legalidad internacional. Si no se puede lograr porque la monarquía de Marruecos no respeta esa legalidad, usaremos -si los hechos lo exigen- todos los medios necesarios. No es un misterio para nadie que a una agresión militar hay que hacerle frente con la misma determinación. La ocupación no puede ser definitiva y eterna. Tenemos plena confianza en que algún día el pueblo saharaui recobrará la independencia sobre la totalidad del territorio. Una vez alcanzada ésta, se encontrará entre nuestras prioridades establecer una cooperación con todos los pueblos vecinos, incluido el pueblo marroquí, cuando se ponga fin a la injusticia cometida por su gobierno contra los saharauis.

Al igual que el resto de los países del mundo que han sufrido el yugo colonial, el destino de esta heroica lucha de liberación será inexorablemente la victoria. Esperamos y estamos convencidos de que la solución pasa por respetar el derecho de los saharauis a existir como lo han tenido el sur de Sudán, Timor del Este o Namibia.

 

-Los países miembros de la comunidad internacional tienen actitudes muy dispares frente a esta causa. ¿Cuáles serían las principales posiciones que entran en juego?

-La Asamblea General, el Consejo de Seguridad, la Corte Internacional de Justicia, el Departamento Jurídico de las Naciones Unidas y demás organismos regionales e internacionales han establecido claramente que la del Sahara Occidental es una cuestión de descolonización cuya solución exige la expresión libre y soberana del pueblo de este territorio. El conflicto saharaui es fácil de resolver habiendo dos dictámenes jurídicos y decenas de resoluciones contundentes sobre el derecho saharaui a elegir su destino. Pero, en este contexto, se mezclan factores de tipo geoestratégico, económico e ideológico, en suma las contradicciones de los intereses internacionales. Principalmente de las grandes potencias, como Francia, que pone frenos a la legalidad internacional debido a sus intentos de mantener su influencia hegemónica en el norte de África, que fue prácticamente su colonia, menos la República Saharaui, que le tocó a España. La élite francesa cree que la existencia de un Estado Saharaui independiente dañaría sus intereses porque, con poca población e hispanoparlante, abriría las puertas de África y el mundo árabe a los latinos. Por su parte, España, aunque jurídicamente sigue siendo potencia administradora del territorio, está sometida a un fuerte chantaje marroquí. Su relación con los saharauis repite un mismo patrón: buenas palabras pero, al final, pleitesía a Marruecos. El Sahara Occidental es uno de los ejemplos más claros del abismo que separa a los gobernantes españoles de la ciudadanía a la que representan, que es muy pro saharaui. Estamos ante un conflicto donde lo político pone trabas al derecho. Una controversia que plantea un reto a la comunidad internacional en lo que se refiere a la paz y la justicia.

Por otro lado, la República de Sudáfrica junto a muchos otros países africanos y de otros continentes, han brindado solidaridad y apoyo político, moral y material a la causa saharaui. También la solidaridad latinoamericana fue generosa, ya que México, Panamá, Cuba, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Venezuela, Nicaragua, Honduras, Uruguay y Bolivia estuvieron entre los primeros que reconocieron el derecho saharaui a la libertad.

 -Como representante en la Argentina, ¿por qué cree que nuestro país no reconoce todavía el derecho a la existencia de la RASD? ¿Qué avances se han conseguido en ese sentido?

-La Argentina se comprometió expresamente a reconocer a la República Saharaui durante el gobierno de Raúl Alfonsín, mediante una carta suscripta por el entonces canciller, Dante Caputo. Pero circunstancia internas y presiones extranjeras impidieron su aplicación y sigue siendo una deuda histórica para esta gran nación, país líder en materia de Derechos Humanos a nivel universal. Hoy Argentina dispone de sobrados elementos de juicio para avanzar en sus posiciones políticas respecto a este asunto de descolonización. Debe sumarse al consenso latinoamericano y formalizar el reconocimiento a la RASD, contribuyendo así a la descolonización y a la paz, en plena sintonía con los principios y valores que emergen de la propia historia argentina. La Argentina, como nación que sufrió la dolorosa experiencia de la violación sistemática de los derechos más elementales del hombre, está llamada a asumir su responsabilidad y obligación moral, ética y política de condenar las mismas prácticas en el Sahara Occidental.

-¿Cree que con el reciente cambio de gobierno en la Argentina el apoyo de nuestra nación a la autodeterminación saharaui está más cerca o más lejos que antes?

-Creo y espero que esté más cerca. Ya durante los últimos años, gracias a la colaboración, ayuda y solidaridad de representantes de la sociedad civil argentina, partidos políticos, parlamentarios de diferentes fuerzas, organismos de Derechos Humanos, sociales y sindicales y distintas personalidades, hemos logrado dar importantes pasos, solicitando al gobierno nacional el reconocimiento y el establecimiento de relaciones diplomáticas.

