Desde hace algo más de un año, la Orquesta de Cajade funciona en el Hogar gracias a un programa que ahora está siendo desfinanciado. Corre riesgo la continuidad de una herramienta de inclusión basada en la creatividad, el arte y el desarrollo colectivo de nuestros pibes.
La Orquesta de Cajade funciona hace un poco más de un año en nuestra querida Obra. Su creación fue gracias al impulso y apoyo del programa “Activar adolescencias”, de la Secretaría Nacional de Niños, Niñas y Familias (SENNAF), del Ministerio de Desarrollo Social, que recibimos en noviembre del 2023. Desde ese programa se financiaron instrumentos y los salarios docentes por un período de ocho meses. En diciembre, con la asunción de La Libertad Avanza en el gobierno nacional, el programa fue desfinanciado junto con el desmantelamiento de otras políticas públicas y despidos masivos de organismos públicos.
La continuidad de la Orquesta se puso en riesgo; como dijo una de sus integrantes de 10 años “por culpa de Milei, casi no empezamos de nuevo”. El gobierno nacional nos soltó la mano mientras el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires junto a ADULP fueron las instituciones con las que articulamos para solventar salarios docentes.
Ahora bien, este proyecto musical no podría haber sucedido sin el trabajo territorial y comunitario. Educadorxs de Casa Joven y Casa de Lxs Niñxs abren sus puertas de lunes a sábados para que se desarrollen diferentes talleres y actividades. En el marco de la Orquesta, los martes a la mañana se dictan clases grupales de instrumento de guitarra y vientos andinos y, ese mismo día por la tarde, hay clases de viola y de violín.
Allí trabajan cuestiones técnicas de cada instrumento y repasan canciones que pondrán en práctica el sábado, en el ensamble general. Los sábados se despliegan como jornadas extendidas en las que se encuentran todxs los integrantes de la orquesta para estudiar lenguaje musical y lo que practicaron durante la semana.
Alrededor de 30 jóvenes y niñxs que participaban de Casa Joven y Casa del Niño son parte de este espacio en el que muchxs aprendieron a hacer música. En un año de trabajo la Orquesta logró un repertorio de cinco canciones que es fruto del esfuerzo sostenido, la práctica constante y el compromiso colectivo. También se presentó en vivo en eventos organizados por la Obra como el Día de las niñeces, festejos escolares, cumpleaños de las casitas y en el cumpleaños número 40 de nuestra querida Obra.
Pedagogía de la ternura y de la presencia
La actividad musical es central en el desarrollo de cada jornada, aunque no es lo único que sucede “un día de orquesta”. Jóvenes y niñxs también desayunan, meriendan, almuerzan, hacen la tarea. A veces escuchan música que ponen en la tele, juegan un rato con algunos juguetes o con la pelota. Más de una vez hemos escuchado que se refieren a las casitas como su segunda casa; así las sienten a Casa Joven y Casa del Niñx, así las viven y también las usan.
Son espacios en los que circula el afecto, los abrazos no faltan y donde se comparte la vida más allá de tiempo que transcurre estrictamente dentro de las paredes de la organización. Educadorxs hemos ido a sus casas y lxs pibxs a las nuestras, fuimos también a sus escuelas, lxs acompañamos a la salita y al hospital, ayudamos a hacer trámites, compartimos cumpleaños, velorios y un sinfín de momentos de la vida que son significativos.
Escuchamos decir repetidas veces en la tele, en la radio y en la calle que a lxs pibxs no les interesa nada, que no se “enganchan ninguna propuesta”, que son apáticxs. Como contrapunto traemos la imagen de esta propuesta musical que está llena de pibxs. Jóvenes y niñxs eligen estar en este espacio y sostienen su pertenencia porque, como nos han expresado, son lugares en los que les gusta estar y donde se sienten queridxs, escuchadxs, reconocidxs y hay adultxs en los que apoyarse.
Una de las guitarristas, también de 10 años, contó que espera con ansias cada martes y sábado para ir a la orquesta. Que aprendió a tocar la guitarra y también le está enseñando a sus vecinxs que no puede asistir.
Una de las vientistas, que tiene 9 años, dijo que en la orquesta se hizo nuevos “amigos que antes eran enemigos”. Otra de las niñas afirmó que ni loca deja la Orquesta. Son experiencias sobre las que construyen sus subjetividades y que las llevan a sus casas para compartirlas con familiares, amigxs y vecinxs.
Muchxs pibes y pibas de nuestra organización reciben todo tipo de violencias. Cuando pasan frío en invierno, cuando falta comida en sus casas y en sus panzas, cuando están expuestos a miradas que lxs estigmatizan y criminalizan, cuando no hay cupo en la escuela, ni turno en el hospital, cuando no hay seguridad social y un trabajo digno que permita una subsistencia en la que se cubran los derechos básicos.
Junto a las organizaciones de Chicxs del Pueblo luchamos día a día para trabajar con pibxs atravesadxs por la desigualdad. El compromiso y trabajo cotidiano para transformar algo de todo esto es con ellxs, porque como sociedad estamos en una gran deuda.
