“Está justificada la detención del cura Lorenzo”

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En diálogo con nuestro programa de radio, Julio Frutos, padrino del primer denunciante del sacerdote de Gonnet, confirmó que la fiscalía intentó tomar testimonios propuestos por la defensa sin notificar a la querella, que Lorenzo llama a las víctimas para presionarlas antes de que declaren y que continúa el encubrimiento desde el Arzobispado.

El proceso penal reabierto tras 11 años de archivo contra el actual párroco de la Iglesia “Inmaculada Madre de Dios” de Gonnet, Eduardo Lorenzo, acusado de “abuso sexual agravado”, sigue produciendo novedades. El 1° de agosto, el abogado de la querella, Juan Pablo Gallego, conocido por lograr la condena de otro sacerdote pederasta Julio César Grassi, llamó de urgencia a una conferencia de prensa para denunciar que Ana Medina, titular de la UFI N° 1 de La Plata a cargo de la instrucción, estaba convocando a audiencias a pedido de la defensa sin notificar a la querella. Según relató Gallego, le llegaron rumores de que habría audiencias pautadas para tres días consecutivos, en plena feria judicial, en las cuales declararían testigos a favor de Lorenzo. En principio se lo negaron pero al llegar a los tribunales para presentar el pedido de detención del cura se encontró con que una de las supuestas víctimas de los años 1993 y 1994, que actualmente niega todo, estaba presto a testimoniar. Como ese acto procesal no le había sido notificado, Gallego logró que esas convocatorias no se concretaran y fueran postergadas.

La defensa de Lorenzo está a cargo del conocido estudio que encabeza Alfredo Gastón Cotti. Este abogado ya ha representado, entre otros, a Pablo Trusso, titular del Banco de Crédito Provincial (BCP), cuya estafa millonaria a los ahorristas salió a la luz en 1997 (y fue liberado tras el pago de una cuantiosa fianza por parte del ex arzobispo Héctor Aguer) y al ex juez Amílcar Vara, destituido en 1998 por su complicidad con los policías responsables de las desapariciones de Andrés Núñez y Miguel Bru. Actualmente es el letrado patrocinante del ex gobernador Daniel Scioli en las causas que se le siguen por presunta corrupción.

Antes del incidente referido habían aparecido más víctimas cuyos testimonios incriminan a Lorenzo. Entre ellos Julián Bartoli, un joven empresario platense de 32 años, dedicado a la fabricación de paneles solares. Él contó en una conferencia de prensa que también había padecido abusos por parte de Lorenzo, entre 1999 y 2000, cuando tenía 13 años y el sacerdote estaba a cargo de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, ubicada frente a la Plaza Güemes (19 y 38). Además, se presentó un testigo de la localidad de Olmos que aseguró que entre 1993 y 1994 vio ultrajar a otros menores durante fiestas privadas y campamentos organizados por el cura.

Se sumó el testimonio de Julián Bartoli, quien relató que padeció abusos por parte de Lorenzo, entre 1999 y 2000. Y un testigo de Olmos que aseguró que 1993 y 1994 lo vio ultrajar a otros menores

Ante las denuncias el sacerdote se ha encargado hasta el momento de llamar por teléfono para amedrentar a quienes están citados a declarar, ya sea personalmente, por medio de sus abogados o a través de otros sacerdotes que le deben favores. Por eso para Gallego pueden considerarse cumplidas las causales previstas por la ley para que el cura se encuentre ya mismo en prisión: “Es función de la justicia de La Plata dijodetener a este sujeto para permitir que el proceso siga su camino lógico y las víctimas puedan declarar en libertad y no bajo coacción”.

Nuestro ciclo radial conversó con Julio Frutos, padrino de León, la víctima que hace once años hizo la primera denuncia.

¿Qué novedades hubo luego del reclamo formulado por Gallego a raíz de la convocatoria irregular de testigos propuestos por la defensa?
Gallego ha presentado una denuncia y además ha solicitado que se lleven prontamente adelante varias medidas de prueba. Ha pedido que antes de que se tomen estas declaraciones que la fiscal intentó sumar durante la feria, que según anticipó el acusado y sus defensores son de personas que van a contradecir a las víctimas, se convoque a prestar testimonio a otros afectados. Obviamente todos tendrán que declarar en su momento. Pero existían testimonios ya dispuestos con antelación y que aún no se han concretado. La causa tiene que seguir un orden lógico de prioridades. Eso es lo que estamos requiriendo.