Ahora es más necesario multiplicar los esfuerzos para lograr este objetivo, teniendo en cuenta que la actual canciller, Susana Malcorra, conoce bien la causa saharaui, como ex jefa de gabinete del actual Secretario General de Naciones Unidas y como secretaria general adjunta del Departamento de Apoyo a las Actividades sobre el Terreno, área en la que brindaba ayuda logística a misiones de paz desplegadas en distintos puntos del planeta.

-Usted fue miembro en los años ’70 del Frente Polisario, cuando se pensaba en recurrir a la lucha por la vía armada, etapa que se cerró en 1991 cuando se firmó el alto el fuego con la intervención de la ONU. ¿Cuál es su balance de esa etapa y por qué se terminó optando exclusivamente por medios pacíficos de reclamación?

-Personalmente me incorporé a la filas de Frente Polisario en 1974, en mi ciudad natal, El Aaiún, entonces capital de una provincia española. Después de la masacre perpetrada por el colonialismo español el 17 de junio de 1970, que provocó decenas de víctimas fatales (entre muchos otros, desapareció el líder del Movimiento de Liberación, Mohamed Sid Brahim Basiri), se inicia la fase de resistencia, en la cual los saharauis se convencen de la necesidad de la lucha armada contra el colonialismo. El 10 de mayo de 1973 nace el Frente Polisario, que comienza con sus operaciones militares el 20 de mayo del mismo año. Desde mayo de 1973 hasta fines de 1975, la lucha del pueblo saharaui por su independencia se tradujo en una gran actividad militar y política contra las autoridades y fuerzas españolas, que continuó contra la invasión militar hasta la firma del alto el fuego, que entró en vigor el 4 de septiembre de 1991. Luego el pueblo saharaui y su representante legítimo reconocido por la ONU, el Frente Polisario, optaron por la vía pacífica y depositaron su confianza en la vía diplomática. En cambio, la monarquía marroquí se burla de la ONU y de la comunidad internacional, multiplicando los obstáculos para entorpecer tanto el trabajo del enviado personal del Secretario General de las Naciones Unidas para el Sahara Occidental, Christopher Ross, como del mismo Secretario General de la ONU, intentando evitar su visita a la región prevista para el pasado mes de marzo. En la misma sintonía, el Reino de Marruecos sigue rechazando al enviado especial de la Unión Africana para el Sahara Occidental, el ex presidente de la República de Mozambique, Joaquim Chissano.

El pueblo saharaui está celebrando el 40° aniversario de la proclamación de su Estado: la República Saharaui, reconocida por 84 naciones y miembro de la Unión Africana. En este contexto, particularmente los más jóvenes, dentro y fuera de los territorios ocupados, de un lado o de otro del muro de la vergüenza, están próximos a la desesperanza por el desamparo de las instancias internacionales y la tibia reacción de la comunidad internacional.

La mujer en la sociedad saharaui

Los saharauis son reconocidos por haber creado la sociedad más abierta y menos machista del mundo musulmán. Sus mujeres no tienen, por ejemplo, la obligación de usar burka (velo que cubre el rostro) y han creado un Ministerio de Asuntos Sociales y Promoción Femenina.

Prácticamente no existe la violencia de género y el hombre que ejerce algún tipo de maltrato es despreciado por sus pares. La Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS) realiza una tarea constante a favor de los derechos de género.

Al respecto, cuenta Salem Bachir: “La mujer está a la cabeza de esta nueva sociedad. Los saharauis son conscientes de que el esfuerzo nacional de liberación y de edificación del país exige la participación de todos y todas. A la mujer los valores y tradiciones de la sociedad saharaui le otorgan un sitio privilegiado en comparación con otras sociedades musulmanas. Al contrario de lo que se puede constatar en otras sociedades árabes y africanas, la mujer saharaui desempeña un papel importante tanto en la producción económica como en las estructuras políticas y administrativas”.

Una cátedra de la UNLP que es única en el mundo

Dentro del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Nacional de La Plata ha surgido una Cátedra Libre de Estudios sobre el Sahara Occidental que es única en el mundo. La dirige el doctor Norberto Consani y tiene como secretaria a la licenciada Luz Marina Mateo.

La cátedra organiza, junto con la Universidad de Tifariti de la RASD, ciclos de cursos virtuales sobre el Sahara Occidental (Derecho Internacional, Derechos Humanos, Misiones de Paz y Derecho Internacional Humanitario y Comunicación y Cultura). Además promueve investigaciones, charlas, conferencias, talleres y proyección de documentales.

“La creación de esta cátedra -dice Salem Bachir- es de suma importancia porque ayuda a difundir este conflicto olvidado y a profundizar en su investigación, asumiendo a las universidades como espacios por antonomasia del pensamiento crítico y la producción de conocimientos”.

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