El recuerdo vivo de Cajade

Hace algunas semanas se cumplieron 11 años sin Carlitos. Pronto será Navidad, un nuevo aniversario de la fundación del Hogar. Estuvo y estará siempre presente, entre sus pibas y sus pibes.

Fotos Luis Ferraris y La Barriada

Cuando se cumplió una década de la partida física de Carlos Cajade, dijimos que así como él marcaba que “el insumo básico para la niñez es la ternura” nosotros no podemos olvidar que el insumo básico para hacer comunicación popular en esta revista es la voz de las pibas y los pibes.

Con esa misma idea, con la infancia y la adolescencia como únicas protagonistas, el 22 de octubre en el Hogar hubo risas, chocolatadas, toboganes, calesitas, subibajas, fútbol y candombe. Para recordar al Cura, a 11 años de su viaje al barrio de arriba, su Obra eligió homenajearlo con alegría, celebrando la vida. Hubo una misa y una suelta de globos. También hubo un regalo especial, llevado por La Barriada, la organización territorial que va todas las semanas a dar apoyo escolar: con un mensaje grabado incluido, Estela de Carlotto envío un pañuelo. Ese símbolo de la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo, quedó para siempre en la ermita donde descansa Cajade.

Ni la lluvia de los días previos, ni el paro de colectivos frenó a decenas de familias de Aeropuerto, Villa Elvira o Los Hornos que se acercaron para pasar la tarde en el Hogar de Villa Garibaldi.

En la esquina de 7 y 90, alguien dejó esa tarde un ramo de flores en el monumento de Cajade. Un testimonio más de una presencia, quizás hoy más necesaria que nunca. Porque como dijo Marcelito Santillán en octubre del año pasado: “Cajade no se puede morir nunca más”.