Sara Hebe: “Recito lo que escribo y escribo lo que pienso y siento”

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Foto Sol Schiller - http://solschiller.com/
Foto Sol Schiller – http://solschiller.com/

De estilo simple y afilado, con la palabra siempre de su lado, las rimas de esta sureña conmueven, protestan e incomodan. Al rap le suma punk rock, electrónica e ironía, como le contó a La Pulseada, en plena producción de su tercer disco. 

Por Agustina Sarati

Llegó desde Trelew para estudiar abogacía en Buenos Aires en 2001 pero rápidamente se enamoró de los escenarios, el teatro y la danza. De los personajes y las historias que iba creando. Tiene 30 años y un estilo que contamina lo políticamente correcto. En 2009 sacó su primer álbum, La hija del loco, y el año pasado redobló la apuesta con Puentera.

Ha cantado en contra de desalojos, en defensa de la cultura popular y de la Sala Alberdi de la Ciudad de Buenos Aires —que estuvo tomada tres años por artistas que buscaban mantener el carácter gratuito y libre de los talleres, y en marzo pasado el gobierno porteño resolvió privatizar tras una violenta represión—, en apoyo de estudiantes universitarios tucumanos y a beneficio de damnificados por la inundación platense de abril. Mientras se zambulle en la producción de su tercer disco, Sara Hebe dialogó en exclusiva con La Pulseada.

—¿Por qué elegiste el rap para expresarte?

—Fue el estilo que elegí porque tenía el discurso adelante. Yo no vengo de la música, vengo más de la danza y el teatro. Y en esto el discurso es lo más importante, lo que está al frente es la palabra. Venía de hacer teatro experimental en La Plata con Beatriz Catani en el teatro la Hermandad del Princesa (La Pulseada 112), hace años. Tomábamos las clases ahí, esto fue en 2004, más o menos, hace mucho. Me gustaba mucho el teatro y también era muy buena creo. Pero dejé por esto. Empecé a escribir y a bajar pistas y a rapear.

Hebe canta: “Vas a encontrarme en el medio / nunca en ningún extremo. / No le creo a ningún medio / ni siquiera al gobierno”. Y ella explica:

—Soy un poco escéptica y descreída de todo. No creo que el arte venga a salvar nada, nada va a salvar a nada. Me parece que para que la música sea un actor de transformación social tiene que ir acompañado de un laburo de base, articulado con otras políticas. Lo que yo hago no es estrictamente político, hablo de todo. Lo que me surgió siempre es de opinar poéticamente de lo que veo de lo que pasa y de tratar de acompañar algunas luchas sociales desde este lugar. Que sirve tal vez para visibilizar algunas luchas, para acompañar. Creo que lo que yo hago es más romántico, mas poético, no creo estar tan politizada ni me siento habilitada para hablar de política. Sí opino sobre lo que siento y veo.

Hebe también rapea: “Esto es lo que hay para decir / directo de Gascón / que sabe que esto es resistir”. Gascón es Gascón 123, un inmueble porteño donde hubo un conflicto por un desalojo. La tierra es otra constante en sus letras. “La canción ‘Asado de Fa’ trata de una problemática puntual de Gascón 123 que estuvo resistiendo el desalojo —resume la rapera—. El tema me interesa mucho sobre todo por este momento que se esta viviendo. El gobierno de Macri está teniendo una política clara de represión y privatización con el negocio inmobiliario que se genera detrás”.

Se podría sintetizar, como ella rima, que hay “en cada tema una propuesta / prefiero los matices y el color de la protesta”. “Expreso en mis letras lo que me sensibiliza. Así también y un poco como causa-efecto, nos van invitando a tocar y a estar en distintos lugares, y se va armando el circuito y se van tejiendo redes. Mis letras no son respuestas, digo más lo que me parece que no sirve como lo que no tienen que hacer, como por ejemplo: ‘No van a parar tanta violencia bajando la edad de imputabilidad’. Pero después lo mío es una opinión y creo que por lo general mis letras no tienen mucho de positivo, no me caracterizo por eso…

—¿Qué cambios hay de tu primer álbum al segundo?

—Hay un crecimiento en muchos sentidos: desde lo técnico, calidad del sonido en el sonido, y a nivel personal y colectivo. Es mucho más homogéneo, lo hicimos todo con Ramiro Jota, él hizo la mayoría de las pistas y lo mezcló, lo grabamos todo en su casa. Lo que marca la diferencia en estos procesos es que en el segundo disco me animé a cantar más, siento que hay una maduración medio natural. El primer disco lo escribí más sin pensar, más espontáneo. Y ya en el segundo me centré en poder contar más historias. De permitirme el tiempo para poder encontrar cada palabra, cada letra. Canté mucho más, me animé mucho más, los temas son más melódicos y tienen mucho estribillo. En este aspecto es distinto del primer disco, que es todo rap.

—¿A qué crees que se debió esa maduración?