Más allá de las declaraciones, a favor o en contra de Lorenzo, está la necesidad de que se realicen las pericias psicológicas y psiquiátricas sobre las víctimas, para saber si dicen la verdad, y sobre el propio incriminado, para determinar si posee el perfil propio de un abusador. ¿Se sabe cuándo dispondrá la fiscal que se efectúen?
Hay pericias ordenadas para octubre y noviembre en la Dirección Pericial del Poder Judicial en relación con la primera víctima, León, y respecto del propio sacerdote denunciado. Para eso ya hay turno. Lo que ahora se está solicitando es que se efectúen las pericias correspondientes a las otras víctimas. Lo que nos encargamos de recordar a través de la querella es que, cuando alguien se presenta a testimoniar frente al Poder Judicial, no se trata simplemente de que cuente su historia, se levante y se vaya. Debe firmar la transcripción de su declaración y afrontar una eventual pena por falso testimonio que va de un mes a cuatro años de prisión. O sea que debe responsabilizarse plenamente por lo que dice. También debe enfrentar una pericia psicológica que determine si el suyo es un relato verídico, tergiversado o inventado. Si hay otros testigos que, por amistad o por seguir en contacto con Lorenzo, niegan lo que dicen las víctimas, ellos también deben someterse a esas pericias. En cualquier caso, lo positivo es que esta causa, que estaba muerta y sufrió una parálisis de diez años, se activó plenamente en estos últimos cuatro meses. Desde que se reflotó el 21 de marzo, la fiscal comenzó a ordenar medidas de prueba y el proceso cobró una vitalidad notable desde el punto de vista testimonial. Ya se han presentado tres víctimas y la perspectiva es que se sumen otras más. Y también se han dispuesto medidas periciales y documentales muy importantes. Entre estas últimas está el acceso a la causa canónica iniciada en 2008 y cuyo ocultamiento constituye una evidente maniobra de negación y encubrimiento.

La conferencia de prensa en la que Julián Bartoli denunció públicamente a Lorenzo.

Está comprobado que a Lorenzo le avisan con anticipación quiénes irán a declarar y que se encarga de contactarlos, personalmente o a través de terceros, para intimidarlos. Gallego ha planteado que está obstaculizando el normal desarrollo del proceso y ha solicitado su encarcelamiento. ¿Hay posibilidad de que se haga lugar a este pedido?
La posibilidad está. La querella no presentó este requerimiento en base a una fantasía sino fundamentándose en la realidad. El abogado entiende que están dados los extremos que el Código de Procedimiento establece para que el acusado sea detenido. La fiscal puede obviamente tener otra opinión al respecto y negar la petición. Lo que nosotros decimos es que como mínimo debe tomar las medidas indispensables para que ni Lorenzo ni el Arzobispado puedan influir de algún modo sobre las víctimas, tal cual han venido haciéndolo hasta ahora. Hemos documentado fehacientemente que en todos los casos se ha llamado a los denunciantes y se han acercado con el objeto de presionarlos. Cuando no lo hizo el propio Lorenzo lo llevó adelante su abogado u otros sacerdotes. Lo que Julián Bartoli relató al respecto es patético. Dijo que primero Lorenzo y luego el abogado defensor llamaron a su padre para saber qué iba a declarar el hijo. Esto es de una temeridad absoluta y justifica que se tomen medidas como las que estamos pidiendo.

Hubo un reportaje a Lorenzo en el diario El Día en el le dejaban la pelota picando para que se defienda sin repreguntas ante las contradicciones. Allí insiste, aunque las víctimas que hasta ahora se han presentado no se conocen entre sí y dicen haber sufrido el abuso en épocas y lugares diferentes, en que todo se trata de una conspiración en su contra. Y te responsabiliza directamente, calificándote de “católico fundamentalista”, de esa confabulación. ¿Alguna vez el diario quiso tener tu testimonio, el de Gallego o el de León?
No. Cuando yo quise difundir a través del diario, pagándola, una solicitada, no me la aceptaron. Era la primera carta que yo le enviaba al arzobispo y ni siquiera pagando accedieron a publicarla. No me ofrecieron ningún argumento para justificar su negativa. Quizás ya tengan una postura tomada sobre el caso. Pero el modo en el que proceden no honra precisamente a la libertad de prensa. Me parece lógica la actitud de Lorenzo de alegar su inocencia. Pero lo que de ningún modo puede hacer es intentar influir sobre las víctimas. Eso está internacionalmente penado y contraría toda la normativa vigente. Así se lo hice saber en otra carta, como jefe de la Iglesia local, al arzobispo: no debe en modo alguno seguir respaldando a alguien que continúa amenazando a las víctimas.

