Victoria siempre

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ROBO DE BEBÉS: Adelanto de Informe Especial de La Pulseada //

La primera vez que Victoria Montenegro Torres sospechó que no era hija de quienes decían ser sus padres, alrededor de 1989, fue en un juzgado federal, el mismo sitio donde una década después otro juez le diría quiénes eran sus verdaderos padres: Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro, militantes del ERP. Aquella tarde, en el ocaso de los ’80, un juez había mandado a llamar a su apropiador Herman Tetlaff, y Victoria –que entonces tenía su identidad falseada y se llamaba María Sol- lo acompañó. Al ver que Tetzlaff llegaba acompañado de la chiquita, el magistrado preguntó si no era mejor que esperara afuera.

– Ella es mi hija, y yo puedo hablar delante suyo cualquier cosa- contestó el militar, levantando en peso al juez federal.

Entonces sacó de adentro de un cajón varias pilas de fojas cosidas con hilo sisal.

– Las viejas ya están empezando a molestar. Pero quedáte tranquilo que yo lo voy a manejar- le dijo.

Las viejas eran las Abuelas de Plaza de Mayo y el juez que le sugería impunidad, muy posiblemente, Alberto Piotti, que quince años más tarde sería ministro de seguridad bonaerense, durante la gobernación de Eduardo Duhalde. Las Abuelas habían recibido denuncias anónimas de que Tetzlaff, un hombre de Inteligencia del Ejército al que caracterizaban como muy violento, que practicaba tiro en un campo suyo de Laferrere, se había apropiado de una hija de desaparecidos. El 29 de enero de 1988, la Asociación –que entonces presidía Chicha Mariani- se presentó como querellante.

La causa judicial fue un suplicio de treces años por la que pasaron seis jueces, empantanándola, frenándola, con fallos polémicos de camaristas y delaciones de fiscales que hoy siguen en sus puestos –como Juan Martín Romero Victorica-, hasta que finalmente, en 2001, el juez Roberto Marquevich logró que los exámenes genéticos le devolvieran a María Sol su verdadera identidad, y condenó Tetzlaff a ocho años y medio de prisión.

Con los resultados científicos en la mano, y el peso irrefutable de la verdad histórica, Tetzlaff le confesó que él mismo había matado a sus padres, que había sido una guerra y que lo había hecho para salvarle la vida. “Quedáte tranquilo, papá –le contestó Victoria al asesino de sus padres-. Vos sos como un ángel que tiene la grandeza de criar al hijo del enemigo como propio”.

Victoria revivió con entereza esas y otras postales crudas, en una extensa charla con La Pulseada. Habló de todo: de sus apropiadores, de sus cómplices en la Justicia, de las semejanzas con la causa Noble y de la situación de Marcela y Felipe, de las sombras de su pasado que todavía la persiguen, de sus errores humanos y de sus contradicciones. “Hasta hace poco tiempo tuve en mi casa el revólver que usó en el operativo. Ahora no está más”, confesó.

Esas sombras empezaron a despejarse para siempre el lunes 25 de abril, cuando contó todo lo que sabía –y que por lealtad a su apropiador hasta ahora había callado- en el juicio que se sustancia en Capital Federal sobre el Plan Sistemático de Robo de Bebés. “Siento que soy yo misma, siento que volví. Porque yo estuve 13 días con mis papás y nueves meses en la panza de mi mamá, y me soñaron y me desearon, y todo eso lo tenés adentro tuyo. Y siento que pude volver. Pude correr lo feo. Sí soy consciente de que viví circunstancias duras en la vida que no las borré, no digo ‘no, no existe más nada’. Me hago cargo de lo que me pasó en esos años, pero la verdad es que, de lo que era María Sol, siento que no quedó nada”

-¿Hubo algún momento en los años en que te impusieron ser María Sol, en el que Victoria empujaba por salir?

-Sí, ahora que me pongo a pensar, fue cuando decidí formar mi familia, con sólo quince años. Yo creo que ahí yo sabía que necesitaba algo mío. Todavía no había tomado la causa Marquevich, y creo que esa rebeldía –no es rebeldía, no sé cómo calificarlo-, no es que quedé embarazada porque sí, yo interiormente quería formar una familia. Y eso creo que es de Victoria y creo que es de mi mamá. Mi mamá Hilda tuvo familia muy joven también. No estaba dentro de lo que era María Sol, eso te lo puedo asegurar.

Era muy apasionada, siempre lo fui. Me equivocaba en el discurso, nada más. La pasión era genética, estaba ahí, pero me la habían encauzado para otro lado.*

Laureano Barrera

* La semblanza completa de Victoria Montenegro, y otras historias más, serán publicadas en una crónica sobre el Plan Sistemático de Robo de Bebés, en el número de junio de La Pulseada.

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