—Me animé, creo que eso fue lo principal; un proceso de maduración personal. También me aburrí mucho. Me gusta que las cosas se muevan, cambien. Desde el principio nunca fui purista, porque tampoco vengo de ese palo. A mí me gusta todo: el rock, la murga, la cumbia, no sólo el hip hop. Pero el rap es y fue una herramienta discursiva para poder decir lo que siento. Porque no soy cantante ni ahí, ni estudié canto ni nada. Me animé a cantar, zafo. Para mí es como hablar. Lo que yo hago es hablar, recito lo que escribo y escribo lo que pienso y siento. Además metimos otros géneros, como el punk rock y electrónico, en los temas.

Sus otros grandes temas

“El petróleo no será para la venta / el gas es como para la gente friolenta / cuando sea presidenta / Argentina se reinventa”, recita Sara en una canción. “Hay temas que son recurrentes y aparecen en todos los discos, de los cuales yo sigo hablando y visibilizando. El tema de las petroleras es un tema recurrente, claro. Pienso en lo que está sucediendo y no puedo no escribir de eso”.

—¿Cómo es el proceso cuando escribís? ¿Se lo mostrás a alguien?

Sí, los temas se los hago escuchar a mis amigos… ¡al pedo! Porque ellos no son objetivos. Tendré que buscarme gente desconocida para mostrarle, ¿no? Me cuesta mucho sentarme a escribir, soy un poco vaga. Yo voy anotando siempre que ando en la calle, por eso llevo mi libreta a todos lados. Además, excepto cuando nos invitan a tocar en algún lado o en alguna movida, cuando hacemos nuestras fechas… hacemos todo nosotros. Hacemos los volantes, los imprimimos, los vamos a buscar y a pegar. Autogestión es la clave.

¿Se viene un tercer álbum?

— Estamos en pleno proceso. Este disco ya tiene temas muy cantados, más melódicos que el anterior y con mucho más rock. Creo que estará para fines del año que viene. Falta un montón. Estoy muy ansiosa pero a la vez me lo que quiero tomar con mucha tranquilidad. Quiero disfrutar el proceso de poder pensar bien cada letra. De tratar de que vaya madurando en ese sentido, no de sacar por sacar por ¡apurada! Porque a veces entramos en una ansiedad, ni que estuviésemos dentro de un mercado. A mí no me apura nadie, somos independientes. Pero tampoco es bueno colgarse porque también hay que mantener el laburo, hay que sentarse a escribir. Y la gente también esta esperando. Como yo me aburro de cantar los mismos temas, los demás se aburren de escucharlos.

—¿Por dónde se estuvieron moviendo?

— Fuimos a tocar a Tucumán, en el marco de la situación de toma de la universidad, que se está dando ahora en las distintas facultades. Los estudiantes están muy organizados y se convocó a un festival después de que dos chicas fueron abusadas. A partir de eso hay un reclamo por este hecho particular, el abuso policial, a las mujeres. Y se está exigiendo el boleto estudiantil gratuito, ya que muchos estudiantes se van caminando muy tarde a sus casas por no poder pagar un bondi. Y a las chicas las atacaron volviendo a sus casas después de salir de clases. En Tucumán la Policía es muy jodida y ellos se levantaron contra eso. Sobre todo por el abuso de poder y policial, y por las redes de trata de personas de siempre.

El primer silencio de la charla se produce cuando Sara Hebe pregunta: “¿Qué hora es?”, con esa voz calma que contrasta  con la dureza de sus letras. Son las 12. El café ubicado a pocas cuadras del parque Rivadavia de la Ciudad de Buenos Aires ya apagó su máquina Express. Volvemos por las mismas cuadras que antes, ahora aturdidas de gente. Nos despedimos con la promesa de otro encuentro, pero en algún recital. Y la rapera insiste en sus ganas “de terminar de escribir y grabar”.

 

En Venezuela hasta las señoras rapean

Sara Hebe cuenta que estuvo en Venezuela: “Aprendí muchísimo en ese viaje —resume—. Un colectivo hacía una cumbre internacional de hip hop, ¡buenísima! Ahí sí me parece que la música es una herramienta de transformación social. Ellos trabajando articuladamente con un canal, una productora audiovisual, arman programa. Es Ávila TV (La Pulseada 98). Y tienen unas escuelas populares en cada barrio, donde enseñan a pintar, a bailar, a rapear. Pero a su vez eso sirve para que cualquier vecino se acerque si tiene un problema. Ahí funcionaba así, eran dos días de chicos que rapeaban, pintaban y también señoras que rapeaban”.

“El hip hop en el norte de Latinoamérica está más instalado—cuenta Hebe—. En Chile es muy fuerte también, es muy político, y en Colombia también. Me parece que el rap es transformador si se mueve, si es popular en el sentido de que no hay que esperar que venga la gente a verte, sino que hay que ir adonde hay un problema. Ir a lugares más lejos. Si bien nosotros hacemos nuestras fechas en algún teatro y viene la gente y sonamos como queremos, y ganamos dinero, quedarse en eso haría que nada cambiara. Salir un poco es lo que moviliza”. 

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