¿En estos últimos tiempos han detectado a nuevos afectados que se encuentren dispuestos a declarar?
Hemos tomado contacto con más víctimas de las que hasta ahora están mencionadas en la causa. Pero somos muy respetuosos. En ningún caso vamos a llevar a alguien a prestar testimonio a los empujones. Cada uno tiene que desarrollar su proceso en los tiempos que le resulten necesarios. Ser víctima de un delito semejante es asumir que uno tiene una vida quebrada. Depende de la fortaleza de cada uno poder recuperarse o no de semejante trauma. Exponerse, recibir los embates del propio victimario, ir a la Justicia, no son caminos fáciles. No buscamos ganar credibilidad a cualquier costo. Queremos someternos al debido proceso y que los que declaren lo hagan sabiendo lo que significa prestar falso testimonio. Somos conscientes de estar enfrentando a una maquinaria de poder.

No nos interesa mancillar el buen nombre de un sacerdote, si es que todavía lo tuviera. Lo que decimos es que no podemos presentar a un posible abusador frente a los ojos de todo el mundo y no hacer nada. Así como Lorenzo ha recibido la vocación de sacerdote, yo he recibido la vocación de ser padre de familia. Y a todos mis hijos, incluidos los que considero mis hijos, voy a defenderlos con toda la vocación que me ha sido dada y por la que algún día tendré que rendir cuentas.

Así como hace años le escribiste una carta abierta al ex arzobispo Aguer, ahora lo hiciste con el actual arzobispo Fernández. ¿Hubo de su parte alguna respuesta o algún cambio de actitud respecto de Lorenzo?
Al primer mensaje Fernández me lo contestó con una carta documento. En esa misiva, que tuvo difusión pública, yo le pedía un consejo pastoral. Cada vez estoy más convencido, por lo que dicen las víctimas y por las pruebas disponibles, de que los hechos existieron. Fernández me dijo que acometer contra Lorenzo significaba embestir contra la Iglesia. Que si no me gustaba que la causa civil se hubiera archivado o el resultado de la causa canónica, era mi problema. Pero que no podía continuar con esto. Ahora que el proceso se reactivó y Lorenzo continuó amenazando a los que lo acusan, yo le pregunté si como arzobispo avalaba algo semejante y si continuará sin nombrar siquiera a las víctimas. Ya hay tres que salieron a la luz y otras que nosotros conocemos. Todavía no me contestó. Yo le he planteado varias preguntas más. Porque su protocolo prohibiéndoles cierto tipo de trato con menores a los sacerdotes parece una broma. Allí le dice que no deben estar a solas en habitaciones con chicas o chicos. Entonces yo lo consulto por los casos ya conocidos. ¿Por qué no hay un protocolo de alerta temprana para detectar el accionar de los abusadores o la existencia de víctimas? ¿Hay previsto un sistema de reparación pastoral para aquellos que han sido gravemente dañados? ¿O todo se reduce al consejo de que “se porten bien” o de que “hagan de cuenta que…”?

¿Mantienen la confianza en Medina o creen que hay razones para pedir que se la aparte de la causa y que se haga cargo otro fiscal?
He hablado personalmente con la fiscal y sigo paso a paso la causa. Sé bien en qué debe consistir el trabajo de la fiscalía. Esta causa fue archivada, hace once años, cuando debió haberse investigado. Deseo seguir manteniendo la confianza en la fiscal y espero que siga adelante y continúe recolectando pruebas. Pero lo que hoy no veo de su parte es una actitud proactiva. Va recibiendo pedidos y les va haciendo lugar. Si el trabajo del fiscal es investigar, hoy los que estamos investigando somos nosotros. A las nuevas víctimas tuvimos que detectarlas y contactarlas por nuestra cuenta. Ése sí es un cargo que tengo para hacerle tanto a la Justicia como a la Iglesia. No han demostrado ser amantes de la verdad. Han preferido quedarse sentados a trasladarse hasta el territorio. Porque si se las va a buscar, las víctimas aparecen. Esto no es un invento mío. Apenas me he encargado de hilvanar y darle coherencia a todos estos relatos.


