Zambaigos: Folclore en movimiento

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Jóvenes con formación, vocación, convicción. Combinan sentimiento y reflexión. Apuestan al trabajo colectivo y popular y reniegan de los estereotipos que limitan la danza folclórica. Aseguran que ya no se le puede cantar sólo al árbol o al paisaje. Mujeres y hombres, como pares, tienen otras cosas para decir con el cuerpo.

Por Carlos Sahade

No era un día más para Chispita. En un caluroso sábado de diciembre, la casita de día que la Obra del padre Cajade tiene en Los Hornos festejaba el fin de año. Claudia Auge, tan justa y dura para hacer reclamos como tierna e inteligente para tratar a las chicas y chicos, había decidido alejarse y esa sería entonces la última jornada como coordinadora del emprendimiento. Desde que asumió el nuevo gobierno, la situación en los barrios empeoró notablemente. Claudia lo apuntaba en la convocatoria: “Año difícil de lucha constante, de vivir cosas que no hubiera querido vivir, de estar todos los días y ver un proceso que no hubiera pensado jamás, pero aún permanecemos de pie. ¡Y seguiremos de pie! Por esa razón, con austeridad, sencillez y con gran humildad los esperamos en nuestra casita de 151 entre 70 y 71. Compartiremos cosas muy lindas que prepararon los nenes y tendremos visitas con un corazón generosísimo que nos regalaran su arte. Los espero con el corazón abierto”.

Uno de los grupos que llevó su arte a la fiesta fue Zambaigos, “música y danza de raíz”, cuyo director, Rodrigo Quevedo Fuente, le contó a La Pulseada de qué se trata esto que ellos sintetizan como “música y danza de raíz”.

-Hacemos folclore, pero desde un lugar más revisado, más reflexionado, más actual. Utilizamos cosas muy ancestrales y otras que no son tan antiguas pero que no se han tomado en cuenta dentro de lo que fue la cristalización de la música y de la danza folclórica. En el momento de idear nación-estado quedaron excluidos elementos fundamentales como el origen negro, el origen indio y todo el aporte popular del folclore. Lo que nosotros hacemos es tratar de visibilizar todo eso que no se contó, que no se cuenta. Buscamos poner en escena al folclore, pero no desde un lugar tradicional.

-¿Cómo llegaron a esta idea, a estos conceptos?

-Vengo de una formación totalmente académica, pero empecé a encontrar otros caminos, otros lugares, otras formas de bailar, otras técnicas. Empecé a investigar y me fui encontrando con un montón de músicos, directores y bailarines que ya han allanado este camino y entonces se me abrió una ventana totalmente nueva y posibilidades nuevas. De la otra manera sólo contábamos cuestiones costumbristas: el mate, el gaucho, la pampa, el Norte o el coya y los cuerpos necesitan encontrar otras cosas, necesitan encontrar el amor de otra manera, las parejas de otra manera. Con otras técnicas comenzamos a darle forma a la propuesta que en este momento ofrece Zambaigos. Después de tres años logramos concretar un espectáculo que se llama “Mestizaje” donde contamos toda la mixtura de orígenes, toda la mixtura de posibilidades y esto que te decía de ancestral, de actual, la mujer, el hombre, las parejas, las no parejas, lo grupal porque este es, sobre todo, un trabajo grupal.

-Da la sensación de que se trata del rescate de lo anterior, pero con una mirada contemporánea.

-Tal cual, con una mirada actual. Se dice que el folclore es la voz del pueblo y ese pueblo va evolucionando. Una cosa fue cuando se formó el ideal de estado-nación y otra cosa es lo que el pueblo dice hoy, lo que pide hoy, como en el caso de las mujeres. El rol que ocupa hoy la mujer en la sociedad es totalmente distinto al de 1800 o principios de 1900. Entonces, tratamos de que en la danza esté representada esa mujer actual, presente, con decisión, con acciones propias y par, totalmente par. Buscamos salirnos del estereotipo de mujer y también del estereotipo de hombre porque en la danza hay una forma muy marcada de cómo ser hombre y cómo ser mujer y a la vez, además de estereotipada, hay una forma muy homogeneizada. Entonces se pierden también las riquezas individuales de cada bailarín y de cada persona, en la escena y en la producción.

-¿Sirve la música de antes para decir cosas nuevas?

