La Pulseada entrevistó a Jorgelina Duval, viuda de Juan Martín Yalet, que murió de un tiro cuando lo trasladaban en un patrullero en La Plata. La peor noticia, la marcha donde encontró apoyo y la hipótesis policial.
Por María Soledad Vampa
Juan Martín Yalet murió de un disparo en la cabeza en un móvil de la Policía Bonaerense, esposado de ambas muñecas, capturado tras un robo en 2 y 66, el último 26 de agosto. Tenía 35 años, dos hijos y una vida marcada por las instituciones de encierro desde los 19 años. Hacía 40 días había salido de su última detención.
Los agentes del Comando de Prevención Comunitaria (CPC) que conducían el móvil policial donde murió, Cristian Caffa y Mónica Arias, junto con Walter Fernando Rodríguez Muller, Daniela Aprea, Michael López González, Luciano Díaz, Patricia del Carmen Paris y Laura Romina Gutiérrez, quedaron procesados por “homicidio triplemente agravado” (por alevosía, por abuso de la función como integrantes de las fuerzas de seguridad y por el empleo de arma de fuego). También por “falsificación material e ideológica de instrumento público”: es que para la fiscal, Betina Lacki, la versión de los hechos que asentaron en el acta resultó insostenible y “solo puede obedecer a la necesidad de ocultar lo sucedido”, como evaluó al ordenar la detención de los ocho. El disparo lo debió efectuar una sola persona, pero se consideró que todos tuvieron “un codominio funcional de la situación”.
Al cierre de esta edición, todos los procesados -defendidos desde el Ministerio de Seguridad por abogados de la Asesoría Letrada, como si se tratara de un acto de servicio- habían quedado en libertad tras un habeas corpus al que hizo lugar la Sala II de la Cámara de Apelaciones de La Plata.
“¡No puede ser!”
“Me enteré por los diarios al día siguiente -le cuenta a La Pulseada Jorgelina Duval, que intenta sobreponerse a ese día en que cambió su vida, ésa que compartía con Juan Martín Yalet desde los 18 años-. Ese día había faltado… la hermana fue a preguntar a algunas comisarías si estaba detenido y le dijeron que no. Al día siguiente vimos la noticia. Como no sabíamos a dónde ir fuimos al hospital. Ahí nos dijeron que ya no estaba, que preguntemos en la comisaría más cercana. En la Octava preguntamos por ‘el muchacho que murió en el patrullero’: ‘¿Qué apellido era?’ -dijo el policía-. ‘Yalet’. Y nos respondió: ‘Es él, vayan a la fiscalía’.”
La primera versión, continúa Jorgelina, “fue la instalada por la Policía: que se había suicidado. Después de que iniciaron la autopsia y todos los trámites, lo velamos, lo enterramos, y le digo a la hermana: ‘Vamos a la fiscalía a ver qué nos dicen’. Porque en el primer momento es como que te toma de sorpresa todo… pero nos pusimos a pensar y decíamos ‘¡no puede ser!’.
“Después se acercaron un montón de asociaciones, como el Colectivo Contra el Gatillo Fácil -cuenta-; eso fue fundamental porque nos dieron una mano, nos explicaron cómo era el tema y nos empezamos a organizar, hicimos una marcha… nosotros estábamos ajenos a eso, ni sabíamos que algo así existía”. Al ver tanta gente, tanto acompañamiento decís ‘bueno, no estoy sola’”, explicó.
Ahora espera los resultados de las pericias, de la autopsia y de la reconstrucción del hecho -encargada a la Gendarmería-. “Porque todavía no está claro qué pasó”, dice Jorgelina. Entre varias preguntas que quedan abiertas están por qué murió Juan Martín y cómo; quiénes y por qué se hicieron presentes en el desenlace del robo previo a su muerte; y cómo llegó a este crimen un arma usada en otro caso.
“Hay varias versiones y no sabemos si vamos a saber la verdad o si nos van a mentir y decir lo que a ellos les parezca. Uno trata de creer en la justicia, pero no te asegura nadie si vas a saber algún día la verdad”, concluye la pareja de Juan Martín Yalet.