 Segunda carta abierta al Arzobispo

Por Julio Frutos (*)

Fernández saluda a Lorenzo en la misa en la parroquia de Gonnet (Foto: Gabriela Hernández/La Pulseada)

Desde la última comunicación que intercambiamos hace unos pocos meses, ante un pedido mío de un consejo pastoral, me recomendaba usted, por medio de su amanuense y mediante carta documento, que cesara de embestir contra el presbítero Eduardo Lorenzo porque en caso contrario iba a entender que estaba embistiendo contra la Iglesia, ya que la causa penal a la que me refería se hallaba archivada y en la causa eclesiástica se le había aplicado una reprensión canónica por conductas impropias,  pero en nada cercanas al abuso sexual denunciado. Como la causa penal se encuentra desarchivada desde el 21 de marzo pasado y en ella se han registrado novedades sustanciales en cuanto a la aparición de nuevas víctimas y se están evacuando pruebas documentales, testimoniales y periciales con suficiente entidad como para esclarecer los hechos, me permito nuevamente distraer su atención, a fin de rogarle quiera tener a bien contemplar la posibilidad de despejar algunas cuestiones que mucho ilustrarán a todos aquellos que seguimos con perplejidad y atención los sucesos que diariamente se conocen.

La repentina aparición pública del presbítero Lorenzo en todos los medios periodísticos a su alcance coincide con la denuncia en la causa y en los medios de Julián Bartoli, quien asegura haber sido abusado desde los 13 a los 15 años por este cura cuando era párroco de Nuestra Señora de Lourdes. En tanto que el joven dice haber sido manipulado y obligado a compartir la cama matrimonial del departamento que Lorenzo alquilaba entonces en 17 y 38, el acusado dice que son mentiras audaces de alguien que lo odia mucho, ya que si bien llevaba al joven a su departamento los viernes a la noche, era sólo para comer chocolates y mirar películas. Nuevamente Lorenzo arguye en este caso que se trata de gente que yo induzco a inventar historias en su contra (…) A partir de sus declaraciones, las acciones de Lorenzo se han encaminado básicamente en dos direcciones muy sensibles: la primera es amedrentar a las víctimas, amenazándolas con hacerles juicio por atentar contra su honor. La segunda es negar que se le haya hecho recomendación alguna de no estar a solas con menores y desconocer haber sufrido reprensión canónica alguna.

A la actitud pasiva que demuestra la Iglesia en la identificación de las víctimas y la reparación de los daños, no es lógico sumarle la amenaza del acusado, al menos no con vuestro consentimiento

Entiendo que usted, como cabeza de la Iglesia diocesana,  puede y debe intervenir , sin que ello signifique tomar partido o adelantar juicio. Que en una instancia tan primigenia de la investigación como la que nos encontramos, el acusado se dedique a llamar por teléfono a las víctimas para influenciarlas y no dude en calificarlas de mentirosas y amenazarlas con un juicio, suena más propio de un personaje marginal que de un miembro del clero. ¿Ésta es la forma de tratamiento a las víctimas recomendada en los últimos encuentros vaticanos? ¿Cabe esperar que, luego de ser amenazadas, las personas se sientan alentadas a denunciar y animadas a sanar en la verdad? ¿O, por el contrario, que se sientan revictimizadas y perseguidas? A la actitud incomprensiblemente pasiva que demuestra la Iglesia en la identificación de las víctimas y la reparación de los daños, no es lógico sumarle la amenaza desaprensiva del acusado a sus víctimas, al menos no con vuestro consentimiento. Fallaríamos a las expectativas del imputado si adelantáramos juicios temerarios; fallaríamos a las víctimas si no generamos espacios de respeto y contención; fallaríamos a la sociedad si permaneciéramos inactivos en la búsqueda de la verdad objetiva. (29 de julio de 2019).

(*) Fragmento.

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