-Hay cosas que no, sobre todo lo formal del folclore, pero hay cosas de antes que no son comerciales que no están escuchadas y esas sí las usamos: poemas de Atahualpa Yupanqui, poemas del peruano Nicomedes Santa Cruz, Victoria Santa Cruz. Hay mucha música latinoamericana, pero como estamos políticamente tan divididos no nos relacionamos lo suficiente con otros países y no pensamos en nuestro origen negro. Y tenemos muchísima negritud en las palabras, en la forma de corear en la cancha, en la forma de cantar. Tenemos un montón de cosas de la negritud, pero están tan asimiladas que no las visibilizamos. Sí, hay cosas que no nos sirven porque hay un punto en que el folclore se dedicó a cantarle al paisaje, a la naturaleza o al amor desde lo bonito. Tuvo mucho que ver la dictadura en ese momento de la formación y entonces se queda ahí porque hay cosas que parece que no se pueden contar.

Contra la coreografía machista

-También es necesario reflexionar sobre el papel de la mujer en la danza folclórica. Hay chicas que obviamente están en contra de la violencia de género y que militan el “ni una menos” pero se ponen a bailar en un lugar contrario a esa ideología: un folclore machista, un folclore en donde la mujer tiene que esperar a que la saquen a bailar, o el hombre adelante y la mujer atrás… No es que se lo haga apropósito, sino que falta reflexión. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué no puedo estar al lado de él? O si tengo que zapatear, por qué lo tengo que hacer como el hombre, como el estereotipo del hombre…

-¿En la zamba no dirige la mujer?

-Algunos dicen que es la mujer la que tiene el sí o el no. Puede ser, pero reglamentariamente, aunque nosotros no trabajamos con esa estética, la mujer no puede levantar el pañuelo más arriba del hombro hasta que el varón no lo levante. Entonces, ¿quién dirige? Hay reglamentos que limitan, que encierran, que no te dejan mover. Bueno, nosotros estamos tratando de romper eso; salir de esos lugares de encierro. Tenemos otra propuesta. Pero no es por romperla o simplemente por ser transgresores. Es que necesitamos decir otras cosas y porque todo tiene que evolucionar. Siempre se piensa el folclore como la raíz del árbol que es la cultura, pero si las raíces se quedan quietas, ese árbol no se hidrata, no se nutre. Y si el folclore es la raíz, la raíz se tiene que seguir moviendo y profundizando. Nosotros seguimos buscando más abajo, más abajo y cuando más nos volvemos en el tiempo más riquezas encontramos de cosas perdidas, muchísimas cosas perdidas que no se cuentan, que no se dicen… Tratamos de poner el cuerpo y visibilizar estas cuestiones. Trabajamos con músicos en vivo y cantantes, entonces hay que pensar el repertorio desde ese lugar, pero no el repertorio comercial y toda esa movida. Así que todo el tiempo estamos repensando, repensando, repensando. Elegimos una canción y después la desechamos porque está hablando de tal cosa y no nos sirve en función de lo que pensábamos y así…. En un laburo constante.

-¿En Latinoamérica hay otros grupos que están planteando perspectivas similares a las de ustedes?

-Sí, sí, sí… Hay mucha gente y desde hace muchos años. Nuestros referentes son Carlos Orlando ‘PajarínSaavedra y Jorge Juan ‘Koki’ Saavedra, bailarines que vienen buscando otra manera de llevar adelante la danza folclórica.

-Durante mucho tiempo, Santiago Ayala “El Chúcaro” y Norma Viola representaron una renovación de la danza folclórica.

-Tuvieron mucha creatividad y “El Chúcaro” dedicó años a investigar, a explorar. El Ballet Folclórico Nacional que fundó en la década del 80 sigue esa línea, pero sostiene el repertorio que «los maestros» dejaron. Creo que todos van tras esas formas, tras el resultado acabado de un cuadro o una obra, pero sin pasar, en la mayoría de los casos el estudio técnico y la búsqueda personal que ellos realizaron. Todo se fue convirtiendo en una copia, en repetición sin reflexión por lo que aparecen esterotipos de cómo es la mujer, de cómo es el hombre, cómo representar un caballo o un sueño, o las hilanderas… Al no haber una búsqueda propia, todo se lava y la danza folclórica pasa a convertirse en un montón de movimientos nada más. Creo que el ejemplo que ellos dejaron es muy claro: una búsqueda personal, profunda y verdadera, para que desde ahí nazca el verdadero arte.

 

Danza para todas y todos

Zambaigos despliega su propuesta en distintos talleres anuales y otros intensivos de danzas folclóricas en general y específicos de zamba y zapateo. Rodrigo Quevedo Fuente aclara que “están dirigidos a todo público y a todas las edades. Nosotros pensamos la danza como una posibilidad para todos. Esta segmentación social de los que sirven, de los que no sirven, lo bueno, lo malo, lo joven y lo viejo… Nosotros nos corremos de ese lugar y vamos a buscar las posibilidades individuales, las riquezas individuales de cada uno. Esa es nuestra propuesta”.

Contacto: Facebook: Zambaigos – Mail: zambaigos@gmail.com

 

 

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