Las organizaciones sociales vemos esto, lo denunciamos y también nos ocupamos de tomar acciones junto con lxs jóvenes, sus familias y el barrio para disputar otra forma de vivir, que sea un poco más justa. Acompañamos las trayectorias de vida bien de cerca, y de esa forma expresamos a ellxs, al barrio y al Estado que sus vidas importan. No nos da lo mismo si lxs pibxs vienen o no vienen, si están tristes o contentxs. Son pedagogías de cuerpo presente en la que nos ocupamos de la crianza comunitaria con la bandera de la ternura bien en alto.
Esta forma de hacer trabajo sociocomunitaro se refuerza cuando escuchamos las experiencias de otras orquestas populares en el barrio que nos alertaron que la intermitencia de lxs pibxs en los ensayos favorecen su expulsión. Lo que nos han dicho es que, si lxs pibxs faltan a las clases de instrumento, se sienten perdidxs en los ensayos generales por no estar al tanto de los arreglos que van viendo. Y cuando faltan a los ensayos generales se desconectan de la posibilidad de ensamble y del goce que representa escucharse sonando junto a otra masa de sonidos de diversos instrumentos.
Las ausencias juegan a favor de que lxs pibxs se sientan afuera, y muchas veces, abandonen la participación en la orquesta. Por eso, potenciamos esa forma conocida que tenemos en las organizaciones sociales de una pedagogía de la presencia y enfatizamos en un seguimiento minucioso de sus participaciones en reuniones docentes, en diálogo con trabajadorxs de las casitas y con una comunicación fluida con sus familias.
Derecho a la belleza
En la obra “tenemos una orquesta” dijo una de las violinistas de 13 años. Tener una orquesta y ser parte de la Orquesta significa muchas cosas. Aprender a hacer música, ir un rato a la casita, encontrarse con amigos, ser protagonistas en escenarios y recibir aplausos, tocar instrumentos que son novedosos, adquirir capacidades para desenvolverse y comunicarse a través del lenguaje musical. Algunas veces deviene en proyección profesional y ejercicio del oficio: una de las docentes de la Orquesta de Cajade es egresada de una orquesta vecina y hermana, la Orquesta Latinoamericana Casita de Los Pibes. También implica ser parte de un espacio que es reconocido positivamente en sus casas, en el barrio, en la organización social, en medios hegemónicos.
El formato orquestal representa el acceso a bienes culturales que desafían la idea de quién puede tocar qué, por ejemplo, cada vez que juventudes populares tocan un violín. Nuestrxs pibxs tienen derecho a ese reconocimiento. A tocar instrumentos lindos, cuidados, a sentir que ellxs y otrxs pibxs de su barrio pueden aparecen en notas de diario y de revista por la belleza que producen y no como suelen aparecer: por estar, ser o meterse en problemas.
Cada ensayo lxs pibxs llegan con su instrumento colgado y las partituras que se llevaron para practica. Decimos “su” instrumento porque, aunque son de la organización social, para muchxs es el mismo que lxs acompaña ya desde hace un año y cada uno sabe cuál le pertenece. Es ese violín, esa guitarra, y ese xicus a la que le cuelgan llaveritos, algún sticker, y al que cuidan como el bien más preciado.
Que lxs pibxs se lleven los instrumentos y los traigan cada clase no es un suceso espontáneo. Educadorxs y docentes dedicaron tiempo para enseñar cómo cuidarlo, guardarlo, como dejarlo cuando dejan de tocar y están en una pausa, como limpiarlo. También se pautó entre diferentes participantes de la orquesta que no cualquiera se puede llevar el instrumento, son aquellxs que concurren sostenidamente a las clases y también se tiene en cuenta el compañerismo. Son instrumentos que se ven lindos y que muchos vieron por primera vez tan de cerca. En particular los violines y las violas por el relucir de sus maderas, sus sonidos particulares convocan a jóvenes y niñxs a participar de un proyecto musical y social en el que experimentan el goce y la belleza.
En un sistema maldito que lxs destrata y maltrata por pibxs, por pobres, por migrantes intentamos enseñar música desde el placer y el vínculo afectivo, transmitiéndoles la pasión por cantar y tocar. Creemos que la participación en este espacio musical es una forma de hacer efectivo el derecho a la belleza. Por nuestra parte, lxs seguiremos aplaudiendo hasta el cansancio y nos seguiremos conmocionando hasta las lágrimas que brotan del orgullo cuando lxs vemos haciendo música solxs y con otrxs, en ensayos y en escenarios.
Para que estas propuestas se sostengan y se multipliquen es indispensable la inversión estatal. Sin un Estado que invierta en estas políticas se torna cuesta arriba sostener espacios que abracen a jóvenes y niñxs y a los que puedan acudir. La relevancia de estos espacios se magnifica en contextos en los que jóvenes y niñxs no encuentran lugares para estar y en los que la salud mental esta resquebrajada en buena parte de nuestra población foco habiéndose tornado el suicidio la primera causa de muerte en jóvenes.
Las condiciones estructurales y el desamparo afectan no solo en las condiciones de viva sino en la posibilidad de seguir vivxs. Insistimos en la importancia de seguirlos financiando, en construir espacios bellos y en los que jóvenes y niñxs sean protagonistas en la producción de esa belleza, porque es una inversión en el presente y en el futuro.
                                        
                                            





























